Nivel 30

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La tarde pasó entre risas y comentarios jocosos por parte de Luzu, Willy y Fargan. El ambiente tenso había pasado a un segundo plano, y aunque todos los presentes seguían teniendo el tema en mente, nadie volvió a tocarlo por lo que restaba del día. Samuel aguardó con ellos lo más que pudo pero no podía tampoco quedarse demasiado, tenía muchas cosas que hacer de la universidad que no pudo por la visita inesperada de Rubén el día anterior.

Estaba muy preocupado por Fargan, la sola posibilidad de que pudiera caer de nuevo en ese pozo sin fondo era inimaginable. Eran unos críos en ese momento, ahora no sabría qué tan fácil sería controlar los problemas de Fargan si llegaba a ese límite. No estaba su madre para obligarle a ir a terapia, sería difícil. No dejó de pensar en ello en ningún momento, planteándose todas las posibles salidas en caso de tener que recurrir a la fuerza para internarlo de nuevo en un centro de rehabilitación.

Tomó las escaleras de la residencia en lugar del ascensor, meditando en silencio. Apreciaba mucho a Fargan, no pretendía permitir que recayera en drogas así tuvieran que atarlo a su cama para que no salga. Apretó los dientes y chasqueó su lengua con fastidio. Drogas, joder Rubén. El mismo asqueroso problema ¿Por qué? De todos los gustos que tenían que compartir él y Fargan, algo tan deleznable como eso debía ser uno de ellos. No saber en qué medida de adicción podría encontrarse le ponía de peor humor, al menos no le ha visto en el estado tan desagradable que antes se encontraba Fargan.

No tenía que tomarselo como una batalla propia, que su amigo haya pasado por una dificultad parecida no le obligaba a salvar a todos los conocidos que también pasaran por ella. No era su batalla, claro que no.

Detuvo su andar a mitad de pasillo hacia la salida, fuera el anochecer ya estaba en su apogeo. Rubén ya no era solo un conocido ¿Cierto?

— I wanna dance, the music's got me going. Ain't nothing that can stop how we move, yeah.

Los pensamientos de Samuel se disiparon ante la voz cantarina que llegó desde el fondo del pasillo. Curioso observó hacia su espalda ¿Quién podría estar cantando tan despreocupadamente en ese lugar?

— Let's break our plans and live just like we're golden, and roll in like we're dancing fools — Continuó la elocuente voz.

Junto a un carrito amarillo, lleno de productos e instrumentos de limpieza, se encontraba una danzarina joven. Utilizaba un enterizo verde militar, el uniforme del personal que se encargaba del mantenimiento de la universidad. De piel morena, figura redondeada, baja estatura y cabello rizado peinado perfectamente en un alto moño. Tenía conectado los audífonos en sus oídos, ignorando completamente la presencia de Samuel allí mientras continuaba haciendo alguna especie de coreografía junto a la escoba de barrer.

— We don't need to woooooorryyyyy — Entonó con emoción y desafinación — 'Cause when we fall, we know how to land. Don't need to talk the talk, just walk the walk tonight, 'Cause we don't need permission to dance.

Sam esbozó una ladina sonrisa, divertido y a su vez extrañado por lo que estaba observando. Sin dudas la pequeña no contaba con ninguna actitud en baile y aún así parecía estar disfrutando cada movimiento que daba. La escoba había pasado de ser su instrumento de limpieza, para convertirse en un micrófono improvisado.

— Na, na, na, na, na, nana. Na, na na, na, ¡naaaaa! — La morena chica dolor un grito al girarse y encontrarse con Samuel observándole, la escoba cayendo al suelo y generando un fuerte estruendo — ¡Oh por dios! Qué vergüenza, lo siento. Perdón — Se disculpó con rapidez, intentando tomar la escoba de nuevo. Terminando por arrojar alguno de los productos al suelo gracias a sus nervios.

Samuel giró sus ojos ante el penoso evento, terminando por acercarse hasta la pobre para ayudarle con su desastre, intentando deshacer un poco la vergüenza que pudiera tener.

OtherLife [Rubegetta] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora