Extra 4

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*En Un Universo Alterno*

La vida era buena y tranquila en Denver Salens, las familias adineradas descansaban en sus maravillosas casas mientras sus niños disfrutaban en el parque. Todo estaba bien. Había paz. Había felicidad.

—No sé por qué me convertí en tu amiga —declaró una castaña —, me avergüenzas —concluyó.

—Ese idiota de ojos lindos tuvo la culpa —se defendió un pelirrojo.

—¿Hablas del niño de cinco años al que hiciste llorar? —le preguntó incrédula.

—¡Robó mi bolsa de M&M y me sacó la lengua al hacerlo! —respondió indignado.

La bella castaña le miró mal, cómo era posible que su querido mejor amigo fuera un crío algunas veces y  otras un ser tan maduro y sensato.

—Hugo, eres un rarito —comentó, y él le sonrió.

—Se te olvida que tú también lo eres, pequeña pajarito —se defendió, apretándole las mejillas.

Aveline se quejó, pero no dijo nada más, al final él tenía razón y ella podía ser igual o más rarita que su amigo, no por nada eran amigos, a parte, aquel niño fue muy grosero y por su culpa los echaron del supermercado, ahora debían buscar otro lugar para comprar el alcohol de la fiesta a la que estaban invitados.

—¿Qué vamos a hacer? —le preguntó ella al pelirrojo.

Este se encogió de hombros. Cuando decidió darle una lección de vida a aquel insoportable niño no pensó que este terminaría llorando mintiendo que él le había golpeado, mucho menos pensó que los expulsarían del lugar.

—¿Qué tal si revisamos si hay algo en la zona roja? —propuso él.

A aveline le entraron ganas de salir corriendo por la simple mención de aquel espantoso lugar, no le gustaba estar ahí, había ido otras veces acompañando a su padre, ya que él tenía algunas obras inmobiliarias destinadas a las personas más vulnerables de ese sector, pero allí todos eran vulnerables y unos criminales, sin embargo los entendía, en el fondo de su corazón los sentía... similares en un sentido demasiado difícil de explicar. Incomodidad, se podía decir que era.

—No, hay que pensar en otra cosa —optó por decir.

—Hemos recorrido toda la ciudad y no nos han querido vender alcohol porque seguimos siendo menores de edad —le recordó —, ese es el único lugar que no les interesa...

Un ruido de ruedas siendo arrastradas llamó su atención, ambos dirigieron su mirada a la calle donde un impresionante descapotable estaba parado esperando la luz verde para avanzar. Ambos se miraron.

—¿Ese no es tu cuñado? —cuestionó Aveline, fingiendo desinterés y demencia.

Por supuesto que era el cuñado de su amigo, le veía siempre en todos lados, parecía ser una extraña coincidencia , como si estuvieran destinados a encontrarse una y otra y otra vez.

—Seguramente va a casa de Alice —escuchó decir a Hugo, y toda emoción que comenzaba a instalarse en su estómago desapareció.

Alice Truman, la novia de Rydian y la chica más dulce que jamás antes había conocido. Un amargo sabor apareció en su boca, a Aveline le gustaba él, lo supo desde siempre, pero pese a ser la chica más cotizada por los hombres, él jamás se le acercaba o intentaba algo con ella, y no es como que ella fuera a dejar que eso pasara, Alice era su amiga, o así la sentía después de pasar un humillante momento juntas y de que descubrieran que tenían la misma fascinación por Rose Lynn.

La castaña suspiró cuando vió al guapo chico alejarse en su automóvil, debía dejar esos traidores e imperdonables pensamientos y concentrarse en conseguir alcohol si no quería que Maggie la acusara de mentirosa. Un segundo suspiro la abandonó al darse cuenta que otra persona cercana a ella la unía con él.

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