Distopía

Doctor Thaddeus Bear |2|

El paciente permanecía tumbado sobre la camilla, con el pecho ya completamente abierto y el corazón a la vista, preparado para que el doctor Bear, que presidía la operación, Alexandra, Jonathan y dos personas más, a las que no conocía, pudiesen obrar su "milagro".

-Si la operación tiene éxito, será una auténtica revolución a nivel mundial. -susurró Norma a mi lado, con tono escéptico.

Nos encontrábamos en una habitación adyacente al quirófano, cerrada a cal y canto con un enorme ventanal de cristal grueso que nos ofrecía una buena vista de lo que sucedía allí dentro, además de contar con cuatro monitores más, frente a nosotros, que nos mostraban imágenes más detalladas: una vista cenital de la habitación, dos en ángulo opuestos que nos daban una imagen nítida de las manos de Bear introduciéndose en el pecho del paciente y una más que tenía imagen en negro.

-¿Esa no funciona? -pregunté con cierta timidez a Nora, señalando con un gesto de cabeza.

Ella ladeó la cabeza para ver a qué me refería yo. Al ver que señalaba el monitor apagado esbozó una sonrisa divertida aunque un tanto sarcástica.

-Ese está conectado a una cámara en miniatura que, con algo de suerte, nos dará una imagen más detallada de lo que pasa en el interior del corazón, para saber si lo que estamos haciendo está surtiendo efecto o por el contrario estamos perdiendo el tiempo. -se encogió de hombros volviendo a centrar la atención en la ventana.

Asentí con la cabeza y la miré fijamente de arriba abajo, analizándola. Continuaba llevando una bata blanca bien cerrada que le cubría completamente el cuerpo, con el pelo recogido en una redecilla. Parecía estar a punto de saltar al interior del quirófano.

-No parece que tengas demasiadas esperanzas en esta operación. -comenté en voz baja poniéndome a su lado y mirando también por la ventana.

Thaddeus manejaba, con absoluta firmeza y cuidado, una pequeña nevera en la que buscaba algo. Supuse que las muestras de tejido que iban a injertar en el corazón del paciente.

-No es que no tenga demasiada esperanza en la operación -objetó Norma sin mirarme, muy atenta a cada uno de los movimientos de Bear-, simplemente me parece una idea sacada de una película de ciencia ficción. -se encogió de hombros sin más.

Apenas moviendo la cabeza, asentí una vez más. No estaba en absoluto de acuerdo con su opinión, pero no pasaba por alto el hecho de que ella era una cardióloga y yo un psiquiatra; ella tenía una base razonable en la que asentar su afirmación mientras que yo me movía en un terreno pantanoso sustentado por el mero entusiasmo.

-¿Qué te hace ser tan escéptica? -pregunté ladeando el rostro para mirarla. Era de facciones duras que, sumado al carácter hosco y un tanto borde que mostraba, reafirmaba ese aire de antipatía que parecía rezumar por cada poro de su piel.

Ella me miró por encima del hombro con cara de estar preguntándose si realmente yo podía ser tan estúpido como aparentaba, pero por suerte no lo dijo.

-¿De verdad piensas que es posible que se reavive el tejido muerto de un órgano? -inquirió cruzándose de brazos.

Tragué saliva, un tanto intimidado. De repente Norma había dejado de ser una compañera de trabajo para convertirse en una profesora de universidad, una mujer que tenía en sus manos la decisión de que un alumno pudiese aprobar su asignatura o no, y que lo sabía. Medité durante unos segundos la respuesta que iba a darle, ya que no quería decir alguna mamarrachada impulsada por el frenesí irracional de que todo saldría bien que me había contagiado Bear.

-No se trata de revivir, sino de regenerar -corregí yo con tono firme pero lento, asegurándome de decir lo que quería y no lo que me gritaba el corazón-, y, sinceramente, sí, creo que es bastante posible conseguirlo. Es decir...hay varios animales que regeneran por completo partes de su cuerpo que han perdido, como algunos reptiles con la cola, o los pulpos con sus tentáculos -me encogí de hombros, convencido-. Creo que sólo es cuestión de averiguar qué es lo que provoca esa regeneración tan activa de tejido, e intentar sintetizarlo y adaptarlo para el cuerpo humano.