Aveline Morris.
Cambiar la forma en la que percibes el mundo es un proceso extenso pero extraordinario. Yo era de las personas que no disfrutaba la historia que se contaba, no lo hacía porque temía que si me enganchaba del contenido y el final era uno malo, entonces sentía que no valía la pena escuchar palabras vacías que terminaban aún más vacías.
Mi vida era vacía, hueca y nefasta antes de que él se convirtiera en mi ken de revista, que no me salvó, sino que me apoyó en todo momento y lugar. No digo que él sea perfecto, porque la perfección es subjetiva y no existe, no al menos para mí, pero puedo decir con seguridad que él hizo de mi percepción hacia la vida, una mucho más hermosa y repleta de sorpresas.
-¡Estás demente! - exclamé.
-Demente me tienes tú -expresó -y no me molesta ni un poquito.
Abrí la boca para decir algo, pero fui incapaz de formular palabra, volví a cerrarla cuando me percaté que nada se me ocurría.
-¿Te das cuenta de lo hermosamente adorable, bella, preciosa e inteligente que eres?
No le respondí por tapar mi cara con mis manos, estaba sonrojada y no quería que me viese en ese estado, era ridículo, pero jamás me acostumbraría a las palabras lindas que me decía.
-Eso te hace aún más irresistible para mí -susurró a mi oído.
Tragué grueso y contuve mi respiración, lentamente dejé caer mis brazos a los costados de mi cuerpo y busqué su mirada.
-Deja de hacer eso -pedí con voz bajita.
-¿El qué? -copió mi tono de voz.
-Sabes a lo que me refiero.
Sonrió ladinamente.
-No, principessa, no tengo ni la menor idea.
Nos mantuvimos la mirada en completo silencio, sus ojos cafés claro ya no tenían ese frío vacío, no, por supuesto que no lo tenían, en su lugar pude ver fuego, un ardiente fuego que comenzaba a quemarme.
-Agradezco el gesto, pero no puedo aceptarlo.
Me alejé de él queriendo saltarle encima y saborear una vez más sus suaves labios, pero no lo hice porque justo ahora necesitaba estar con los pies bien sobre la tierra y con el corazón guardado bajo cien llaves.
-Lamentablemente para ti, este sitio ya está a tu nombre -me informó, encogiéndose de hombros.
-Rydian...
-Principessa, tómalo como un regalo que le hice a mi amada amiga, que en realidad no quiero que sea mi amiga.
Me sonrió mostrando los dientes y yo puse los ojos en blanco, no es el "regalo" no me haya gustado, al revés, me ha encantado, pero solo me hace sentir que...
-No me debes nada -dijo, como si hubiera leído mi mente.
-Solo no quiero que cuando tengamos una discusión me saques en cara esto o lo mucho que has hecho por mí.
Me miró un poco dolido, pero lo escondió sabiendo y entendiendo el por qué lo decía.
-No te sacaré en cara nada -aseguró -y no puedo prometer que no discutiremos, pero sí puedo prometer que cuando eso ocurra jamás diré algo que sé que te dolerá.
Lo abracé envolviendo mis piernas en su cintura, sus manos me tomaron de la espalda baja para no caer y su respiración chocó en la piel de mi cuello, inconsciente, acaricié el tatuaje que descansaba en su cuello.
-¿Me dirás que significa algún día? -pregunté, bajándome de él.
-Solo si aceptas mi pequeño regalo.
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Invisibles
أدب المراهقينAveline Morris estaba acostumbrada al dolor, después de todo su propia madre era la causante de ello. Sabía que quedarse callada era la mejor opción. Sabía que mientras se mantuviera lejos de las personas estaría a salvo. Sabía que debía permanecer...