Nivel 23

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"Deseo que pases un feliz día"

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Apagó la pantalla y dejo el móvil sobre la cama, seguía preguntándose por qué lo seguía intentando. Cubrió sus ojos con su antebrazo, el aire saliendo de sus pulmones en un largo suspiro. No había nada que ofrecerle, nada que pudiera hacer que le mirara con otros ojos. Ya nisiquiera podía decir que era bueno en lo único que pensaba que era bueno.

Su puerta sonó en repetidas ocasiones obligándole a salir perezosamente de la cama, apenas se había preocupado en colocarse una sudadera que había usado el día anterior y los primeros pantalones de pijama que se le atravesaron en su camino. Del otro lado, una alegre Irina le recibió con una hermosa sonrisa, como siempre. Llevaba una linda camisa blanca y un suéter tejido color verde menta que antes le había visto usar. Su cabello recogido en una cola alta que resaltaba sus facciones. Borró su sonrisa en cuanto le vio.

— Rub ¿Por qué no estás listo aún? Tenemos clases en 20 minutos — Reprendió la castaña clara, apretando los libros que tenía entre sus brazos.

Rubén dejo caer su peso en el umbral de la puerta, recostando su cabeza en el marco, mirándola desde su altura.

— No iré a clases hoy.

Irina abrió los ojos con sorpresa y preocupación.

— ¿Cómo que no irás a clases hoy? Rub, hoy tenemos la primera revisión de pintura ¿Es que acaso lo olvidaste?

Negó sutilmente.

— No lo olvidé — Encogió sus hombros — ¿Para qué ir si no tengo nada que entregar?

Irina mostró una mueca de pesar, alzando su diestra para acariciar con el dorso la mejilla del más alto.

— ¿Sigues con el bloqueo? Te dije que puedo ayudarte a montar algo, solo tienes que pedirmelo y te ayudaré con gusto.

Rubén cerro los ojos ante el frío y suave tacto de su mano. La ayuda estaba allí, solo tenía que pedirla y sabía Irina le sacaría de su pesar. Cuánta razón pero a su vez cuánta irracionalidad. Estiró su mano hasta tomar la estrecha cintura, atrayéndole hasta su cuerpo con un delicado jalón. El rostro de Irina se encendió en colores rojizos, observando hacia otro lado al no poder mantenerle la mirada.

— No vayas a clase, quédate conmigo.









— ¿A dónde vamos?

Cinco veces había respondido ya a esa pregunta, en ninguna había cambiado su respuesta y parecía que ninguna había sido escuchada por el rubio sentado junto a él. Con suma paciencia, volvió a contestar.

— A mi casa.

Y una vez más esa mirada que rebosaba en doble sentido.

— ¿Qué vamos a hacer?

— Tú, dormir. Yo, asegurarme de que no te ahogues con tu vomito — Respondió de nuevo.

Escuchó un suspiro de decepción, seguido de un tirón en el cinturón de seguridad.

— Eres un Flanders ¿Para eso me sacaste de la fiesta? ¡Flanders! ¡Flanders! — Volvió a tirar del cinturón de seguridad — Déjame bajar, para el auto.

Sujetó con fuerza el volante, manteniendo la velocidad sin cambio.

— ¿A dónde piensas ir a esta hora? No conseguirás un taxi y aunque lo hagas, no tendrás con qué pagarlo.

OtherLife [Rubegetta] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora