Este extra ocurre entre el tiempo del cap 1 y 2 . También decir que está narrado en tercera persona.
Era de noche cuando Joel Harris dejó el establecimiento donde trabaja como profesor de biología, haciendo clases a esos malcriados, pero muy solitarios adolescentes de familias ricas.
Casi podía reír por las vueltas de la vida que le hizo quedar en el mismo lugar que tanto detestó de adolescente, y a la vez, le guardaba un cariño especial.
Él había crecido y estudiado ahí, en Dember Salens. Había pasado grandes momentos junto a Paul Monroe, su mejor amigo desde entonces, con "ella" y con su melliza hemana. La extrañaba con su alma, a ambas, y quizás esa era una de las muchas razones por las que a veces se sentía tan..., tan mal humorado y decepcionado de todo y de todos.
Dejó escapar el aire que guardaban sus pulmón y en su automóvil se dirigió a la gasolinera, para llenar el estanque y comprar una de esas pizzas individuales que tanto le gustan, esa sería su cena.
-Estanque lleno del 93, por favor -le pidió, sin mirar al que se encargaba de echar gasolina.
-Veinte con cinco -le dijo una voz femenina.
Y entonces él la miró, con cariño, con nostalgia y reviviendo cada bendito recuerdo de cuando eran jóvenes e inocentes.
-¿Taylor? -dijo su nombre, sin poder asimilar que la estaba viendo.
-Joel -susurró ella, con el corazón latiéndole a mil por segundo.
-Taylor -repitió con una sonrisa.
Él no pudo ocultar la emoción en su voz, mientras que ella solo deseaba que la tierra se la tragase. El ojos azules rápidamente bajo de su coche y envolvió a la mujer de alucinantes ojos verdes que lucían cansados, pero llenos de vida, en un abrazo.
Joel sonrió sintiéndose más cálido por dentro, Taylor Jensen le hacía sentir así siempre, desde que tenían 6 años y ella le obligo a comer una diminuta y picante hormiga, hasta cuando tenían 17 y ella lo rechazó por estar pillada por Paul Monroe.
-¿Cómo has estado? -le preguntó, ignorando el pinchazo en su corazón.
-Bien -le respondió ella -, tan bien como se puede estar después de perder todo lo que has construido por años.
La ojos verdes se arrepintió de haber dicho lo que dijo, pero es que él le hacía hacer eso; hablar hasta por los codos sin poder mentir en absolutamente ninguna palabra.
Joel Harris siempre fue su debilidad, desde cuando le obligo a comer una hormiga porque quería demostrarle que el picante de ellas era de otro planeta, hasta cuando tenían 17 y ella le mintió diciendo que estaba enamorada de Paul Monroe... Esa fue la primera y última vez que le mintió y él no lo notó, y ella en serio quería que lo hiciera. Lo anheló. Lo esperó.
-Lo siento... Olvida lo que he dicho, has como si no escucha...
-Puedes decirme lo que quieras, Tay -la interrumpió -. Siempre te escucharé, ¿Lo recuerdas?
A ella se le cristalizaron los ojos, y si no fuera porque un coche que esperaba para cargar gasolina tocó su bocina, ella habría saltado a los brazos de su más viejo amigo y amor, porque ella amó a ese atractivo hombre desde el primer día que sus ojos se vieron, y quizás, muy en el fondo, lo seguía amando.
-Lo recuerdo -contestó, sintiendo un revoloteo en su estómago.
Joel sonrió mostrando los dientes.
-¿A qué hora tienes libre? -cuestionó interesado.

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Invisibles
Teen FictionAveline Morris estaba acostumbrada al dolor, después de todo su propia madre era la causante de ello. Sabía que quedarse callada era la mejor opción. Sabía que mientras se mantuviera lejos de las personas estaría a salvo. Sabía que debía permanecer...