Capítulo veintitrés

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Capítulo veintitrés: en el bosque

La fría ventisca se topaba bruscamente con mi rostro, mis pies corrían lo más que les permitía y todo se veía borroso a mi pasar.
Era un milagro no haber estrellado contra alguno de estos árboles.

Charlie me había llamado hace un par de horas preguntando por mi hermana, ahora nadie sabía dónde se encontraba y la oscuridad ya se había adueñado del pueblo.
Era peligroso que ella estuviese sola en ese lugar, sabiendo que los Cullen habían partido horas antes y a ella nunca se le vio salir del bosque.
Maldito Edward, le culpaba por la situación en la que se encontraba mi hermana.

Al igual sabía que me estaba comportando de manera imprudente, pero no me interesaba.
Solo quería saber que Bella estaría bien en algún lugar de esta extención de árboles y flora, aunque la sensación de querer huir y distraerme de mis negativos pensamientos también influyó en mi aventura.
A lo largo de las horas me dí cuenta de que no temía de la espesura del bosque, la cálida luz de luna como mi guía, los ruidos misteriosos que parecían sincronizarse entre sí y que al mismo tiempo estuviera dominando la paz solo me hacía sentir conectada y tranquila a todo ello, de alguna manera que aún no era capaz de explicar.

Después de otros veinte minutos de recorrer el lugar alcancé a ver a una extraña figura, yacía en el suelo e inmediatamente deducí que era ella.
Iba a toda prisa acercándome en cuanto me di cuenta de una tercera presencia, una enorme criatura de ojos brillantes que simulaba ser un lobo pero así mismo demasiado grande para ser uno.
Tenía toda la intención de llegar más rápido a donde estaba Bella y escapar con ella de la gran criatura que acechaba en las sombras, pero solo pude parar en seco al ver cómo la enorme criatura se destransformaba.
Culpaba al cansancio de mis alucinaciones pero todo era real, tan real como el suelo dónde pisaba y tan real como yo misma.

Me escondí detrás de uno de los árboles antes de estar completamente a lado de mi hermana, con suerte la persona todavía no me había notado. Ví como cargó a Bella fácilmente, se la comenzaba a llevar a paso veloz.

No me iba a quedar mirando como un extraño sin playera se llevaba a mi hermana, así que con toda la fuerza y el miedo que tenía ante la extrañeza de lo que fuese el hombre, corrí arrebatadamente empujándolo con una fuerza que no sabía que poseía.
Él cayó al suelo desconcertado con mi hermana aún en sus brazos.

-¿Qué demonios te sucede?- preguntó incorporándose de manera rápida.

-Bajala ahora mismo, monstruo.- le señalaba con mi dedo índice acompañada de una voz temblorosa pero segura de las palabras.

-Te ves ridícula, la estoy llevando a salvo.- siguió caminando como si nada, ignorando mi presencia.

-Ví lo que eras, no pienses en engañarme.- encaré aún con mi semblante rígido.- Y te estoy diciendo que la sueltes.- mi voz había subido de tono.

-¿Que estás haciendo?- su rostro se mostraba asustado y el mío se asustó aún más cuando voltee a sus tobillos.

Había raíces sujetandolos, enrollandose de manera serpentosa como si estuviesen hechizadas.

-¡Suéltame! ¡Solo quería ayudar, bruja!- el hombre luchaba por zafarse del agarre y yo decidí aprovechar el momento para cuestionarle.

-Te soltaré solo si dices que hacías acechando a mi hermana.- no tenía idea de lo que sucedía pero lo encontraba conveniente.

-Ya te dije que quería ayudarla, todos están preocupados buscándola.

-¿Supones que te crea después de ver en lo que te convertiste?

-No es mi culpa que esa sea mi verdadera forma.-aún tenía esa mirada desesperada, esforzándose por liberarse del agarre que solo sabía extenderse.

-¿Entonces admites que eres un monstruo?

