Capítulo 7

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Este capítulo contiene lenguaje y escenas delicadas para ciertos lectores/a

Aveline Morris.

Padres... Ellos son los encargados de traernos al mundo, de enseñarnos lo que está bien y lo que está mal, de amarnos sin límites, ¿No? Eso es lo que hacen, ¿cierto? Ellos nos dan un hogar seguro donde se supone que tienes que sentirte segura... Se supone.

Mentiras, culpa y responsabilidad, es difícil convivir con quien no quiere convivir contigo. Yo lo sé mejor que nadie. Sé que se siente no encajar hasta en tu propia casa, más cuando la que se supone que es "mi casa" está rota, con fantasmas que me atormentan todo y cada uno de mis días.

—¡Te odio! —gritó, dándome golpes sin parar en el rostro y en la cabeza —¡Yo solo quería hacer mi vida junto a mi bebe y mi más grande amor! ¡Tu padre!

Sosteniendo mi cabello entre sus manos, me arrastro por el piso hasta llegar a la cocina. Una vez ahí, abrió uno de los tantos cajones del mueble de cocina y saco una afilada tijera, la tomó y sorpresivamente comenzó a cortar mí no tan largo cabello.

—Tú sobrabas, siempre lo has hecho y siempre lo harás —dijo, tirando un mechón de mi cabello para cortarlo —Te dejaré tan fea que ni una mosca se te va a acercar.

Para cuando se cansó de cortar, soltó mi irregular cabello y caminó fuera de la cocina, me ordenó que la siguiera y eso hice. Un golpe en seco sobre mi cabeza me dejó totalmente aturdida cuando cruce la puerta que dividía la cocina de la pequeña sala principal.

Mareada y con un dolor punzante en mi cabeza, caí de rodilla al piso, uno que me recibió con pedazos de vidrio que se incrustaron en la piel de mis piernas. Quería gritar por el dolor que estaba viviendo, pero no pude porque mamá saltó sobre mí para golpearme aún más de lo que ya había hecho. De un momento a otro comencé a sentir ese dolor asfixiante en mi pecho, la desesperación era notoria, tenía que sacarme a mamá de encima porque necesitaba aire.

—¡Todo es tu culpa! —expresó con enfado —¡Sí tan solo te hubieras quedado callada, tu hermana y tu padre estarían con vida! —posicionó sus manos en mi cuello, apretando y dejándome sin aire —¡Incluso tu amigo seguiría vivo! —agregó, y abrió los ojos como plato al darse cuenta de lo que había dicho, más no soltó su agarre en mi cuello.

«No puede ser» Pensé, antes de caer en la inconsciencia.

El cielo está nublado y hace un poco de frío, Anastasia que está en los brazos de mi amigo Hugo, no ha dejado de llorar desde que termine de presentar mi proyecto y salimos del colegio para dirigirnos a casa

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El cielo está nublado y hace un poco de frío, Anastasia que está en los brazos de mi amigo Hugo, no ha dejado de llorar desde que termine de presentar mi proyecto y salimos del colegio para dirigirnos a casa.

—Que pulmones —dijo el ojos verdes, después de que mi hermana emitiese un grito que casi nos deja sordos a los dos.

—No ha dejado de llorar —dije preocupada, tocando la frente de Anastasia para ver si tiene temperatura —Creo que nos iremos al hospital —le informe a mi amigo.

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