XXIII. Estúpida, mis sentimientos, idiota.

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Nota: Editado, porque le había puesto 24 al título, odio el yo del pasado que empezó a escribir con números romanos.

Tres segundos tardó Hua Cheng en correr detrás de su gege, Pei Ming los siguió con la mirada en los binoculares, pero los perdió entre la gente.

—Odio estar hasta aquí, no puedo escuchar porque pelean —se quejó.

—No es por ser aguafiestas, pero... —Hualing inició con un tono preocupado— el HuaLian están de novios falsos por ti, ¿recuerdas?, Sí a tí ya no te gusta Hua Cheng, como dicen los rumores —evito mencionar que los rumores hablaban sobre él y Shi WuDu, cosa que agradeció— entonces ellos ya no...

—No lo digas —MingYan fue la que interrumpió a su novia.

Pei Ming palideció al entender las palabras de Sha Hualing, HuaLian terminaría su relación falsa en cualquier momento.

¡No puedo permitirlo!

Se levantó con un brinco y salió de su escondite sin más palabras, metiéndose en la multitud, yendo detrás del HuaLian.

—¡Pei Ming! ¿A dónde vas? —escuchó que Xuan Ji lo llamaba, pero él ya no volteó.

Camino entre los puestos, abriendo los ojos para distinguir la cabeza alta de Hua Cheng.

Es una jirafa, debo verlo en algún momento.

Mientras pensaba en que Hua Cheng era demasiado alto, poso su mirada en el puesto de palomitas, Dianxia le ayudó porque en el mismo instante, Xie Lian pasó por ahí.

—¡Gege! ¡Espérame! —Hua Cheng, cargando dos peluches gigantes que debían pesar un montón, en una sola mano, apareció detrás de él y utilizó su brazo libre para tomar la mano de Xie Lian— Lo siento, gege, porfavor...

Su voz estaba agitada, seguro cansado de correr detrás de su gege.

—San Lang... —el tono de voz de Xie Lian era peligroso y el mismo Pei Ming sintió terror, pero Hua Cheng tragó saliva y dio un paso al frente.

Pei Ming se puso la capucha de la sudadera y se acercó de espaldas con disimulo, para poder escuchar bien.

—Gege, discúlpame, prometo no volver a tocar el tema. —sonaba desesperado, Pei Ming fingió que elegía entre palomitas acarameladas o extra mantequilla para poder verlos de reojo.

—San Lang, no es que lo olvides —suspiró, tomando la mano de Hua Cheng entre las suyas—, no me gusta que pienses así de ti. Eres lo mejor que me ha pasado y me enojaré con cualquiera que hablé mal de ti, incluso si eres tú. Pero admito que exageré.

Hua Cheng bajó la mirada, por primera vez desde que lo conocía, Pei Ming lo vio avergonzado.

—Siempre me estás diciendo lo genial que soy y me lo demuestras, nunca me habría sentido tan bien conmigo mismo sin tú ayuda—siguió Xie Lian—, que hables tan mal de ti me hace pensar que no te hago sentir especial.

Pei Ming trató de enredar cables mientras los escuchaba.

Así que Hua Cheng dijo algo de si mismo que molesto a Xie Lian.

¿Ese era el problema? ¿Hice todo ese llanto por nada?

¿Pueden ser más cute? Yo igual quiero alguien que se preocupe por mi autoestima.

—Gege, tú eres demasiado perfecto y debes saberlo, solo que yo... a veces no me siento suficiente para ti, —siguió mirando sus botas como si las cadenas en ellas fueran lo más interesante del mundo— mucho menos frente a tus tíos, quiero ganármelos ¡pero ellos me odian! —la última frase sonó más como el enojo de un niño chiquito y eso hizo sonreír a Xie Lian.

Sorry, I'm Hualianromantic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora