Doctor Thaddeus Bear.
Cuestión de corazón
El despacho era amplio, de paredes pintadas con un tono pistacho y muebles de madera oscurecida que combinaban a la perfección, dándole una agradable atmósfera. No habían demasiados muebles que llenasen la estancia: apenas la gran mesa de escritorio del doctor, un par de estanterías a los lados con libros de medicina y, franqueando la puerta de entrada, dos macetas con pequeños bonsáis a cada lado.
Sobre la mesa, junto al ordenador y una antigua agenda de papel abierta por alguna página que me interesaba, flotaba, inanimado, un viejo corazón que, sin duda, había visto tiempos mejores: el corazón estaba salpicado de pequeños agujeros en forma de círculos casi perfectos, y atraía mi curiosidad y atención como la miel a las moscas.
-Sorprendente, ¿verdad? -preguntó la voz fuerte del doctor Bear, que finalmente había colgado el teléfono móvil y volvía a prestarme atención.-. Aunque hayamos desentrañado casi por completo la anatomía secreta del corazón humano, éste continúa sorprendiéndonos con enfermedades y problemas nunca antes vistos.
-Ya lo creo -asentí yo, incapaz de despegar los ojos de aquella fascinante y aterradora visión.-, ¿qué enfermedad causa eso, doctor? -pregunté anonadado.
Yo mismo había pedido el traslado del Paradise un día después del suicidio de Fred. No me sentía seguro en aquél lugar, como tampoco me sentiría así en ninguna parte de la isla, pero quería, al menos, estar en algún lugar donde tuviese la posibilidad de hacerme con un bisturí con el que intentar defenderme y, en el peor de los casos, matarme yo mismo antes de que el paciente número 23, Kimble o el propio Morgan me deparasen un destino mucho más horrendo: llevaba varias noches, y días, perdiéndome en la inmensidad de una escena demasiado atroz como para poder conciliar el sueño o sentirme a salvo.
Crown no había puesto ningún impedimento a que me marchase de allí, de hecho...ni siquiera había dicho nada tras escucharme. Lo único que oí a través del teléfono fue un silencio incómodo, tal vez meditabundo, y su respiración pesada, después de eso simplemente colgó el teléfono, haciendo que yo lo mirase como si nunca hubiese visto uno en toda mi vida.
-A decir verdad, no lo sé. -reconoció Bear, sacándome de mi pequeña reminiscencia del pasado inmediato, sin ninguna clase de vergüenza por su ignorancia, sino con auténtica fascinación por ella.
-¿De verdad? -pregunté, sorprendido. Supongo que, como psiquiatra ególatra que se resiste a olvidar cuál es su carrera, había acabado creyendo que el estudio del resto del cuerpo se limitaba a memorizar pautas, datos, patrones de comportamiento, anomalías y dolencias; en otras palabras, creía que la anatomía del cuerpo era infalible (dentro de su inmenso abanico de posibles) y que nada podía sorprendernos una vez estudiado en profundidad, siendo el cerebro el único órgano que podía causar auténticas dolencias, problemas y enfermedades aun conservándose físicamente sano (en forma de enfermedades psíquico-mentales, quiero decir). La fascinación de Bear por tener entre sus manos (en realidad en un frasco de cristal) una anomalía que causaba algo tan extraño como agujeros en las paredes del corazón había hecho que bajase a la tierra y redescubriese que no hay nada escrito en el universo, y que todo puede pasar en medicina.
Bear me miró con una amplia sonrisa y asintió con la cabeza en silencio. Debía rondar los cincuenta y pocos y se mantenía en una forma física excelente. Era un hombre relativamente bajo, de metro sesenta y ocho, que empezaba a quedarse calvo y había decidido afeitarse la cabeza. De ojos castaño claro y barba bien recortada, vestía en ese momento una bata blanca abierta que dejaba ver una camisa de tela azul lisa (con un bolsillo en el pecho del que sobresalía una cajetilla de cigarros junto a un bolígrafo barato) y unos pantalones color caqui con unos zapatos de cuero negros, probablemente italianos. Llevaba, colgando del pecho, unas enormes gafas de montura cuadrada que se resistía a usar en la medida de lo posible.
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Distopía
HorrorDistopía es una sociedad indeseable en sí misma, eso es exactamente lo que sucede en las instalaciones de este centro de investigación: una "sociedad" donde los médicos someten a los pacientes a pruebas invasivas y crueles sin importarles la integri...