Prólogo

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La ojos café respiro profundo y se replanteó si repetir lo que había dicho, pero ya qué, lo hecho, hecho estaba, y eso se sentía malditamente bien. Porque estaba bien. Porque era lo correcto.

Ella se entregó a él no de la manera convencional y mucho menos pasional. Ella se entregó a él cuando pudo pronunciar las cinco letras más dolorosas, pero también las más hermosas de su vida, esas que le dio más de un dolor de cabeza, esas que la hizo amarse y odiarse a la vez, esas que acababa de pronunciar. 

 —Te amo —dijo con firmeza. 

 —Te amo —le respondió con una sonrisa. 

 —¿Por siempre? —Preguntó avergonzada. 

 —Por siempre —afirmó, seguro de que esa chica algo torpe será la primera y la última persona que amará en toda su vida.

Él la conoció cuando su mundo estaba cayendo a pedazos, la vio cuando ella más lo necesitaba. Él la notó no por su superficie, sino por su corazón, y no cambiaría por nada el día en que sus caminos se cruzaron.

"Cuando amas y todo parece que está destinado a romperse, se vale dudar. Pero una vez dejas la duda, solo te queda amar".

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