-Considero ese término despectivo.- se quejó mirándome.

-Yo considero despectivo llamarme bruja.

-Estás enredando mis piernas con raíces, si no eres una entonces dime qué.-suspiró pesadamente.- Mira niña, suéltame y podemos llevarla juntos a los demás, es noche y ella debe estar enfermandose.

-Está bien.- acepté después de unos segundos sin confianza en él, pero sabiendo que tanto tiempo de dar vueltas me había desorientado.

-¿Y que esperas? Suéltame.- dijo molesto.

Los movimientos habían cesado pero aún se encontraba sujeto al suelo.

-Yo realmente no sé cómo lo hice.- admití con pena en mi voz.

-Genial.- habló con sarcasmo.- Ayúdame a apartarla, yo me liberaré.

Sostuve a Bella con su ayuda y la dejamos por un lado.
Ví como su semblante se hacía rígido y su ceño fruncido se presentaba.
En un abrir y cerrar de ojos logró romper la madera que le rodeaba y pudo ser libre.

-Eso fue asombroso.- él volvió a cargar a Bella y retomó el camino.

-Apresurate.- ordenó y le seguí el paso.

Después de varios minutos de camino salimos del bosque, dando directamente a dónde todo comenzó, el patio de la casa.

Jacob fue el primero en voltear, le hablo a Charlie y corrió a dónde estábamos.

-Está bien.- le dijo con firmeza y se la entregó.

- Gracias, Sam.- le respondió él.

Ví como Charlie le miraba desconcertado, probablemente era su falta de playera.

-¿Liz? ¿Por qué no llamaste si estabas bien? Estaba muy preocupado.- reclamó después mirándome, en lo que sostenía a Bella.

-Lo siento, supe que no sabías nada y solo quise buscarla, pase más horas de las que creí en el bosque y me quedé sin batería.- me dió una última mirada y llevo a Bella adentro.

Sam ya se estaba yendo pero caminé por detrás de él hasta alcanzarlo.

-Puedo suponer que nadie sabe sobre eso ¿Cierto?- no quería abrir la boca de más, después de todo el trajo a Bella.

-No, así que ven mañana a la reserva, hablaremos sobre ello junto a los demás.

-¿Los demás?- le pregunté.

-También hablaremos sobre lo tuyo, hay una persona que te ayudará. A las 4:00 y no llegues tarde.- advirtió.

-¿Dónde es?- Nunca había ido tal cual a la reserva, sabía que quedaba en el bosque cerca de La push, pero era todo.

-Karl, tu amigo te podrá decir dónde queda.

-¿Conoces a Karl? ¡Espera!- se fue ignorando mis llamados, fruncí el ceño ante su serio semblante tan cortante.

Regresé a la casa, situandome a lado de Bella en lo que papá regresaba de agradecer a la gente por la ayuda.

-¿También te lo dijo?- habló con los ojos cerrados.

-Le tuve que llamar yo para que me explicara, solo me admitió que no me quería realmente.

-Los hombres apestan.- exclamó mirando al techo.

-Concuerdo.- afirmé dejando salir un pesado suspiro.- Pero en serio, no vuelvas a perderte así.- cambié mi tono a uno de regaño.

-Ni siquiera quiero salir de casa de nuevo.- dijo sin ánimos, le dí una sonrisa de apoyo mientras apartaba un mechón suyo.

-Todo estará mejor.- ella no dijo nada.

La cabeza me daba vueltas y agradecí el silencio de paz entre ambas, tenía el corazón destrozado y como si no fuera suficiente también tenía miles de dudas en mi cabeza sobre este lugar, esperaba que me fueran resueltas mañana por la tarde.

𝗙𝗮𝗹𝗹𝗶𝗻𝗴 𝗳𝗼𝗿 𝘆𝗼𝘂 | 𝐂𝐚𝐫𝐥𝐢𝐬𝐥𝐞 𝐂𝐮𝐥𝐥𝐞𝐧 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora