Nivel 45

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El vapor se elevaba invitando a la intrépida felina a jugar con las formas que hacía en el aire, solo la mano de su dueño la mantenía a raya de no pisar la tela oscura o de quemarse con la plancha de ropa. No parecía comprender lo que pasaría si tocaba el caliente metal, ensuciar la ropa con su pelaje si le daba igual.

Samuel tendió el saco en un gancho, alejándolo del alcance de Kira en lo alto de su armario. Abrochó los botones de sus muñecas y después uno a uno los que le faltaban para cerrar la camisa. Deshaciendo el botón de su pantalón, introdujo la prenda en su interior para luego acomodarla y volver a ajustar tanto el botón como la correa que le mantendría en su lugar. Escogió una corbata azul marino que con destreza anudó y ajustó en su cuello, sacudiendo el polvo invisible de la superficie de sus hombros antes de tomar el saco y colocárselo.

— ¿Plateado o dorado?— Cuestionó hacia la gata que había estado pidiendo su atención con maullidos, mostrando ambos relojes a la espera de su decisión — Plateado ¿Segura?

Kira volvió a maullar y lo tomó como un sí, guardando el reloj que no iba a usar y colocándose el que sí en su mano derecha. Mientras cerraba el broche, se dio un vistazo en el espejo para comprobar su imagen. Estaba tan bien vestido como para ir a una graduación, una boda o a conocer al mismo Papa y en cambio se estaba encaminando a un local de comida posiblemente poco salubre gracias a la idea de sus amigos. Tan absurdo que cada que lo recordaba quería reír, pero si irían a a hacer el ridículo...

— Mejor hacerlo bien vestidos — Completó en voz alta, pasando las manos con poco gel por su cabello, peinándolo hacia atrás.

La pantalla del teléfono se encendió con otro mensaje que rogaba porque Samuel se apresurara y fuera a retirarlos o seguro alguien moriría por la espera. Tomó las llaves de su auto y las de la casa, guardó la cartera en su bolsillo junto al móvil. Antes de salir se aseguró de que Kira tuviera comida y agua, dedicándole un tiempo a mirar la bolsa blanca sobre su comedor que dejó justo allí para salir de su morada.

Por consenso de todos prefirieron llevar un solo auto para asegurarse de evitar accidentes, el de Samuel era el más grande así que fue el elegido mucho antes de que el mismo dueño supiera. Eso precisamente no era lo que le había causado fastidio al moreno, allí frente a su casa ya estaban todos esperándole pues habían llegado en taxi. Cada uno más elegante que el otro:

Fargan, usando un traje gris oscuro, camisa blanca, corbata azul.

Willy, de traje negro, camisa blanca, chaleco gris y corbata del mismo color.

Luzu, de traje gris claro, chaleco del mismo color, pantalón negro, corbata negra y camisa roja.

Rubén, en traje completamente negro, camisa negra y corbata roja.

Cristina, en un deslumbrante vestido color vino de mangas largas y cuello tortuga, tacones altos dorados, argollas doradas y su dorado cabello atado en un moño alto.

E Irina, en un vestido azul cielo de corte corazón y falda olgada hasta las rodillas, tacones bajos blancos y el cabello suelto sobre sus hombros.

Una salida que sería cuando mucho interesante, para quien supiera o no de contextos. Luzu silvó mientras el resto comenzaba a lanzar exclamaciones ante la presencia de Samuel, halagando su buen vestir como si fuera el único allí con un traje.

— Uis, qué ¡Guapo! — Gruñó Fargan, sujetando a Samuel del saco para dejar dos efusivos besos en sus mejillas — ¿A dónde vas tan precioso, mi amorrrrrr?

Samuel bufó fastidiado de que estuviera arrugando el traje, sonriendo apresar de su humor al recibir el saludo de Cristina.

— Si no vas a mi graduación en traje, espero que no vayas — Saludó la rubia, dando un fuerte abrazo que Samuel secundó encantado.

OtherLife [Rubegetta] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora