Capítulo 3

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Destiny Harris.

Solía soñar con la posibilidad de conseguir trabajo, después de estar dos años con rehabilitación para volver a caminar o hablar o hacer cualquier pequeño movimiento con mi cuerpo, creía que podría al fin forjar una nueva vida independiente de que no recordase nada de la anterior, y aunque era desesperante y muy frustrante... al fin iba a cumplir el primer deseo de mi lista, aunque de una forma completamente diferente de lo que pensaba.

Me observé en el espejo recordando lo que Maggie me había dicho; si quería respuestas debía ser otra persona, al inicio no le entendía, pero cuando remplazó mi cabello por una peluca rojiza y mis ojos por unas lentillas verdes lo comprendí.

—Ya es hora —anunció desde el otro lado del vestidor —,si llegas tarde te matará —completó.

—Entonces vámonos —dije abriendo las cortinas para verla.

Ignorando su asombro pasé por su lado para tomar mi cartera y casi corrí al elevador.

—Definitivamente mi equipo hace maravillas —opinó mientras entrábamos en el elevador.

Observé una vez más el reflejo que me devolvía la mirada y solo podía pensar igual que la rubia; estaba irreconocible y muy nerviosa. Mis músculos se tensaron cuando las puertas se abrieron, trayendo a mi memoria aquellos días en que con suerte podía pestañear. Mis ojos se aguaron por aquel recuerdo, uno que dejé en segundo plano cuando lo vi de espaldas observando un escritorio vacío, acababa de llegar,eso era obvio al notar su maletín en su mano.

—Primer día y ya viene tarde —comentó —, tendré que despedirla.

Maggie se aclaró la garganta avisándole que ya estábamos aquí, bueno, avisando que YO ya estaba presente. Como siempre desde que lo conozco, una corriente recorrió mi cuerpo al conectar su mirada con la mía.

—Ella es Destiny Harris —me presentó —, la mejor secretaria que he tenido —mintió.

—Y tu amiga —soltó él con desdén.

Me mordí la lengua para no decirle que lo que sea que estuviera pensando era una vil mentira... y de pasa me recordé que y tenía que soportar si quería entender y obtener respuestas.

—Es un gusto —declaré extendiendo mi mano.

Él la miró por un tiempo considerable, lo suficiente como para que creyera que ignoraría mi gesto, pero gracias al cielo no fue así. Estrechó mi mano con seguridad y autoridad, con eso intuía que no sería tan fácil mi trabajo en la compañía M&S y mucho menos siendo la nueva secretaria de Rydian Monroe.

—Tráenos un café —ordenó cuando soltó mi mano —y tu sígueme —le pidió a la rubia entrando a su oficina.

Una vez la puerta se cerró comenzó la carrera, tiré mi cartera sobre la silla giratoria de mi escritorio y corrí hasta la zona que literalmente decía cafetería. Preparé un café cargado para Maggie y uno más suave para mister pesado -mi jefe- recordando la vez que me escondí de bajo de la mesa y les oí pedir unos. Los puse en una bandeja y los acompañe con unos mofin de frambuesa, de seguro no habían desayunado. Estaba por tocar para entrar a la oficina cuando unas palabras me detuvieron.

—¿Siquiera sabe hacer un café o se le va a romper una uña por hacer aquella tarea? —soltó sin más Rydian.

—No es como piensas, hermanito. Estoy segura de que vas a tragarte todos los prejuicios que te estás haciendo de ella —le aseguro Maggie.

—No lo creo, todas tus amigas son tan... princesas.

Esa última palabra detonó algo en mi interior, algo tanto bueno como malo. Una puntada en mi cabeza casi me hace soltar la bandeja en mis manos, pero yo ya había sufrido dolores peores, aquello no me detuvo a entrar a esa oficina con una hermosa sonrisa falsa.

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