Nivel 8

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— ¿Rubius?










Cómo si el tiempo se hubiese congelado, aquel pintor desconocido se petrificó en su lugar.

— Te estás equivocando de persona, ese no es mi nombre.

— ¿Seguro que es un error?

Samuel metió la mano dentro de su bolsillo sacando su celular, mostrándo el dispositivo como si de un arma blanca se tratara. Entonces el pintor peinó sus cabellos hacia atrás, deshaciéndose de la capucha de su sudadera y dejando a relucir su rubia cabellera no natural, mirándole amenazador. Samuel no necesitaba más pruebas, su corazón estaba encogido.

— ¿Estás seguro que me equivoco? — Encendió la pantalla del teléfono, dando click en "Encendido".

Una franja negra se había trazado a lo largo del lienzo por un movimiento involuntario del cuerpo de ese desconocido. Ya no le miraba con amenaza, su expresión era de completo pánico. Quizás por haber sido descubierto y su secreto saliera a la luz, o de haber dañado la pintura que tanto le había costado realizar. Samuel no tuvo compasión alguna hacia el lienzo, subió toda la intensidad de dicho aparato casi causando que el rubio cayera de la silla donde estaba.

— ¿Sigo equivocándome? ¿Sigue siendo una simple coincidencia? — Cuestionó sin expresión, mirando al rubio que rehuía de su mirada.

— Ya... Por favor. Para ya — Suplicó entre dientes agarrándose del asiento.

Samuel apagó entonces su celular, regresándolo al resguardo de su bolsillo. La situación era tan irreal, se sentía flotando como si todo aquello no se tratara más que de un simple sueño. Rubius, esa chica con la que había estado semanas hablando resultaba ser un hombre. Estaba tan molesto e indignado, no quería creerlo. Dio un paso hacia adelante y el delgado rubio se levantó de la silla con las piernas temblorosas, alejándose de él temeroso de que fuese a pegarle.

— ¿Qué pretendías hacer? Debió ser muy divertido para ti burlarte de mí ¿No es así? — Mantuvo la voz baja para que nadie fuera de ese taller les escuchara, no deseaba que esa información saliera de allí — Un engaño para conseguir dinero.

Uno a uno los recuerdos de las cosas más vergonzosas que hicieron llegaron a su mente. Esa sensación que antes tenía en la boca del estómago se transformó en ganas de vomitar todo lo que podía haber consumido ese día. El pensar que el otro siquiera podía usar esa información en su contra.

— ¿Qué? No, yo no — Tragó en seco — Yo no me estaba burlando de ti. Jamás te afirmé que fuera una mujer, ni siquiera pedí tu dinero para empezar. Fuiste tú quien asumió que yo era una chica y quisiste donarme.

— ¿Me vas a decir que todo lo hiciste por qué querías? ¿Sin ánimo de lucro? — Alzó una ceja incrédulo a punto de reírse de manera sínica — ¿Eres gay?

Rubius le encaró al escuchar esa última pregunta, fulminandolo con la mirada. Samuel llegó a pensar que en cualquier momento se lanzaría a pegar, más el delgado solo se quedó de pie a unos metros.

— Si, jamás te dije que era un hombre, pero tú jamás me preguntaste al respecto. Quisiste creer lo que tú querías que fuera, o como querías que luciera. Y eso, es muy problema tuyo, Vegetta — Alzó el mentón — ¿Ahora qué vas a hacer? ¿Irás por allí comentando lo qué hago en el juego? O mejor ¿Me irás tachando de marica con tus amigotes? Es más, has lo que te salga de los cojones.

Tomó su mochila del suelo, saliendo del taller sin siquiera dedicarle una mirada más al moreno. Samuel solo se quedó allí parado unos segundos más, en completo silencio y sin terminar de procesar lo que había pasado. En su pecho creció una enorme desilusión que se transformó en irritación. Saliendo del taller donde deseó no haber entrado.

OtherLife [Rubegetta] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora