Oscura seducción

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ÁNGEL

Observé a Emma, cada movimiento, cada sonrisa, me hacía enloquecer, no podía permitir que nadie le hiciera daño. Ya había visto a mi madre y a Nora sucumbir bajo el yugo de Aarón y no estaba dispuesto a dejar que la historia se repitiera, esta vez no.

La sucesión de diablos, momias, soldados y animadoras se fue reduciendo hasta que en el centro de la pista quedó un Spiderman y un par de Harley Queen que bailaban animadamente y por su forma de actuar al parecer bajo el efecto de algo más que una inocente coca-cola.

—Leo y yo nos marchamos ya —anunció Lian sin dejar de bailar — el pobre está agotado y aún tenemos que llamar a un taxi para que nos venga a buscar —miró a Emma con una sonrisa de labios rosa fucsia —creo que después de este bailoteo no se va a poder mover en una semana —bromeó en voz baja para que solo nosotros pudiéramos oírla.

—Tranquilos, ya se ha hecho tarde y es evidente que no va a aparecer —la animó Emma.

—Qué surrealista, ¿no?

—Bastante —Emma la miró con cariño y la abrazó —tened cuidado.

Lian asintió y se despidieron con un gesto de la mano. Leo le pasó un brazo por los hombros y ambos marcharon con paso renqueante hacia la salida del gimnasio.

—¿Quieres esperar un poco más — le pregunté sin poder apartar la vista del Spiderman que se había quitado la máscara y dirigía una conga de tres levantando la máscara de tela como si fuera un estandarte.

—Es evidente que la fiesta ha terminado, aunque Spiderman no se haya dado cuenta.

Sonreí ante la ocurrencia de Emma.

—¿Te parece si te acompaño a casa?

—¿Es lo que deseas?

Me acerqué a ella y apartándole el cabello de la oreja le conteste:

—Si te digo lo que deseo, me temo que te saldría humor por las orejas del calor que te subiría por esas mejillas incandescentes que tienes. —La provoqué.

—A lo mejor lo que deseas es lo mismo que deseo yo —Emma me lanzó una mirada juguetona con sus bonitos ojos verdes.

Saber que Aarón no se había presentado en la fiesta le había dado energías renovadas, no me cabía duda de ello.

Nuestro tiempo de tranquilidad parecía limitado, pero nada me apetecía más que explorar el cuerpo de Emma y perderme por completo en ella.

—No se hable más —cogí de la mano a Emma y contuve las ganas de besarla ahí mismo, estaba seguro de que a Spiderman y compañía no le importaría lo más mínimo, no obstante a mí sí, una vez empezara no sabía si podría dejar de besarla hasta satisfacer todo lo que deseaba hacer con ella —será mejor que te lleve a mi casa.

—Será mejor.