Capítulo 30

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Aveline Morris.

Dicen que la parte más importante de la vida es cuando debemos tomar decisiones, pues son ellas quienes le darán forma a nuestro futuro, a nuestra vida. Te diría que decidas bien, pero es necesario caer, golpearte fuerte, dejar que el dolor se adueñe de ti, recordar, olvidar, volver a recordar y finalmente arreglar el desastre que eres y que somos todos.

El señor Monroe estaba por ponerse de pie cuando dos señores de vestimenta negra entraron a la sala y tomaron a Rydian por los brazos, inmovilizándolo y alejándolo de su hermano, a quien le sangraba la nariz y el labio.

—Bastardo —escupió el castaño -, maldito loco.

El mayor de los Monroe miro a su hermano con una sonrisa ladina mientras pasaba una mano por su nariz para dejar está empapada de sangre.

—Has mejorado con los golpes —le felicito —, pero hermanito...

Se acercó a Rydian y le dio un puñetazo en el abdomen, seguido de otro y otro.

—Aún te falta —finalizó.

Ver a mi ken de revista toser por ser golpeado me dio el subidón de fuerza que necesitaba para poder ponerme de pie y caminar hasta él sin ayuda de nadie.

Unos pasos más eran los que faltaban para llegar a él, más no logre mi cometido al caer en cuenta de que también eran unos pasos más para llegar al ser humano que más detesto en la vida.

—¿Qué pasa? —me pregunta la escoria humana —¿No soportas tenerme cerca?

Da unos pasos en mí dirección a lo que yo retrocedo.

—¿O quizás es miedo?

Avanza a mí dispuesto a abrazarme, pero Rydian logra soltarse de los agarres de los hombres y se interpone justo a tiempo para que su hermano no me toque.

—No te atrevas —le amenaza.

—¿O qué? —le responde Dash —¿Qué me vas a hacer, hermanito querido?

—¿Quién eres?

El castaño parece dejar sin palabras al imbécil, pues se ha puesto serio y no dice nada por unos segundos.

—Soy tu hermano y el hombre que se cogió a tu novia —le responde con suficiencia.

Rydian al instante le vuelve a dar un puñetazo, esta vez con más fuerza y con más odio.

—¡¿Te parece qué es para alardear?! —exclama —¡¿Te sientes orgulloso?! ¡Tú no te la cogiste ni te la follaste ni mucho menos le hiciste el amor! ¡Tú te aprovechaste de ella como el bastardo asqueroso que eres!

Los hombres de negro vuelven a inmovilizar al castaño por los brazos, ahora sin cuidado alguno de que sus agarres le hagan daño.

—En serio me estás cansando —habla entre dientes, Dash —¿Por qué no dejas tu escena de novio defendiendo a novia para después? La verdad es que no sé por qué tanto drama sí a ella le encantó.

—¿Te parece qué le encantó? —interroga Joel, poniéndose de pie y caminando hacia mí —¿En serio te parece?

A Dash se le borra la sonrisa de la cara en cuanto nota a Joel.

—Por favor, conozco a esa niñita mejor que tú y te aseguro que le encantó —habla papá desde su asiento.

—Eso es verdad —le apoya mamá.

Joel los ignora y mantiene su vista fija en el hijo mayor del que era su mejor amigo.

—Claramente heredaste la locura de tu madre —suelta sin delicadeza.

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