Capítulo 55

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Louis movía su pierna derecha de arriba a abajo a una velocidad increíble, ver a tantos niños corriendo y jugando lo ponían nervioso.

¿Por qué Harry tardaba tanto? Se suponía que no demoraría más de dos minutos, habían pasado cinco y él los había sentido como horas.

–¿Harry? —preguntó una niña de aproximadamente seis años.

Louis la miró confundido y ella se quedó de pie frente a él con la misma expresión de confusión.

–Harry tiene el cabello rizado, tú no eres Harry —afirmó la pequeña acercándose un poco más a él—. Pero hueles como Harry.

–¿Cómo conoces a Harry? —preguntó con una sonrisa.

–¡Tú eres Louis! —exclamó entusiasmada.

–¿Cómo me conoces a mí?

La niña rió con inocencia y casi contagió al mayor. La miró con detenimiento y por alguna razón sentía como si la conociera, como si ya sintiera algún tipo de afecto hacia ella.

–Conocí a Harry en el hospital cuando aún no podía ver —explicó sonriente—, me dijo que estaba ahí porque su novio estaba enfermo de un pulmón... yo deseaba que te recuperaras y que yo pudiera ver, ¡y funcionó!

–Gracias, también me alegro de que ya puedas ver.

–Gracias, tuvieron que hacerme un trasplante de ojos —dijo abriendo y cerrando rápidamente sus ojitos azules.

Louis sabía que eso era imposible, pero sabía a lo que la pequeña se refería.

–¿Dónde está Harry? —preguntó curiosa.

–Se supone que llegaría hace un rato.

–¿Y qué hacen aquí?

–Nosotros vamos a...

–¿Johanna? —preguntó el rizado llegando de pronto.

La niña se giró y corrió a abrazar a Harry como si realmente lo hubiera extrañado.

–¡Harry! ¡Ya puedo ver! El día que te conocí me dijeron que había alguien que podía donarme parte de sus ojitos para que yo pudiera ver.

Harry se mantuvo en silencio, recordando aquel día, fue uno de los más difíciles.

–¡Me alegro mucho! Veo que ya conociste a Louis.

–Sí, es muy lindo, también me agrada mucho.

–Tú también eres una niña muy tierna —intervino el mayor—, ¿cuantos años tienes?

–Seis, los cumplí hace algunos meses, Sara me regaló un pastel.

–Eso es increíble, ¿de qué sabor te gusta? —preguntó el ojiverde.

–Chocolate, yo no sabía cómo eran los pasteles...

–Señor Tomlinson —interrumpió una voz proveniente de una mujer castaña desde la oficina del lugar—, pueden pasar.

Ambos chicos se pusieron de pie y Harry revolvió el cabello de la pequeña.

–Volvemos en un rato —le anunció a la niña con una sonrisa.

–¡Pero ya díganme que hacen aquí!

–Te contaré cuando salgamos —prometió Louis agachándose a la altura de Johanna.

–Más les vale, o dejaré de hablarles y les aplicaré la ley de hielo.

Johanna salió corriendo con una sonrisa y ambos chicos se apresuraron a entrar en la oficina.

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