Me Equivoque

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Ahora mismo, su cansancio había llagado.

La fosas volcánicas de lo que el llamaba hogar se sentían tan débiles y frajiles, de verdad era algo que odiaba ahora mismo.

No hace poco, terminó de darse a la noticia de lo que acaba de pasar, como si fuera un mal chiste de su subordinado, como un maldito escombro molesto en los zapatos.

De verdad sentía que su vida perdió el rumbo de su existencia en su infinita presencia sin esquemas o fuerzas, era putridamente escaso, era tal que habeces pensaba en rendirse y esperar la llegada de ellos, algo que de verdad, le hacía dar náuseas.

Todos sus intentos de reunir fuerza habían caído completamente, desde que esas personas llegaron a este maldito mundo sólo a caído en desgracia suya, al no haber desgracia de otros.

Los niños llorando o un simple robo, asesinar una persona, enserio, era tan poco, tan jodidamente poco, que su decepción escalo a un nivel más alto con su última marioneta.

Esas pequeñas pestes, estúpidos que nunca pensaron demás el trato que se les ofreció, un trato que buscaba la sumisión total a cambio de un capricho de un ser mortal inferior.

Su legado habia sesado hace ya tanto, que verse ahora mismo le hacia sentirse patético.

Esas personas llegaron para  quedarse, llegaron para acabarlo, era insoportable, su última marioneta no duró ni 2 días contra ellos.

No lo podía creer, sus tratos no son exactamente poco, un verdadero desgaste de sus pocas fuerzas, un maldito desperdicio.

Ese estúpido pirata fue realmente una completa decepción, aún ciendo como su alumno, ese niño no tenía el Espíritu de su aprendiz.

Su segunda marioneta en esta vida se convirtió en su aprendiz y mano derecha, algo que de verdad nunca espero, pero ahora mismo, el también fallo, ahora lo único que podía hacer, era tarde o temprano dejar el cargo a él.

Su vida se volvió miserable y aburrida desde que decidió hacer unas cuantas bromas.

No era su culpa, el tenía trabajos y deberes, grandes deberes que no podía simplemente evitar, y EL, nunca lo dejó, nunca dejó que tuviera peso en su mundillo de fantasía.

Ese mundo era tan asquerosamente sano, que sabía que no podía ser tan perfecto, su primera decicion inició con todo.

Quién diría que eso lo llevaría a tanto.

–señor

Su fiel sirviente de carne y ceniza, lo veía desde su momento de estrés con una cara que le molestaba, una cara de idiota.

—que.. Planea hacer?.

Su voz sosa y muerta era tan gratificante habeces, tomando una postura mejor y suspirar.

–ahora mismo, no tengo planes, nadie a llegado lejos, no hay nadie que pueda hacer lo que necesito.

Bajo su cráneo levemente pensando en algo, su sirviente era realmente estúpido si c-

–señor, usted... No debería pensar en esa chica?

Esa pregunta era extraña, como si de un recuerdo lejano se tratara, reí con burles, mientras ese estúpido me veía con miedo.

Ese maldito miedo patético que no me brindaba ni fuerza para mover un dedo, era tan poco e insignificante.

–no, pequeña peste, esa estúpida no me importa o me interesa en este momento.

El recuerdo lejano de esa pequeña mortal le daba risa e ira al mismo tiempo, la sola idea de verla ahora sería una completa estupides.

Su primera marioneta, como olvidarla, esa niña que quería salvar a esa gente.

Me Subestimaron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora