Doctor Thaddeus Bear, fin

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|Una nota antes de empezar:

Antes que nada, quiero daros las gracias a todas las personas que me habéis dado la oportunidad de llegar a vuestras vidas, y de dejar que mis historias hayan llegado hasta vosotros/as, y, especialmente, por haberme apoyado y ayudado a seguir. Pero, sobre todo, quiero dar las gracias por la infinita paciencia que habéis tenido con mi desaparición. En palabras del mítico Jack Nicholson interpretando al señor Torrance en la épica historia del maestro de Terror Stephen King, El Resplandor: 

¡Aquí está Johnny! (Here's Jack!) 

¡Sí, estoy de vuelta! Aunque no al 100% aún. Después de haber leído tanto os habréis dado cuenta de que lo que publico aquí en Wattpad no está ni corregido ni revisado, y siento decir que esa tendencia no sólo no va a ser corregida en el futuro cercano si no que se verá un tanto intensificada en los próximos tiempos por un motivo. Mi nuevo y flamante ordenador humilde para escribir aún no está del todo configurado, y de momento sólo puedo escribir mediante el Wordpad. así que, de momento, aunque no estemos muy cómodos ni leyendo ni escribiendo, tendremos que adaptarnos a la situación. Se dice que menos da una piedra, y lamento decir que, en este caso, es así. 

Así que, una vez más, pido perdón por la precariedad de esta nueva entrega (la veo particularmente corta, aunque nunca me haya caracterizado por entradas especialmente extensas) y de nuevo os doy las gracias por seguir ahí, en la brecha, conmigo. 

¡Estamos de vuelta! | 


    Ya no sé ni siquiera el tiempo que hace que todo se fue a la mierda, pero a pesar de todo sigo vivo, aunque haya sido casi imposible que lo lograse. Sólo me queda rezar para que tú también sigas vivo y sigas enviando estos informes a la policía para que no busquen, porque aquí todo ha vuelto a irse al infierno y ya no nos queda demasiado tiempo de vida. ¡Por favor, tienes que ayudarme!

Después de que el paciente muriese de forma horrenda, ardiéndole el corazón frente a nuestras narices sin que pudiésemos hacer nada por salvarle la vida, ni siquiera por poder evitarle la agonía de una muerte tan atroz, todos quedamos impactados y en shock por aquello. A la noche siguiente, por recomendación expresa de Alexandra, fui al despacho de Bear para ver cómo se encontraba, y no me gustó un pelo verlo en el estado en el que lo encontré.

Estaba borracho, mucho más que borracho, estaba al borde de que le diese un coma etílico, y jugaba. Sentado en el sillón de su despacho, con la botella de bourbon casi acabada, jugaba con un revólver del cuarenta y cinco, haciéndolo girar entre sus dedos como si fuese un vaquero de película. Cuando por fin se dio cuenta de mi presencia, me dedicó una sonrisa amplia y bobalicona, invitándome a entrar con la mano libre. La temblaba como a un enfermo de parkinson en mitad de un ataque especialmente fuerte.

--Pasa... --hizo una pausa intentando discernir quién era yo. Estaba claro que no debía ver demasiado. En esa ocasión no era tanto fruto del alcohol en sus venas si no de las lágrimas que continuaban cayéndole por los ojos. Los tenía enrojecidos y las mejillas surcados de cicatrices que las lágrimas habían dejado en su precipitada carrera contra el propio vaso de bourbon. Thaddeus Bear estaba tragándose su propio dolor--, Tony --me dedicó una nueva sonrisa bobalicona--. No te importa que te llame Tony, ¿verdad? --sonrió una vez más.

--No me importa en absoluto, doctor Bear --aseguré realmente incómodo con la situación--. No quería molestarle, sólo había venido a...

--Llámame Thadd, Tony --me interrumpió él con una nueva sonrisa mientras rebuscaba en el cajón de su escritorio--. Ya no tiene sentido seguir con el juego de los formalisos sociales, ¿no te parece? --me miró de soslayo pero volvió a centrar su atención en lo que buscaba. Cuando por fin lo encontró lo mantuvo aún guardado de mi vista, lo cual me asustó muchísimo. Me miró una vez más y me dedicó una nueva sonrisa, sólo que esta vez no era una sonrisa etílica y ni estúpida. Era una sonrisa cargada de culpabilidad y remordimiento--. Hemos matado a un hombre, por el amor de Dios.

DistopíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora