Nivel 24

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Tan pesado pero tan relajado ¿Por qué dormir era tan espectacular? Quien dijese que había algo mejor que dormir simplemente no había tomado un buen sueño en su puta vida. Dios, una posición tan cómoda que no quería perder y se negaba a hacerlo. Pero de nuevo esa punzada en la base de su cabeza y la luz ¿De dónde venía la luz? Cubrió sus ojos con uno de sus antebrazos, llevando su otra mano a rascar su abdomen. Oh, por eso estaba tan fresco, su sudadera estaba casi en su cuello.

Frunció su entrecejo y descubrió sus ojos, su cuerpo llevándole a incorporarse de golpe. Esa no era su cama y ese definitivamente no era su cuarto. Sus pantalones ¿Dónde estaban sus pantalones?

— Nada de lo que pasa por tu cabeza pasó — La primera impresión de Rubén fue tirar de las mantas hacia arriba para cubrir sus piernas. Desde que despertó todos los recuerdos le habían llegado, y aunque sabía de quién se trataba el cuerpo acostado a su lado pensó que con algo de suerte podía tratarse solo de un sueño. Pero quizás no — Te dio un golpe de calor a mitad de la noche y quisiste quitarte la ropa, solo eso.

Que hizo... ¿Qué? Cubrió su rostro con ambas manos, su cabeza seguía latiendo y ya no sabía si se debía a la resaca, los recuerdos que volvían a su mente en cascada o por la vergüenza.

— ¿Qué de todo lo que recuerdo... pasó? — Cuestionó, muy a sus adentros sin tener ganas de que esa respuesta fuese respondida con la verdad. Cada cosa era peor a la que venía después.

— Depende de qué recuerdas — Murmuró sin despegar el rostro de la almohada, aún somnoliento.

— ¿La vergüenza del auto?

— Pasó — Aseguró.

— Me puse a llorar...

— También.

— ¿El viejo bailando sin camisa?

— Eso lo alucinaste.

Bueno, tenía sentido. Después de todo ¿Por qué había un vago bailando tango en la sala de estar de Samuel? Entreabrió sus dedos para observar hacia el pelinegro, aunque el rostro de este estuviese escondido en la mullida almohada.

— ¿El... los besos?

Escuchó cómo Samuel tomaba una honda respiración.

— Ajá — Respondió simple, sin un cambio significativo en su voz.

Y lo admitía así, sin más. Sin una tosca mirada o un "vete de mi casa" ¿No iba a insultarlo o algo? Rubén descubrió su rostro, que el contrario estuviese tan tranquilo era mucho más aterrador que verle enfurecido. Si parecía más irritado porque no lo dejaba seguir durmiendo que por el tema en cuestión.

— Algo más de lo que deba... ¿Estar al tanto?

— Aparte de hablar más que radio y no dejarme dormir, no.

Oh, pues no se lo esperaba. A decir verdad, pensó que había pasado más vergüenza de lo que realmente pasó. Al menos no se puso a hablar de conspiraciones terroristas y cosas así, perfecto. Suspiró aliviado y dejó caer su espalda de nuevo hacia la cama, no le había corrido aún de su casa así que seguramente no le molestaría si se quedaba recostado un poco más.

— ¿Por qué parece que siempre que nos vemos tengo que pasar vergüenza de una u otra forma?, qué injusto — Cruzó los brazos tras su espalda, observando hacia el techo.

Aún con toda la vergüenza que pudo haber pasado se sentía tan tranquilo ahora, no podía decir que deseara correr o escapar de alguna forma ¿Qué conseguiría con eso? Al parecer no importaba qué tanto corrieran en direcciones opuestas siempre terminaban coincidiendo por temas en común; el acosador, ahora sus amigos y hasta en fiestas. Huir ahora sería tonto, sabiendo que terminarían encontrándose en la universidad después. Ya que, se había resignado a que el otro viese siempre su parte mala.

OtherLife [Rubegetta] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora