Nivel 60

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El reloj sonó y fue ignorado, una segunda alarma también fue activada pero de la misma forma fue silenciada de un manotazo seguido de una queja entre dientes. El sueño era más importante que esa clase a primera hora de la cual el moreno había estado hablando, supuso que no tenía una tarea importante que entregar ese día o posiblemente habría asistido así el cielo se estuviera cayendo a pedazos. El sueño se le había esfumado parcialmente, disfrutando adormilado de la calidez que le brindaban los grandes brazos que lo envolvían. Su rostro estaba apoyado sobre ese pecho que se movía de arriba abajo con cada lenta respiración, los sonidos de su corazón funcionando como una nana relajante que despejaba su mente de cualquier mal pensamiento. Había vuelto a caer en un profundo sueño por un tiempo imperceptible siendo interrumpido por un maullido lejano y repetitivo, había logrado pasarlo por alto hasta que su almohada de carne personal decidió levantarse para ir a atender a la minina.

Aún se encontraba entre los brazos de morfeo y el despertar, atontado por esas pocas horas que había podido conciliar el sueño e irritado por tener que despertarse en contra de su voluntad. Entre abrió los ojos después de un par de parpadeos para enfocar su borrosa vista, encontrando al mayor abriendo la puerta de la habitación para dejar entrar a la histérica Kira quien al instante se restregó contra la pierna del moreno en busca de su atención. Volvió a parpadear perdido en la vista de ese tonificado cuerpo de pie a unos metros suyo vistiendo nada más que unos boxers negros, su cabello del color de la noche despeinado y su rostro cansado luciendo tan desalineado pero excesivamente atractivo. Dudaba de la expresión que había puesto en su rostro, en cuanto Samuel volvió su mirada para verlo esbozó una media sonrisa burlona mientras regresaba a la cama.

— Te vas a babear — Su tono de voz ronco lo estremeció.

Cerró  la boca al darse cuenta que la había tenido abierta por unos largos segundos mientras estaba hipnotizado disfrutando de la belleza de aquel hombre. Su rostro se calentó por la vergüenza pero su mente seguía tan adormilada que no procuró ninguna queja en voz alta, moviéndose para recibirlo de vuelta a su lado. Samuel tampoco se encontraba aun en sus 5 sentidos, tropezando mientras se volvía a colocar en la cómoda posición que antes estaba. Atrajo de nuevo a su pecho al embobado rubio, acariciando sus despeinados cabellos y hundiendo su rostro contra su cuello dando una honda respiración dispuesto a volver a dormir. Su acto fue de lo más natural y sin un ápice de duda ante su posible reacción, sintiendo sus acciones completamente normales dentro de la confianza que ya se tenían estipulada. Ignorante de lo rojo que se encontraba ahora el rostro de Rubén y lo muy despierto que su cerebro estaba a causa de su demostración de intimidad.

No era incomodo ni molesto, solo nuevo. Nunca antes había experimentado algo como eso y no se refería específicamente a despertar junto a una persona en su cama, tampoco al hecho de acurrucarse a su lado o ser algo cariñoso. Posiblemente se debía a que era Samuel quien se encontraba abrazándolo y siendo tan atento, tenerlo así de cerca mientras descansaba y siendo el centro de atención de sus caricias era completamente irreal. Se sentía tan íntimo y de una forma que no lograba explicar, aun cuando aquello carecía de cualquier connotación sexual. Sus piernas entrelazadas, la presión que ejercía su pecho cada que respiraba, la calidez del brazo alrededor de su cintura, los dedos acariciando sutilmente los cabellos de su nuca, el aire caliente exhalado en contra de su cuello. Su cuerpo se encontraba demasiado sensible o era su cabeza la que estaba exagerando todo tal vez por el reciente despertar, se sentía volar entre las nubes.

Quiso controlar sus impulsos y quedarse lo más quieto que podía para no perturbar su descanso, sacudiendo lejos sus pensamientos que estaban haciendo estragos con su pulso. Intentó mantenerse en paz pero mientras más lo hacía más se aceleraba su corazón, el calor ya no se encontraba solo en su rostro sino que también lo sentía en cada rincón de su cuerpo. Pensó con alegría que al menos el mayor se había dormido y eso impedía que notara lo ridículamente emocionado que se encontraba.

OtherLife [Rubegetta] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora