— Un permiso, un permiso ¡Quítate! — Exclamó Fargan perdiendo la paciencia.
El estudiante se giró en su lugar, disculpándose por estar obstaculizando el camino de las gradas. Los tres se abrieron paso hasta encontrar un lugar libre bastante amplio y con buena visibilidad, la música de la banda estudiantil animaba mientras las porristas realizaban sus intrincadas coreografías. Samuel exhaló un cansando suspiro, abriendo un poco el cierre de su chaqueta para darle un poco de paso al aire frío. Aún no comenzaba el partido y ya quería que se acabara.
Los tres se habían dividido las labores; Samuel se hacía cargo de llevar las bebidas, Willy de los dulces y las palomitas de maíz y Fargan el montón de cosas para animar. El castaño no escatimó en los implementos que iban desde camisas con los colores característicos del equipo que lucían un llamativo texto "El Portero en Banca es el Mejor", manoplas de espuma con la impresión "El 12 es el N°1" y una fastidiosa trompeta que si volvía a sonar Willy se la metería por dónde no le pega el sol.
— Este lugar es muy bueno, tenemos vista de la banca también — Comentó Willy, ayudando a Samuel a dejar las bebidas sin derramar en el suelo.
— ¿Cuándo salen? — Cuestionó Samuel.
— Los visitantes ya están fuera, el equipo saldrá seguro cuando terminen las porristas — Indicó Fargan.
Y justo así fue, en cuanto se detuvieron las piruetas la música se volvió más alta. El comentarista deportivo, un estudiante de comunicación que se habrá propuesto al puesto, dio la bienvenida al equipo de la universidad. Todos en la grada de casa se levantaron en ovación a los deportistas, gritando fanfarrias que por supuesto ninguno de los tres se sabía. Fargan le alcanzó una manopla a Samuel y otra a Willy, agitando él mismo la propia como si su vida dependiera de ello.
— ¡Luzu! — Gritó Willy al reconocer esos lisos cabellos castaños que se encontraban sujetos por una bandana deportiva.
El nuevo futbolista alzó su mano enguantada, saludado con timidez hacia sus amigos, logrando leer lo que sus enunciados decían. Pronto todos tomaron asiento mientras el árbitro llamó a los dos capitanes de quipo, arrojando la moneda para decidir quién comenzaría; Cruz, el equipo contrario. Los jugadores buscaron sus posiciones en la cancha y el resto tomó la banca, un pitido anunció el comienzo del partido.
No sabía cómo describir la escena que siguió a continuación desde la perspectiva de esos tres. Willy era el único que comprendía las reglas básicas de juego, sabiendo diferenciar entre los delanteros, los defensa y los laterales. Fargan por su parte intentaba deducir las faltas y los movimientos en el partido como en todas esas veces que había visto a Luzu jugar Fifas, más aquí no había una barra flotante que saliera cada que el árbitro pitaba para indicarle qué había ocurrido. Samuel, bueno Samuel solo veía personas ir y venir tras un balón como moscas yendo en busca de basura.
— ¿Puedo?
Samuel ladeó su cabeza hacia el recién llegado que fue recibido por un fuerte abrazo por parte de Fargan, saludó al rubio con una asentida en respuesta su movimiento de manos, teniendo que correrse unos cuantos lugares para dar espacio. Rubén no llego solo, junto a él iban los reconocidos Irina y Mangel, quienes se sentaron a su lado saludando a los tres con encantadoras sonrisas. El rubio se veía diferente, portando una chaqueta americana de color vinotinto que le hacía ver más grande de lo que ya era y unos jeans que, para sorpresa del pelinegro, si parecían ser de su talla y estar bien colocado, acompañados de unas Vans blancas. En su cabeza llevaba un gorro de lana negro del cual se salían algunos cabellos rubios de su flequillo.
— ¿Me perdí mucho del partido? — Cuestionó el rubio, recibiendo a gusto la manopla que Fargan le entregó.
— Acaban de comenzar — Tranquilizó, sacando una banderita la cual tenía impresa en una de sus caras el rostro de Luzu y que comenzó a ondear.
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OtherLife [Rubegetta]
FanfictionBienvenido Vegetta777 ¿Listo para OtherLife? 🔍Buscar Amigos: Rubius Mensajería ✉️ Vegetta777:¿Estás disponible? Rubius: Para ti, siempre. ¿Cuando la ficción comienza a ser mejor que la realidad? En cuanto nuestros deseos pueden ser cumplidos por el...