Doctora Katia Raak, final.
Al llegar a la minúscula habitación común donde convivíamos los tres me encontré con la doctora Raak, que se encontraba sentada con una taza de café mientras leía. Los celos me pinchaban lo bastante como para hacerme plantear la idea de contarle que había visto a Annya bailando en el sótano del edificio con alguien, pero no estaba del todo seguro si debía de hacerlo o no: no era ningún chivato (aunque no te lo creas) y no tenía ningún derecho para desvelar aquél secreto… ¿o sí lo tenía? ¿Acaso era posible que me estuviese tentando la posibilidad de chantajear a la enfermera?
– ¿Estás bien, Straw? – preguntó Raak, haciéndome dar un brinco por el susto.
– Sí, sí – asentí en seguida. – Estoy perfectamente. – mentí.
– ¿Seguro? Parece que hayas visto algún fantasma. – espetó ella, divertida, mirándome fijamente mientras se llevaba la taza a los labios.
Había visto algo mucho peor que un fantasma, había visto un asesinato. Había oído rumores y había visto prácticas realmente espeluznantes por parte de algunos miembros del equipo de investigación, pero jamás había visto algo tan brutal y tan directo como a Katia Raak apuñalando el cerebro de un paciente; sin embargo el miedo a acabar llevando el uniforme de paciente me había asaltado de nuevo: Crown me lo había advertido directamente y muchos doctores me habían mencionado el asunto como de pasada, pero jamás le había prestado atención a todo aquello. Sin embargo lo vivido en aquella maldita habitación me había hecho preguntarme si no sería una amenaza real (en aquella época aún creía que no eran más que mentiras que me habían dicho para impresionarme. Ojalá hubiese hecho caso a aquellas palabras, antes de…bueno, ya te lo contaré en otro momento)
– Seguro que este sitio está lleno de fantasmas, ¿verdad? – dije yo tratando de sacarle información sin que ella lo supiese. No me atrevía a culparla directamente por lo que había hecho.
Ella dejó la taza de café sobre la mesa lentamente y cerró el libro sin dejar de mirarme, y sin dejar de sonreír. Se puso en pie despacio, como si no tuviese ningún tipo de prisa por hacerlo, y se quedó allí, mirándome.
– ¿Y bien? – insistí yo, tratando de sonar indiferente. Lo cierto era que me estaba asustando, y mucho.
– Creo que no eres tan tonto como quieres hacerme creer, Straw – comentó ella con voz calmada, casi dulce, sin borrar la sonrisa. – Has visto perfectamente lo que le he hecho a ese paciente, y sabes qué nombre tiene lo que he hecho. Sabes que no se trata de ningún tipo de negligencia ni de arrebato por cansancio y frustración, sabes que se llama…asesinato. – pronunció despacio, saboreando la palabra.
La tranquilidad con la que estaba confesando que había matado al paciente hizo que se me pusiesen los pelos de punta y la piel de gallina. ¿Cómo podía confesar algo así, sin más? ¿Es que no se daba cuenta de las consecuencias que acarreaba decir algo como aquello? (sí que lo sabía, el que no sabía que podía decirlo sin ningún miedo era yo, por desgracia para mí)
– Así es, has asesinado al paciente, Raak – dije yo, tratando de sonar acusador y firme.
Sin embargo ella rompió a reír en una carcajada divertida. Chasqueó la lengua y se acercó unos pasos hacia mí, obligándome a retroceder.
– Pero no has venido a recriminarme nada – afirmó. – No tienes huevos suficientes como para acusar a nadie, a no ser que te presionen un poco, ¿verdad? – me preguntó, riendo aún. – Así que dime, pequeño Anthony, ¿a qué has venido, eh? – preguntó, cruzándose de brazos.
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Distopía
HorrorDistopía es una sociedad indeseable en sí misma, eso es exactamente lo que sucede en las instalaciones de este centro de investigación: una "sociedad" donde los médicos someten a los pacientes a pruebas invasivas y crueles sin importarles la integri...