Claridad

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Una escena peculiar se desarrollaba en el salón Vip de Mostro Lounge, Floyd Leech era besado por alguien que no era su adorada gaviota y es que durante el tiempo de su intensa relación amorosa, no negaba que en algún momento había sentido curiosidad sobre el hecho de besar otros labios al pensar en qué se sentiría, si inmediatamente se daría cuenta de los besos que quería por el resto de su vida. ¿Habría una marcada diferencia? Pero ¿Cómo establecer una diferencia sino tenía otro punto de comparación?

Sus labios habían sido besados por vez primera esa cálida tarde cuando su ahora coqueto esposo robó junto a ese beso su virginidad, se podría decir que era una sirena un tanto inocente que una perversa gaviota corrompió. A veces no entendía cuando Rook confesaba en el extasis de su cursi amor un "El sabor de tus besos no se comparan con ningún otro, nuestros labios están destinados a sentirse mutuamente."

Lo lamentable de esta situación es que ahora no quería otra referencia, desde el instante en que estos atrevidos labios empezaron a rozar los suyos no se sentía igual que al besar a Rook, para nada provocaba lo mismo. Esa calidez que estremecía su ser cada vez que sus labios se unían en un beso no se percibía, ni la más mínima sensación placentera que le embargaba aún con el más sutil roce.

Al contrario parecía ser que el enojo y la frustración provocaban una fría sensación que envolvía su cuerpo, sus pálidas mejillas estaban teñidas en rubor pero por la furia contenida no por la timidez que solía sentir cuando besaba a su rubio esposo.

A pesar de su curiosidad alimentada quizás un poco por los celos que sentía al recordar que Rook si había besado a otros tipos antes que él, solo quedaba en eso, una divagación, porque nunca tomó en serio la posibilidad de ser infiel para dar respuesta a la duda que inquietaba su mente traviesa, ciertamente se arrepentía por siquiera haberlo pensado.

Recién ahora comprendía el significado de las palabras amorosas de su gaviota y unas lágrimas rodaron por sus mejillas sonrojadas al concluir que ciertamente en su vida no podría besar, ni hacer otras "cosas" con nadie más que no fuera Rook Hunt. Este profundo pensamiento fue interrumpido por una voz que lo llamaba al otro lado de la puerta.

—¿Floyd? ....Floyd ¿Estás ahí? ¿O es Jade? —Dudoso pero malhumorado Azul cuestionaba tratando de abrir la puerta asegurada— ¡Cualquiera de los dos, ya les advertí que no hagan sus cosas en mi elegante salón! ¡Ni siquiera yo lo uso para eso! ¡Jade! ¡Floyd!

—Ehh... Eso fue.... —Musitó Neige entre avergonzado y nervioso, también parecía bastante confundido al separarse abruptamente de esos labios que a la fuerza unió a los suyos.

—Te voy a estrangular...

Murmuró Floyd con los ojos bien abiertos junto a un gesto aterrador en su rostro haciendo que el pelinegro del miedo retrocediera un par de pasos, porque a pesar de que el otro seguía paralizado por su magia, no dudaba que en cualquier instante rompiers el hechizo y le saltara encima para matarlo.

No en vano en estas semanas se había obsesionado un poco con el voluble gemelo Leech, haciendo que  averiguara lo más posible de él incluyendo su mala reputación, detalle que le hizo sentirse atraído, imaginando el romance idílico del chico lindo con el chico malo, solo que este chico malo ya tenía a su chico lindo del cual estaba muy enamorado y tenían un hermoso bebé juntos en camino. Fue entonces que al parecer reaccionó de cuan egoísta y reprochable había sido su accionar.

Después de todo Floyd estaba casado, y casado con la persona que seguramente más admiración le tenía en el mundo, un seguidor que expresaba su cariño incondicional hace años. ¿Qué había hecho? No sabía qué hacer o decir, solo sabía que no podía cambiar lo que hizo. 

—Lo siento Floyd kun... Yo... Tal vez no me gustas tanto... Yo... Lo siento.

—Te voy a matar apenas pueda moverme.

Cazando el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora