Allí estaba yo, en mitad de una playa paradisíaca, cuyo rumor de las olas al estallar contra la orilla era como un susurro que me instaba a abandonarme a su suerte para abandonar aquél infierno en la tierra, viendo cómo el hombre que había estado a punto de contarme una terrible noticia (que más tarde me lamentaría de oír), se marchaba a toda la velocidad que le permitían sus piernas, dejándome con la miel en la punta de los labios.
Parpadeé, aún desconcertado por aquello, y convencido de que había creído escucharle decir «es mejor que no lo sepas» mientras huía, y miré a mi alrededor. La playa permanecía a mi derecha, mirándome con la solemnidad de quien ha estado ahí durante millones de años, observando cada uno de nuestros pasos, y el complejo se levantaba frente a mí, mostrándome la falsa seguridad que me había proporcionado durante el día anterior. ¿Qué iba a hacer a continuación? Ésa era la pregunta clave; no podía, ni quería, buscar a Fred y presionarle para contarme lo que había pasado en las instalaciones de Du Pont, aún no estaba preparado (ni lo estaría jamás, como sabría después) para escuchar el macabro relato de los acontecimientos. El papel sucio que aún conservaba en las manos, la copia que Fred me había entregado de nuestro propio escritor que trataba sobre mí, me quemaba en las manos (de forma metafórica, gracias a Dios). Bajé la mirada para observar, abstraído en la simplicidad del papel blanco-amarillento salpicado de letras que prometían producirme pesadillas durante los próximos días (en realidad fueron semanas) y me humedecí los labios con la lengua, resuelto a tomar una decisión en ese momento.
La ética, la moralidad, la ley y, probablemente, la razón me empujaban a telefonear a Crown para contarle lo ocurrido en las instalaciones de Du Pont, o al menos para ponerle sobre aviso acerca de lo que no me había contado Fred, pero no tenía el mínimo interés en hacer algo como aquello, al menos no en ese momento. Que Crown lidiase con el problema cuando éste se le abalanzase sobre el cuello, tal y como habría hecho con los trabajadores de aquella sección de la isla. Era algo injusto y horroroso (lo sé, y no estoy muy orgulloso de ello), pero creí divertido necesario que aquella gente recibiese en carne propia las consecuencias de sus actos. Supongo que buscaba intentar redimirme por lo que Kimble me había dicho en aquél sótano putrefacto (que más tarde descubrí que, efectivamente, se trataba de la “sala de calderas” de la que Morgan me había hablado con la indiferencia propia de quien dar por sentado que es algo por lo que nunca tendrá que preocuparse); en otras palabras, trataba de congraciarme con el paciente número veintitrés de Du Pont, aunque lo daba casi por imposible.
Llené los pulmones de aire tratando de despejar la cabeza, ya que me sentía bastante mareado por la decisión que acababa de tomar (había condenado a algo mucho peor que la muerte a gente que, cruel o inocente, había conocido en algún momento durante mi paso por este lugar), y eché a caminar sobre la arena fría y húmeda tras quitarme las sandalias que me había puesto para “disfrutar” de mi pedacito de paraíso en el infierno. No me explayaré mucho acerca de mi paseo, así que me limitaré a decir que, en un momento dado, ya a una distancia razonable del “hotel”, me desnudé y me metí de cabeza en el agua para tratar de sentirme libre.
…
Empezaba a anochecer cuando crucé el umbral de la recepción inexistente y observé, con cierto alivio, que no había demasiada gente en aquella pequeña sala de ocio por la que había salido por la mañana. Saludé con la cabeza a un par de celadores que andaban enfrascados en una partida de billar, quienes apenas me devolvieron el gesto por cortesía, y caminé en silencio pasando de largo ante la enorme televisión de pantalla plana donde alguien había decidido ver una de esas películas hollywoodienses de muchos disparos y explosiones con un guión cuestionable.
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Distopía
HorrorDistopía es una sociedad indeseable en sí misma, eso es exactamente lo que sucede en las instalaciones de este centro de investigación: una "sociedad" donde los médicos someten a los pacientes a pruebas invasivas y crueles sin importarles la integri...