Cara a Cara

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Natalie

Las palabras de Wesley aún rondan mi cabeza. Es un gran gesto lo que está tratando de hacer, aunque tampoco voy a venerar su mal actuar con una buena acción. Hay muchas maneras de hacer un denuncio, ¿por qué aún no lo ha hecho si lo que quiere es acabar con la red de prostitución de su familia? Trato de entender, pues él mismo ha mencionado varias veces que Royce es un hombre con bastante poder en este pais.

Lo que importa y lo que más vale, es que quiera salvar vidas inocentes. Después de todo, muchas mujeres caen en una red por la excesiva confianza que le dieron a una persona, sin saber realmente que ese es el verdadero rostro de la maldad.

Tan pronto llegamos al aeropuerto, los hombres de seguridad que Wesley puso a mi disposición, me llevaron a un hotel muy cercano al casino. Me siento ansiosa de ver el rostro de ese hombre y aniquilar centímetro de su ser poco a poco. La vida es muy irónica y cruel, con Abigail habíamos soñado muchas veces conocer Las Vegas y disfrutar como nunca, pero esos planes quedaron en el baúl de su ausencia.

Solo me di un pequeño retoque de maquillaje antes de ir al casino y conocer una vida que no conocía en lo absoluto, pero que estoy dispuesta a vivir con tal de vengar la muerte de mi hermana y ayudar a acabar con ese ser tan repugnante a Wesley.

La vida nocturna en este lugar no es algo que haya visto alguna vez en las pocas veces que había salido con Abigail y Santiago. Las personas son tan alegres, bebedores e impulsivamente apostadores. En cada mesa de juego las apuestas, el dinero y los deseos de ganar se viven a flor de piel. Traté de pasar desapercibida entre las personas, viendo con detenimiento cada juego. Al final me decidí por jugar al poker de tres cartas, pues Tami me ha enseñado mucho en los últimos días de este juego de azar.

El tiempo se fue del reloj con cada apuesta que fui dejando en el juego. Necesitaba a como diera lugar llamar la atención de los jugadores. Cada una de mis manos tenían un valor altísimo, por lo que gané varias partidas no seguidas para no levantar sospechas, logrando lo que tanto quería; hacerme ver. Todo también atribuyó al crupier, pues supe enseguida que era uno de mis hombres de seguridad por el tatuaje de dragón que adorna su cuello.

En la mesa, había un hombre algo mayor y muy atractivo apostando con suspicacia. Fui su centro de atracción durante toda la partida, no me perdí ninguna de las miradas que me daba por más centrada que estuviera en el juego.

—Me retiro — puso las cartas boca abajo sobre la mesa, se levantó de la silla y se marchó con una sonrisa ladina en el rostro.

Lo vi hasta que desapareció por unas escaleras que daban a la planta de arriba. Ese hombre me dio muy mala espina, más porque no dejaba de mirarme. Seguí jugando hasta que me retiré en el tiempo justo que me había recomendado Tami y me acerqué a la barra.

Una parte de mí se encontraba ansiosa, pues llevo más de tres horas en el lugar y no he visto por ninguna parte a Royce. Según Wesley, esta noche tendrían una reunión muy importante con alguno de los maníacos enfermos que compran a las niñas que ellos trafican. Me parece tan asqueroso lo que hacen.

—¿Así que tú eres uno de mis angelitos? — escuché una voz masculina a mi espalda que me alertó—. Tranquila, soy tu papi; Franco Dupont.

Miré al hombre por encima de mi hombro, encontrándome con el mismo sujeto con el que había estado apostando hace un rato.

—Wesley me habló de ti, pero no mencionó que mi precioso angelito sería tan buena — relamió sus labios, antes de tomarme desde atrás y simular un abrazo fraterno, restregando su pene en mi trasero—. También se le olvidó mencionar lo comestible y rica que está.

Saqué mi arma por un lado de mi falda y la puse en sus bolas, presionando firmemente mientras el maldito hijo de puta seguía abrazándome como si nada.

—Ten mucho cuidado con lo que dices, quizás esta boquita tan chiquita escupa algo que realmente no quieres sentir, papá.

—¡Y fiera como nadie! — me soltó, estallando en risas y guardé de nuevo mi arma—. En fin, vamos que nos están esperando, mi precioso angelito.

Tras darme la vuelta y quedar frente a el hombre que según es mi padre, sacudió la cabeza al mirarme las tetas.

—Mantén los ojos y las manos en su lugar antes que los arranque de un tiro — crucé por su lado y me guio a la segunda planta del casino.

Tan pronto llegamos a un amplio salón, mi vista cayó en la mesa donde varios hombres, incluyendo a Wesley, se encontraban jugando y fumando tranquilamente. Al ser la única mujer, todas las miradas se quedaron fijas en mí, pero su voz me tensó y provocó un sinfín de emociones en mi interior, principalmente la del odio. Quería sacar mi arma y acabar con todo sin importar nada; sin importar que en el proceso resultara muerta al instante.

—¿Ella es uno de tus angelitos, Dupont? — tan firme y dominante como la otra noche, se burló—. ¿Cuántoa espermas tienes por ahí?

—Ni idea — soltó una risita, rodeando mi cintura y haciéndome dar la vuelta para quedar cara a cara con Royce—. Ella es mi hija; Alexia Dupont, mi pequeño angelito.

La sangre me hervía con cada segundo. Mucho había soñado con este día, pero no es ni la cuarta parte de lo que había imaginado. Tener de frente al bastardo que asesinó a mi hermana, es la mayor ofensa que he tenido que tragarme en la vida.

—Un divino angelito — me miró de arriba abajo, esbozando una sonrisa torcida—. ¿Ella es la que estará al mando? ¿Seguro que sí está a tu altura Dupont? Sin ofender, preciosura.

—Puedo demostrar que estoy a mayor altura de lo que tu pequeño cerebro es capaz de procesar — di un paso al frente y lo miré fijamente a los ojos, demasiado furiosa para pensar con claridad.

—No subestimes a mi bebé. Aquí donde la ves, con carita de ángel y pequeña, es toda una fiera — Franco me tomó por los hombros suavemente, dándome a entender que no es momento para salirme de mis cabales—. De seguro que le harás tragar sus palabras a tu forma, mi amor, pero por ahora estamos cerrando un negocio importante. ¡A lo que vinimos! ¿Dónde están mis lindas perritas?

Venganza[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora