Capítulo 26

209 21 3
                                        

Aveline Morris.

Un segundo más bastaba para que creyera que mi final feliz podía ser posible. Un segundo más pedía para poder disfrutar de la paz que comenzaba a sentir. Un segundo más era todo lo que le rogaba al cielo que me concediera.

—¡Aaah! —gritaron.

Podía sentir como se acercaba cada vez más a mí, como sus pasos hacían eco en todo el lugar, buscándome y destruyendo todo a su paso.

—¡Aaah! —gritaron nuevamente, haciéndome temblar.

Tres horas antes.

Es como si estuvieras soñando, pero estás despierta... Todos tus sentidos se intensifican con una mirada que él te da o con una sonrisa, y sientes que todo lo que antes dolía, deja de hacerlo para comenzar a sanar, porque él te inspira a sanar, te empuja tan dulcemente que ese paso que te daba miedo dar, deja de ser aterrador, porque sabes que si caes, él te ayudará a ponerte de pie otra vez.

Guardé mis libros en mi casillero y unas manos me voltearon por la cintura, le sonreí al castaño que me besó lentamente, mi espalda chocó con mi casillero y entonces decidí separarnos.

—¿Qué pasa? —me pregunta alarmado —¿Hice algo malo? —niego.

—Es que aún no me acostumbro —le soy sincera.

Él me sonríe.

—Qué bueno que tenemos tiempo de sobra.

Le abrazo por la cintura haciendo que mi rostro choque con su pectoral, su aroma y calidez me reciben para calmar cualquier miedo o duda.

—Creo que me fascina tu aroma —confieso con ojos cerrados —, podría estar así por horas.

Su mano pasa suave por mi cabello.

—Yo podría pasar así mi vida entera.

Me separo un poco de él escondiendo una risa.

—Qué cursi, ken de revista.

Él se encoge de hombros.

—Solo contigo, principessa —besa mi frente.

Cierro mi casillero y nos disponemos a caminar por el pasillo de la escuela, llevándonos unas que otras miradas de molestia.

—Por cierto, quiero darte algo más tarde —me avisa.

—¿Qué?

—Sorpresa, sorpresa —me abraza —, ¿Nos vemos en el campo de golf después de deportes? —pregunta.

—Ahí estaré.

Deja un último beso en mis labios y se va a los vestidores de hombres para cambiarse e ir a entrenar, hago lo mismo que él, me cambio de ropa por una más cómoda y sin tanto ánimo voy a la clase de deportes.

Como detesto deportes.

Las horas pasan lentas y tortuosas, finalmente la clase acaba y yo me cambio supe rápido para ir al campo de golf, al llegar Rydian ya está ahí.

—Hola de nuevo, novia mía —habla animado.

—Hola de nuevo, novio mío.

Besa mis labios y me toma de la cintura para girar conmigo en sus brazos, me deja sobre el piso y me tiende su mano que gustosa entrelazo con la mía.

—El fútbol americano es sin duda lo tuyo —comento —, estás radiante y de buen humor.

—Date algo de crédito, principessa, tú también me pones de buen humor.

InvisiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora