Capítulo 31

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Aveline Morris.

El rencor, el odio y la venganza no son sentimientos que a menudo llevo conmigo, es más, siempre me considere el tipo de chica débil e incapaz de albergar esos sentimientos. Pero hoy, sentada en una mesa donde el rencor, el odio y la venganza predomina, sé que no debería, pero por una vez en mi vida me daré el lujo de dejarme sentir y desear que suceda todo lo malo que imagine.

En un platillo cuadrado de losa blanca fue dejado el exquisito helado de chocolate que era el postre, en otra ocasión lo hubiera devorado en menos de un segundo, más en ese momento no, desconfiaba hasta de mi sombra, ¿cómo comería?

—Prueba —me ordenó Dash —, es tu favorito.

Débilmente, lo miré y en seguida me arrepentí de ello, ese hombre es todo lo que me da repulsión en el mundo, juro que no lo soporto y menos cuando sonríe como ahora.

—Sí no quiere, no quiere —habla Rydian molesto —. No la obligues.

—Pero quiere, ¿Verdad? —se dirige a mí.

Con miedo niego con la cabeza, lo que lo hace enojar, ya que el golpe que da sobre la mesa parece sobresaltarnos a todos, excepto al castaño, quien tiene la mandíbula apretada y parece estar a punto de golpear a su hermano mayor, otra vez.

—¡Come! —espeta.

Temblorosa y sin fuerzas llevo una cucharada de helado a mi boca, el frío inunda mi paladar y baja sabrosamente por mi garganta perdiéndose en mi estómago. Tan rápido como puedo me termino el helado al notar que este viene con lo que mi cuerpo ya comenzaba a pedirme.

Una lágrima recorre mi mejilla, frustrada y sintiéndome estúpida, me obligo a ver a ken de revista, lo mejor es aceptar de una vez por todas lo decepcionado que seguro está de mí, porque yo lo estoy. Estoy decepcionada de mí.

—¿Qué crees que haces? —cuestiona el ojos cafés —¿Qué quieres lograr con todo esto? Dime antes de que vuelva darte un puñetazo.

Dash le sonríe orgulloso.

—Es sencillo —asegura —, la quiero a ella.

—¿Y le has preguntado qué es lo que quiere? ¿Te has puesto a pensar siquiera que es lo que ella desea?

La risa de ese monstruo toma todo el salón, trayendo recuerdos que preferiría que siguieran estando borrosos e inconclusos.

—No me interesa lo que ella quiera o desee, su único destino es estar conmigo y hacerme feliz, por algo le pagué a la bruja de Elena, para que me la diera.

Una muchacha ingresa al salón en ese momento y le tiende un documento a Rydian, los ojos del castaño van de izquierda a derecha, leyendo una verdad que quería evitar que supiera.

—Bastardo —escupió ken de revista, abalanzándose sobre su hermano —¡Hijo de perra!

Su mano choca contra la mejilla de Dash con fuerza excesiva.

—¡Maldito desquiciado!

Le da otro golpe y otro y otro, esta vez nadie interviene y rápidamente comprendo la razón, al parecer todos ya lo sabían, todos siempre estuvieron enterados de mi verdad, de lo que solo yo le oculté al castaño y me lo oculté a mí misma para poder vivir.

—¡¿Por qué?! —exclama el ojos café —¡¿Por qué tenías que ser tú?!

La decepción es la peor forma de matar el amor, y duele mucho más decepcionar a quienes amamos que decepcionarnos a nosotros mismos, no digo que nosotros no importemos, pero sí que es verdad que el amor es el pilar de la vida y si matamos el amor de quienes nos importan, ¿de qué manera nos sentiríamos vivos? Si quienes somos hoy, es gracias a quienes nos rodearon de amor ayer y antes de ayer y antes de ayer.

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