Capítulo 12

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Aveline Morris.

Cuatro a tres, así estaba el marcador cuando finalizó el juego, dándole la victoria indiscutible a Dember Salens, que se traduce a nuestra escuela. Rydian estuvo imparable, pese a que todos los jugadores del equipo contrario lo atacaban sin piedad, él se volvía a poner de pie con toda esa firmeza y ferocidad típica de él.

Con un Zario totalmente concentrado en un rubio llamado Ezran, busqué al castaño con la vista, pero no lo encontré, necesitaba verlo urgente.

—Iré a ver a Rydian —le informé al moreno.

—Bien -contesto distraído.

—Nos vemos en el aparcamiento.

—Bien.

Negué sonriendo, al parecer alguien oculta muy bien lo que siente, si no fuera porque el moreno está totalmente perdido en Ezran no me habría dado cuenta de que muere por él.

Me puse de pie y caminé con dirección a los vestidores de hombres, me constó un poco lograr llegar ahí gracias a toda la gente que estaba desesperada por salir del lugar, pero finalmente llegué. Me quedé afuera de la puerta que decía barones y esperé a que Ken de revista saliese, escuché tantas cosas en ese instante que la poca inocencia que tenía; sentí que desapareció.

Pasado un rato ya no quedaba gente en el sitio, un escalofrío me recorrió y justo cuando estaba por irme al aparcamiento, choqué con el señor Monroe, lo mire avergonzada, es que cuando quiero ser distraída; lo soy y mucho.

—Disculpe —dije, alejándome de él.

—No te preocupes —sonrió amable.

Y eso me hizo pensar en el castaño y la rubia, esa sonrisa tan espontánea que ahora veo que la heredaron de su padre, es inconfundible, podría decir que esa es la característica más fuerte para saber que son unos verdaderos Monroe.

—¿Esperas a mi hijo? —preguntó el señor Monroe.

—Sí —respondí algo incómoda.

Es que es inevitable no sentirse así al lado de ese hombre, quiero decir, es una incomodidad producto de su fuerte persona, ¿me explico? Es un hombre de negocios, supongo que eso debe ser uno de sus mayores requisitos para poder cerrar un buen trato.

—Ya debe de estar por salir —dijo tranquilo —, siempre se demora cuando se da una ducha —asentí lentamente.

¡No tengo idea de que decir!

¡Improvisa!

¡Pero ¿Qué quieres que le diga?!

¡No lo sé, y deja de gritar!

—¿Estás bien? —oí preguntar al señor Monroe.

—Sí —sonreí nerviosa —, solo no sé muy bien cómo hablarle, es que usted es un hombre muy intimidante —confesé y eso lo hizo reír.

—Pero que sincera —mantuvo su sonrisa —. Te doy las gracias, muchas personas no se atreven a decirme la verdad.

Lucía verdaderamente agradecido, y lo estaba, podía entender cómo se sintió, es agradable cuando llegan cosas y momentos que no esperabas y resultan bien.

—Me alegra saber que mi hijo eligió bien esta vez. Se nota que eres una buena chica y que lo quieres. Que sepas que tienen todo mi apoyo.

Estaba por decirle que le agradecía mucho sus palabras, pero que su hijo y yo solo éramos muy buenos amigos, cuando la puerta de los vestidores fue abierta por una Mónica comiéndole la boca a Rydian.

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