XVII. Dijeron arriba los heteros y caí sobre Shi Wudu.

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¿Sabías que? Los hombres mujeriegos son más propensos a volverse homosexuales? —la voz salió del teléfono de Shi Wudu y Pei Ming no pudo evitar alzar la cabeza, el chico tenía los ojos pegados a la pantalla ignorándolo.—Pues psicológicamente la mujer no lo satisface y buscan algo nuevo.

Cuando terminó el audio, Wudu alzó el rostro, lo vió arrodillado enfrente suyo y lo repasó de arriba a abajo, luego asintió.

—Ahora todo tiene sentido.

Pei Ming se sintió ofendido por un momento pero tuvo que estar de acuerdo.

Si soy.

—¿Me das un beso? —le hizo ojitos. Wudu al escucharlo hizo una mueca y regresó la mirada a su celular, pasando los largos y estilizados dedos sobre la pantalla.

Pei Ming se detuvo, bajando el trapo y dejándolo en el suelo, quedó embobado viendo las manos de Shi Wudu.

Yo se donde se verían mejor.

—¿Qué miras? —el chico no se movió pero habló con tono mordaz, su expresión en blanco, pero él lo conocía podía saber que estaba nervioso solo por la manera en que sus dedos presionaron con más fuerza el celular. Pei Ming bajo la mirada con una sonrisa de lado brillando en su rostro.

—A mi futuro novio —Wudu frunció las cejas al escucharlo y se terminó de recostar contra la cabecera de la cama, dejando una pierna colgando y otra sobre la cama.

Lo ignoró, pero...¿Podías ignorar a un tipo de 180 centímetros arrodillado frente tuyo desde hace varios minutos y que fregaba la alfombra como si se le fuera la vida en ello?

—¡Wudu! ¡Ya pedí disculpas! —Lloriqueó. Soltando el trapo sin cuidado y acercándose a la cama a rastras.

Su futuro esposo soltó un profundo suspiro.

—Termina de limpiar tu desastre primero. —contestó, sin moverse un centímetro ante su cercanía.

Pei Ming sonrió aún más y cuando estuvo cerca puso su cabeza sobre la pierna caída de Wudu, dirigiéndole una mirada de párpados caídos que pretendía ser sexy.

Pero volvamos a media hora atrás; había tratado de llegar lo más rápido posible desde el centro comercial olvidado por Dianxia hasta la mansión Shi que estaba en la dirección opuesta, en un barrio de gente adinerada. Después de casi veinte minutos en el coche, minutos que contó por qué el tráfico estaba horrible, llegó a la casa de los Shi y cuando la puerta fue abierta por la ama de llaves corrió escaleras arriba.

Era un invitado habitual así que la mujer no lo detuvo, ella lo había visto aparecer de la nada en la cocina muy temprano las veces que se metía a casa de los Shi a las tres de la mañana y ya hasta eran amigos. Por eso sólo soltando un "buenas tardes" huyó.

Pero nomás entrar a la habitación de Wudu, se tropezó con sus propios pies. Se hubiera golpeado directamente contra el respaldo de la silla de escritorio, la cual parecía una de esas de gamers que no tenían reposabrazos. Pero Shi WuDu reaccionó y empujó con su pie a silla hacia atŕas, la rueda le permitió hacerlo con facilidad.

Y cayó justo en las piernas de este, golpeó el escritorio con su brazo y logró derramar todo el jugo sobre el escritorio.

—¿Qué...? —Shi Wudu había quedado en shock por un momento, su lapicero salió volando en una dirección desconocida y mientras estudiaba algo sobre el cuerpo humano, de pronto tenía uno sobre él.

—Ah —Pei Ming soltó un gemido de dolor, la esquina del escritorio golpeó su frente, lo que lo dejó aturdido.

No notó que de hecho estaba tendido sobre las piernas de WuDu, de una manera poco ética.

Sorry, I'm Hualianromantic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora