Mentira

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Veinte minutos después, los motores de las camionetas resonaron a la distancia, dándonos aviso que ya estaban muy cerca para llegar a nosotros. De inmediato nos preparamos para recibirlo, aunque no sabíamos a ciencia cierta de qué forma iba a llegar.

La primera camioneta se detuvo a una distancia prudente, más no salió nadie de ella. La siguiente se detuvo detrás de esta, y la puerta de los pasajeros se abrió, dejando ver a ese maldito bastardo con una expresión tan neutra y fría que a cualquiera congelaría en su lugar.

No dijo ni una palabra incluso cuando ya se encontraba frente a nosotros. Estaba solo, desarmado, pero no deja de ser extraño que esté tan pacífico y sin atacarnos.

—Vámonos y prometo dejar a tu querido con vida — propuso, refiriéndose a Wesley—. Bueno, prometo dejar a todos estos imbéciles con vida si vienes conmigo.

—No voy a ir contigo a ningún lado.

—No te lo estoy preguntando, cariño. Es que no tienes opción de elegir.

—No sé quién estaba más corrido de la cabeza, si el falso Royce o tú.

—Da lo mismo, vamos que no tengo todo el día, Natalie — estiró su brazo, y por el rabillo del ojo que Tami y Wesley estaban a punto de salir de sus papeles.

—Bien, iré contigo.

—¡No me jodas, Natalie!

—Si de esa manera ustedes están con vida, entonces iré con él.

Tomé la mano de Royce, a pesar de que Wesley gritaba sin control a mi espalda. Nada de esto estaba planeado, pero siempre se debe pensar con cabeza fría lo más que se pueda. Nada sacamos si actuamos bajo la rabia del momento.

—Vamos — ordenó Royce al chófer tan pronto subimos al auto—. No quiero que nadie quede vivo.

—Sí señor.

No me sorprende para nada que dé esa orden. Royce es el ser más falso que haya podido conocer en este mundo.

Saqué mi arma del costado de mi pantalón y disparé directamente en la cabeza del chófer sin darle tregua a reaccionar a tiempo. Cuando el disparo estalló en el interior del auto, una lluvia de balas empezó a resonar en mis oídos.

—No te muevas — presioné el arma en la cabeza de Royce, sin perder de vista sus movimientos—. Lo que menos mereces es morir así de rápido.

—Pero dudo mucho que me quieras matar ahora mismo sin que reciba mi merecido castigo, ¿o me equivoco? — llevó su arma a mi sien, esbozando una sonrisa torcida—. Te dolería el culo verte muerta sin llevarme contigo.

—Así tenga que morir en tus manos, primero tengo que hacerte conocer el mismo infierno que le hiciste ver a mi hermana y a cada una de esas mujeres que has mantenido bajo tu poder.

—¿Sabes? — deslizó el arma por mi mejilla con suavidad—. Abigail era una chica muy sumisa, muy pocas veces me peleaba y me pedía explicaciones, pero tenía algo que ahora veo en ti; y es la determinación en sus miradas. Aunque fuera tan vulnerable y frágil, tenía el poder de hacer cumplir todo aquello que se proponía. Y tú no estás tan lejos de ser diferente, a pesar de que eres una fierita muy difícil de domar, en tus ojos no veo ni una pizca de miedo a morir.

—No te tengo miedo si es que eso es lo que estás pensando. Sería feliz por el resto de la eternidad sabiendo que he librado al mundo de una maldita escoria como tú.

—¿Ya te había dicho lo mucho que me pone tu boquita sucia?

—¿Por qué la mataste? ¿Por qué acabar con su vida de esa forma tan cruel e insensible? ¿Ella qué malo te hizo? Si con lo poco que leí en su diario, ella te amaba con locura.

—Su error fue ese gatita; enamorarse y de paso enamorarme — se quedó en silencio, antes de fijar su mirada en la mía—. Abigail era muy soñadora, y yo no tenía sueños futuros con ella en plano romántico ni amoroso. La idea era venderla, pero no pude salir de ella a la primera oferta que me ofrecieron debido al mismo placer que me generaba cada noche. El sexo era maravilloso, siempre tan dispuesta a darme todo lo que le pedía sin poner objeción, supongo que eso me ató a ella en cierto modo. Cuando me di cuenta lo mucho que la tenía en el pensamiento, necesité sacarla de ese lugar lo más pronto posible, porque me hicieron de un modo para nada agradable. Para mí nunca existió el amor, una palabra de aliento, un beso de cariño o un abrazo sincero, así que, ¿qué caso tiene brindar lo que no me brindaron en un principio? — su sonrisa se volvió amarga—. En fin, no hace falta mencionar lo que ya está escrito y no se puede borrar. Una cosa llevó a la otra, y en su muerte descubrí lo mucho que la amaba, pero ya era muy tarde. Me dejé llevar por la rabia, al darme cuenta que ya no quería estar a mi lado y, que, probablemente, ya no me amaba como muchas veces lo profesó estando en mi brazos. También tengo mis sentimientos, Natalie, pero me los he tenido que tragar así me duela el culo para no verme destruido y frágil frente a mis enemigos. Que estúpido fui al pensar que al tenerte conmigo, me la devolverías, pero lo único que me has traído es dolor, rabia y odio conmigo mismo — bajó el arma y, con gran disimulo, borró la lágrima que pretendía salir de sus ojos—. Hazlo feliz, si hay alguien en esta vida que merezca tener una vida a plenitud, ese es Wesley. Él nunca será como yo; y ese hecho importa más que cualquier otra cosa mala que haya pasado en mi vida. Después de todo, siempre me di cuenta lo buen chico que fue — sonrió poniendo el arma en su cabeza, pero antes que lograra matarse a sí mismo, Wesley abrió la puerta y lo bajó del auto por el cuello de la camisa.

—Ni creas que vas a tener una muerte tan indigna como esa, primero debes probar el mismo dolor que hemos sufrido muchos a causa de tus malas acciones. A mí no me vas a convencer con tres palabras de mierda, pues te recuerdo que conozco de sobra el gran actor y mentiroso que eres.

Salí de mi estupor al ver cómo lo llevaba arrastrado hacía el interior de la bodega. Si Wesley no hubiera llegado en ese momento, estoy segura que Royce me hubiera matado, pues, no voy a mentir, sus palabras me lograron envolver en cuestión de segundos...

Venganza[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora