III. ¡¿Por qué estas cosas siempre me pasan a mí?!

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Pei Ming dejó a su hermano ser, sin prestarle más atención a sus divagaciones y decidió que ya había faltado a suficientes clases, por lo que volvió hasta su aula. Para su suerte, llegó antes que el profesor y caminó entre los asientos hasta sus amigos.

—Ya vine —obvió, sentándose entre Shi WuDu y Ling Wen.

Ambos le lanzaron una leve mirada y volvieron a sus apuntes sin prestarle más atención.

Sintiendo la calidez del recibimiento se inclinó en la silla, poniendo los pies sobre la mesa.

—¿Qué creen que hice hoy?

—Pelearte con una ex.

—Conseguir que alguien quiera asesinarte.

Cerró la boca y bajó el dedo que ya estaba alzado, con tristeza suspiró.

—Arruinan mi día.

Ling Wen alzó ambas cejas.

—¿No lo arruinaste ya?

Se sintió confundido, no sabía si era sarcasmo o una pregunta verdadera.

—¿A qué te refieres?

—Oh, no ha escuchado los rumores, vaya sorpresa —Shi WuDu comentó.

Sus amigos intercambiaron una plática silenciosa a través de miradas y parecieron llegar a un acuerdo.

—¿Eh?

Esperó a que le dijeran pero como ninguno habló de nuevo, decidió seguir contando su historia.

El profesor entró, pero como poco le importaba empezó a murmurar a sus amigos, feliz de estar hasta atrás. Bajo los pies de la mesa e inclinó el pecho sobre esta, sus manos sostuvieron su barbilla en una pose casi filosófica.

—Oye WuDu, ¿De que es el club donde va tu hermano?

Su amigo frunció el ceño, pensó un poco antes de responder.

—Literatura. Leen libros y comentan sobre ello —explicó con tono neutro— un libro es...

—sisi, —lo cayó, juntó ambas manos y sonrió— Me uní a su club.

Entonces Shi WuDu, el serio y frío Shi WuDu, empezó a carcajearse.

Daba miedo.

Del otro lado, Ling Wen igual se empezó a reír, pero con más control, presionando los labios para no llamar la atención, su cuerpo temblando ante el esfuerzo.

Ahora daba terror.

Por tercera vez en el día, Pei Ming se sintió ofendido.

Todos, incluido el profesor, quedaron en shock ante la risa de ambas personas, y luego, todas las miradas recayeron en él, que estaba sentado inocentemente.

—Pei Ming, estás castigado —anunció el profesor.

Abrió la boca.

—¡Pero...!

—¡Silencio! ¡Fuera de mi clase!

Qué carajos.

¡Él ni siquiera se había reído! ¿Por qué era castigado?

Cómo era normal que castigarán a Pei Ming, los demás volvieron a sus asuntos.

Shi WuDu fue el primero en calmarse, con una mano en su estómago giró a ver a Pei Ming. Su amigo analizó el rostro agrio que había puesto mientras recogía su mochila.

—Ling Wen, creo que está hablando en serio.

La chica que empezaba a tranquilizarse volvió a soltar una risa silenciosa, pero después giró para encararlo y su rostro se volvió una expresión entre seria y sorprendida.

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