Capítulo 21

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Aveline Morris.

Dos semanas sin él.

Si el amor fuera fácil, todos seríamos felices. Si el amor fuera generoso y no egoísta, quizá abrían menos corazones rotos por latir por la persona incorrecta. Si el amor fuera como en los libros, tal vez no daría tanto miedo decir te amo.

—Desde que salí con Zario que no me ha llamado, y revisé la última llamada que hice.

—¿Fue a él?

—Sí, y no recuerdo nada de esa noche, aunque he tratado de recordar, es como si nunca hubiera salido de fiesta.

—Es normal teniendo en cuenta lo que me imagino que bebiste.

—De seguro le dije algo tonto y se molestó.

—No lo creo, a Maggie tampoco le responde la llama.

—¿Piensas que le pasó algo malo? —el rubio me miró serio.

—Es Rydian de quien hablamos, a él no le pasan cosas malas, en esto sería al revés.

—¿Qué dices, Ezran?

—Que el Rydian que conozco y el que tú conoces son muy diferentes, pero nada por lo que asustarse, él se sabe cuidar y defender muy bien, nada más.

Me quedé pensativa, ¿me está diciendo que no lo conozco del todo o qué? La cosa es, que de cierta forma le encontraba sentido, al castaño jamás lo terminaría de conocer, porque a las personas jamás se les termina de conocer, ellas son tan infinitas en su evolución personal, que cambian constantemente.

—No le des tantas vueltas, tú le importas y eso lo sabemos todos —se puso de pie —. No te preocupes, trataré de averiguar por qué no responde las llamas, ¿Ok?

—Ok, gracias.

—Es un gusto ayudar en algo, de paso distrae mi mente de no pensar en...

Se calló a sí mismo, incapaz de decir el nombre del moreno. Había algo que no me dejaba de dar vueltas y era lo innecesario que fue el que se separaran, si se siguen queriendo y ambos están mal, ¿para qué torturarse de esa manera?

—¡Bassett, más te vale seguir corriendo y no volverte a sentar en esa banca! —le llamó la atención el profesor de deportes —¡Y usted, la castaña que habla con ese perfecto muchacho! —me miró negando —¡Deje de distraerlo!

Ezran y yo reímos, ¿Qué yo distraía al rubio? Si a él ni siquiera le interesa el género femenino, claro que eso, el entrenador no lo sabe.

—Te llamo si encuentro algo —me avisó —, nos vemos —se alejó de mí para volver a su entrenamiento.

Aburrida, decidí ir a las duchas y darme un baño, el agua tibia cayó sobre mi piel regalándome, cerré los ojos y pude ver al castaño, sonriéndome y haciéndome sentir bien.

—¿Cómo estarás? —susurré.

—Bien —hablaron, y abrí los ojos.

—Sí, se ven bien juntos —opinó la voz de una chica.

—Eso es porque Mónica luce como una princesa y Rydian como un ángel caído del cielo —comentó otra vos de una chica.

—Muy cierto, y que bueno que se haya quedado con Mónica y no con esa becada.

—¡Qué horror! —rieron —Él tan guapo y ella tan...

—Plana y sencilla —estallaron en risas.

—Estoy segura de que él solo se acercó a ella por lástima, si hasta se rumorea que metió a su madre a la cárcel para que el profesor Harris la adoptase.

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