Capítulo 24

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Aveline Morris.

Un mes y una semana sin él.

El cielo no tiene ninguna nube y, sin embargo, hace un frío insoportable, los rayos del sol le dan algo de calor a mi cuerpo que se rehúsa a seguir las órdenes que le estoy dando. Mi vista está inmersa en la lápida con el nombre del que era mi mejor amigo. Miles de momentos que pasamos juntos llegan a mi mente como un huracán que destruye todo a su paso en perpetuo silencio, así me siento justo ahora.

—A pasado tiempo —logro decir —, ya no sé ni cómo hablar contigo sin sentir vergüenza de lo que te hice, porque la única culpable de que tú estés aquí, soy yo... Yo te incluí en mis problemas y ni siquiera pare a pensar en la posibilidad de que algo así podía pasarte... Perdón por eso.

Una lágrima cae de mi ojo mientras mi pecho quema como la jodida mierda, ¿algún día podré volver a verlo para pedirle perdón como se debe?

—Te extraño, Hugo... Te extraño tanto y me duele, me quema el alma decirte que estoy comenzando a hacer mi vida y tú no eres parte de ella. Me destroza saber que por más que quiera y ruegue al cielo que vuelvas, tú no lo harás, no volverás y no podrás cumplir tus sueños jamás.

Caigo de rodillas y dejo salir todo lo que me he guardado, las lágrimas caen mojando mis mejillas y pantalón, dejo sobre su tumba con manos temblorosas y débiles las flores que le traje.

—Ella está bien. Comienza a brillar otra vez y creo que ya somos amigas. Ahora puedo ver porque te enamoraste de ella, Maggie Monroe es mucho más que solo una niña rica con cara de ángel, ella es más valiente de lo que piensa y es leal con los que quiere... Ella era perfecta para ti, y tú eras perfecto para ella... Lamento arruinar eso también.

» Tu madre está a nada de ir contigo... Después de que moriste, ella nunca más volvió a ser la misma. Se despreocupó tanto de ella que para cuando descubrieron que tenía cáncer fue muy tarde, le quedan días, Hugo, y cuando eso pasé, sabré que ya no queda nada de ti en esta tierra... Sé que soy egoísta por desear que ella viva un poco más, tan solo tantísimo más, pero sigo aceptando que ya no estás y no estarás en un futuro... Rydian lo suele hacer fácil, ¿Sabes? Él hace que todo lo sea, pero no está aquí y es mejor así, porque esto es algo que tengo que hacer sola, decirte adiós y dejarte partir es algo que solo yo debo hacer, y no puedo evadirlo porque entonces no habrá valido la pena.

Limpio inútilmente unas lágrimas que caen por mi mejilla, y digo inútil porque después de ellas vienen más y más, en fin, creo que no tengo planeado dejar de llorar por el momento.

—Gracias por pedirle que me cuide —susurro —, gracias por hacer que conozca al amor de mi vida.

Mis mejillas arden haciéndome saber que me sonrojé al decir lo que dije en voz alta. Pero es que a Hugo no le puedo mentir, porque él me conoce más que yo misma, y sé que desde donde está, se está riendo de mí mientras se siente orgulloso de que haya podido seguir y no me haya rendido.

—Le amo —confieso —, estoy enamorada de cada cosa que lo hace simplemente él. Amo a Rydian Monroe y no me arrepiento de hacerlo, tampoco tengo miedo, creo que lo dejé de tener desde que le pedí que me besara en su estudio de danza, o tal vez una de esas tantas veces que me regaló sus más sinceras sonrisas... No sé cómo llegué hasta este punto, porque todo a pasado tan rápido que me parece un sueño, un precioso sueño, pero al ver tu nombre gravado en esa lápida... sé que no lo es.

» Mi madre está en prisión. Él logró darme ese empujón que necesitaba para enfrentarme a ella, para hacer que al menos alguien pagué por lo que me hicieron... por lo que te hicieron a ti, a mi hermana y a ese hombre al que llamé alguna vez padre... Te quiero, mejor y único amigo, lo haré por el resto de mi vida.

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