Todo lo que necesito

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—C-Cómo así? ¿Qué estás tratando de decir? — mi corazón no encontró cómo latir correctamente dentro de mi cuerpo.

—Bueno,  es que, en el afán de conocernos a fondo, no usamos ninguna protección — suspiró—. Wes, ya tú sabes a lo que me refiero. Sé que no es el momento correcto para tener un hijo más cuando entre tú y yo no existe una relación como tal, pero, debo confesar que, si este bebé no fuera tuyo, yo no estaría dispuesta a tenerlo.

—¿Voy a ser papá? Pero ¿cómo? — no podía salir del asombro.

—Sí, vas a ser papá. No creas que estoy tratando de hacer que te quedes a mi lado por obligación y mucho menos que estoy es un plan de querer amarrarte a mí, porque no es así. Afl igual que tú, aún no estoy del todo convencida que todo esto es un hecho...

La tomé del rostro con delicadeza y me volví a perder en la profunda dulzura de su boca, deleitándome con ese suspiro que escapó entremedio de nuestros labios unidos.

La vida es incierta, nunca sabemos con exactitud lo que vaya a pasarnos en medio del camino. Si bien nunca me había propuesto a ser padre, pues, alguien como yo, que lleva a cuestas cientos de muertes y unos cuantos más de pecados, no puede ser un ejemplo para una vida que apenas empieza a tratar de acoplarse a un mundo lleno de maldad, suciedad y poca tolerancia.

Un pequeño ser que no elige por sí mismo debe tener un padre digno de admirar, digno de seguir como un buen ejemplo. ¿Qué le puedo brindar yo a mi hijo que no sea sufrimiento? El hecho de pensar que no seré un buen padre, más cuando Royce está suelto y puede usar a Natalie y a mi bebé de la peor forma que pueda existir, lo termina de complicar todo. Esta vez no puedo permitir que, a los seres que más quiero, les hagan incluso más daño del que ya le han hecho.

No voy a mentir, saber que Royce está bajo el cuidado de Tao, a pocos pasos de nosotros, me alivió de sobremanera al igual que me sorprendió. No puedo creer que se haya dejado agarrar tan fácilmente...

Natalie y Tami se encargaron de decirme todo lo que había pasado en este mes en el  que no estuve presente para protegerlas. Si antes la culpa no me dejaba dormir, ahora no tengo ni cómo mirar a la cara a la mujer que tanto quiero y que está por darme un hijo. La dejé sola, dejé que hicieran con ella sus más atroces fantasías. Permití que arruinaran lo más bello que hay en su interior. Pero, a pesar de que ha sido ultrajada de la peor manera, sigue mostrando ser una mujer fuerte y sin temor a nada.

En su mirada no hay rastro de ningún dolor; todo lo contrario, hay una pizca de maldad que se entrelaza con la pureza de su alma. Sin que ella me lo diga, sé de sobra que su renacer está en la venganza que con tanto detalle y cuidado ha formulado.

Y de ese mismo modo me siento yo; hasta no acabar con ese hado de maldad que se ha mostrado toda mi vida como la mitad de mi ser, no podré vivir en paz y feliz con mi familia.

Porque eso es lo que seremos dentro de muy poco; una familia.

—¿Seguro que ya te sientes listo? Prefiero que estés en óptimas condiciones para dar el inicio al juego — mencionó Tao, cruzado de brazos sobre el marco de la puerta.

—Ya me siento bien, no tienen por qué preocuparse.

—No lo creo, a penas si has agarrado algo de color. Aún te falta volver a tu masa muscular, tener fuerza que de seguro con la poca comida que recibías, la falta de sueño y el agotamiento físico y mental te han robado — Tami me examinó como si me tratara de una palomita frágil e indefensa, de esas a las que tanto le gusta dar caza—. Dos semanas es muy poco para que ya estés al cien.

—No es como que me vea tan mal, ¿o sí? Además, estas últimas dos semanas he estado descansando y durmiendo más de lo que realmente me gustaría.

—¿Y cómo no? Teniendo una palomita entre pierna y pierna es difícil poder levantarse de la cama.

—El punto es que aún no estás del todo bien para enfrentar a Royce, Wes — intervino Natalie, lanzando una mirada furiosa a una inmutable Tami—. Lo mejor será que sigas en cama por lo menos unas dos semanas más. ¿No crees, Tomás?

—Ya lo has escuchado, Wes, no hay nada que podamos hacer. La jefa ya habló — sonrió divertido—. Descansa, una vez estés listo, haz lo que te dé la gana con ese hijo de puta.

Tami, Tomás y Tao salieron de mi habitación dejándome a solas con Natalie. Ella, por su parte, no tardó en acostarse nuevamente sobre mi pecho. Mis manos viajaron a su inexistente vientre, y me dejé llevar por la emoción y todo aquello que estar junto a ellos me causa, acariciando embobado lo que ya quiero tener entre mis brazos. No creo poder dejar ir esta sensación tan agradable así como si nada, pues, todo estos días, me he dado cuenta que Natalie es todo lo que necesito para que esa felicidad que tanto he soñado sea para siempre.

Venganza[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora