Capítulo 18

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Aveline Morris.

Nunca justificaré la violencia porque yo la he vivido en carne propia, me ha tocado el dolor de odiar estar en mi piel, de estar en mis zapatos y de soportar mis cargas. Enfocarse en el dolor que aquello conlleva te hace dudar de todo lo que te rodea, hasta de tu propio reflejo, te pierdes al intentar descubrirte y cuando crees que ya lo has hecho, viene esa cachetada que te exclama «¡Idiota!» con todas sus letras.

Quienes sigan creyendo que la vida es fácil y que los sueños jamás se rompen, son las personas que más hay que cuidar de la verdadera agresora, la victimaría más despiadada que muchos y muchas ya conocemos: la vida.

—¿Por qué se demoran tanto en darnos noticias de Laura? —preguntó Maggie con frustración, sin dejar de caminar de un lado al otro en la sala de espera —¡¿Tan difícil es decirnos si está bien o no?! —exclamó.

—Nono sabe lo que hace, confía en él —hablé, ubicándome en frente de la rubia para que dejase de caminar —Entiendo lo importante que es para ti, pero debes mantener la calma o podrías hacer una tontería de la que seguro te arrepentirás —le aconsejé.

—La única tontería que haría es ir a ver cómo está Laura —habló irritada.

—Intenta ayudar, Maggie —mencionó el castaño.

—Lo sé y lo siento, Aveline —se disculpó la rubia —. Estoy nerviosa, no te lo tomes personal.

Pasó por mi lado dirigiéndose a una máquina expendedora, suspire antes de tomar asiento junto al ojos café.

—Laura es como nuestra madre —me explica Rydian —, confiamos mil veces más en ella que en mamá y eso ya es decir mucho... No podemos perderla, es así de fácil —suspiró.

En silencio recosté mi cabeza sobre su hombro y entrelacé nuestras manos, estaba a gusto y tranquila, pero él no, su mente estaba en Laura que recibió un disparo cerca del vientre por parte de unos delincuentes que intentaron entrar a la mansión Monroe.

Impulsiva -como siempre- deje un delicado beso en el cuello del castaño. Beso que bastó para verlo relajar los hombros y soltar todo el aire que estaba conteniendo.

—Estará bien —le aseguré, besando su mejilla.

—Eres extraordinaria —soltó, sin apartar su vista de la mía —. Es impresionante como puedes hacer que mi corazón se vuelva loco —susurró, dirigiendo mi mano a su pecho.

Deje de respirar inconscientemente por unos segundos, conté cada uno de sus latidos en mi mente mientras eso pasó.

—¿Debería decirle a un doctor que te revise? —bromeé.

—Deberías dejarme besarte —propuso —, si gustas, por supuesto —agregó, sacándome una sonrisa.

—¿No debería ser al revés? —cuestione —Yo debería hacer que sonrías, no tú a mí.

Sonrió genuinamente.

—Tú me haces sonreír hasta cuando no estás cerca, principessa —acaricio mi cabello —. Te robaste todo de mí, pensamientos, corazón y...

Se acercó a mí, bajando su mirada hasta mis labios que sin querer humedecí. Estábamos a punto de fundirnos en un beso, cuando alguien se aclaró la garganta, me alejé de inmediato del castaño.

—Lamentó interrumpir —habló Nono —, pero la señorita Laura ya salió de cirugía, creí que querían saber de ella.

—¿Cómo está? —preguntó Maggie, que no me había dado cuenta de que estaba parada a mi lado.

—Estable —le respondió Nono —, aún no despierta y probablemente no lo haga por unas cuantas horas. Perdió mucha sangre y está débil, pero estoy seguro de que se recuperará pronto. Ahora, deberían ir a casa y descansar un poco, el hospital les avisará cuando ella despierte.

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