Nivel 44

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— ¿Quieres algo? — Adentró la cabeza en ese pequeño refrigerador que la universidad disponía en las habitaciones, con el fin de que los estudiantes pudieran conservar comida en ella. Él no podía ver más que cervezas y un jugo que parecía ya estar caducado. Tomó una de las latas, estirando una nerviosa sonrisa — Tengo cerveza. Lo siento, solo tenemos eso.

— Está bien. Una cerveza, no hay problema — Tranquilizó la rubia, tomando la lata de cerveza en sus manos.

Willy aprovechó de sacar una para él, bajando casi la mitad de su contenido en un solo y seco trago. No podía hacer más que esbozar esa nerviosa sonrisa cada que sus miradas se encontraban, cayendo de vuelta en ese incómodo silencio. Su apariencia seguía dando mucho que desear, la única camisa que había encontrado para cubrir su torso fue esa con el emblema antidrogas que Fargan había dejado sobre la silla del escritorio.

— Fargan dijo que vendría pronto, así que... — Sonó su garganta, pasando la mano por su cabello por tercera vez intentando peinar el desastre — No se si quieres esperar a que me cambie y vayamos a hablar a un lugar mejor.

— Fargan no vendrá, él sabe que estoy aquí — Tranquilizó Cristina, negándose a su pedido. Si dejaba pasar más tiempo, así fueran solo unos miserables minutos, posiblemente se arrepentiría de continuar con la conversación.

— Oh — Entonces, Fargan lo sabía. El imbécil lo sabía y fue incapaz de informarle para estar tan siquiera presentable — Ya veo. Entonces, no sé si quieres comenzar tu o prefieres que yo comience.

Cristina asintió, abriendo la lata de cerveza en sus manos. Dio un sorbo por la valentía, arrugando su rostro por lo amargo del licor barato. La tensión de Willy disminuyó por un momento, encontrando ese gesto de lo más mono. Tantos días sin verla, tan guapa con ese suéter de lana blanco, jeans y el cabello recogido en una coleta alta. Con apenas maquillaje en su rostro, luciendo las pocas horas de sueño bajo sus ojos.

— Me contaron lo que les dijiste — Comenzó Cristina, mirando la lata en sus manos — Que no sabes que pasó, que no recuerdas nada. Quiero escucharlo, Willy.

El de ojos rasgados tomó asiento en su cama, dejando a Cristina sentada en la de Fargan. Una distancia que no le había pedido pero que él, por respeto, decidió darle.

— Estaba en esa fiesta, bebiendo y bailando. La estaba pasando bien — Narró — No sé en que punto perdí el conocimiento, apenas puedo recordar qué hice después de un par de cervezas y un par de chistes que hice con Fargan. Desperté aquí, con una resaca de mil cojones y sin tener idea de nada — Respiró hondo, sentándose derecho — No te voy a mentir diciéndote que no era yo el del vídeo, porque sí era yo. Tú lo viste, todos lo vieron. Pero yo también me enteré de lo que pasó esa noche gracias a él.

Cristina no regresó la mirada en ningún momento del relato, apretando sus labios con fuerza.

— No recuerdas nada — Murmuró.

— Sé que es difícil de creer, pero te juro...

— ¿Difícil? — Interrumpió la rubia, alzando la mirada entonces — No tienes ni idea, Guillermo — Llevó la cerveza de nuevo a sus labios, dando un sorbo más largo esta vez — ¿Quieres saber lo que he estado pensando todos estos días? Lo que pensé cuando Luzu y Fargan me contaron tu versión, lo que pienso ahora que te escucho. Solo me preguntó ¿Cómo? ¿Cómo puedo creer que no recuerdas nada? Que todo lo que vi no fue más que un accidente de tu mente borracha.

— Y yo lo sé, mierda. Te juro que lo sé y no puedo pedirte que me creas — Dejó la cerveza a un lado, antes de que fuera a derramarla — Es absurdo hasta para mí decirte esto, podría inventar una excusa pero prefiero decirte la verdad por más absurda que suene. Rogarte perdón, por mis actos.

OtherLife [Rubegetta] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora