Capítulo 52

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Había hablado si acaso dos o tres veces por teléfono con su madre y con Gemma desde que se habían ido. Tomar un tiempo solos en pareja les había servido demasiado y habían podido ordenar un poco lo que serían sus nuevas vidas.

–¡Amor, date prisa! —exclamó Harry a unos metros de Louis— ¡Vamos a perder el vuelo!

–Harry, no puedo caminar tan rápido.

–¡¿Por qué?! ¡Si solo estás cargando tu puta skateboard! —exclamó con una risa irónica.

–Si no trajera nada sería mejor.









Harry estaba emocionado, pues quería ver a su madre y hermana, le entusiasmaba la idea de contarles sobre cómo había sido su vida durante los últimos cinco meses. Louis por su parte, estaba nervioso, Harry había estado actuando extraño antes del viaje y creía que algo malo pasaba y que no se lo quería decir.

Anne y Gemma los recibieron con los brazos abiertos y debido a que Robin por fin aceptó darle el divorcio a Anne, se quedaron con la casa. No sabían a dónde había ido Robin, y Harry era el que menos se preocupaba al respecto.

–¡Entonces tengo un hermano y un cuñado famosos! —exclamó Gemma sirviéndose un poco de ensalada.

–No somos famosos —dijo Louis con una risita—, solo Harry lo es un poco.

–Que mi cara ya haya salido en unas cuantas revistas no quiere decir eso —respondió con modestia—, pero en serio disfruto esto.

Louis analizaba el semblante de su novio y definitivamente no lograba descifrar que era lo que le sucedía. Sabía que no estaba molesto, o eso quería creer, no podía siquiera describir cómo estaba actuando, la única palabra que se asemejaba a su actitud era "extraño".

La habitación de Harry estaba inundada de melancolía, sin embargo, estar junto a Louis era lo único que lo reconfortaba y le recordaba que si estaba a su lado todo estaría bien y estaba a salvo, incluso de sus propios recuerdos.

Louis se sentó en la orilla de la cama esperando a que Harry se terminara de cambiar y se metiera en la cama para abrazarlo y mimarlo como era costumbre, pero contrario a eso, salió de la habitación sin decir nada y cerrando la puerta.

Estuvo a punto de salir detrás de él, pero la impotencia de no saber que sucedía lo estaba invadiendo por completo y las inmensas ganas de llorar se apoderaron de él, por lo que optó por meterse en la cama y taparse por completo con las sábanas, pretendiendo que no escuchaba al rizado murmurándole a Gemma cosas que no lograba entender debido a su rápida respiración tratando de no llorar.

De pronto escuchó la puerta de la habitación abrirse y Harry entró nuevamente, apagando la luz y metiéndose por fin a la cama sin siquiera darle el besito de buenas noches.

Estuvo a nada de preguntarle a Harry si estaba bien, pero escuchar sus propios hipidos lo obligaron a morder la almohada para evitar que Harry también lo escuchara, pero era tarde.

–Lou —habló el ojiverde moviéndolo un poco—... ¿estás bien?

Louis se mantuvo en silencio y limpió sus lagrimar por si a Harry se le ocurría revisar; fingiría que estaba dormido.

–Louis —insistió el menor y jaló las sábanas descubriendo por completo al ojiazul—, amor...

Louis no respondió y ocultó su rostro para que Harry no pudiera verlo, pero el rizado lo conocía a la perfección.

–Bebé, dime que te pasa.

Harry no estaba acostumbrado a ver a Louis así, siempre era él quien lloraba y Louis quien lo consolaba; tenía que recordar que podían invertir los papeles de vez en cuando.

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