Reproche

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La cena con ese bastardo fue peor de lo que había imaginado. Tener que soportar sus comentarios machistas y llenos de cinismo me tenía con la cabeza caliente. No entiendo mi hermana qué fue lo que la hizo enamorar de él, pues a simple vista se nota lo desagradable y asqueroso que es. No tiene ningún respeto por la mujer, por lo menos de "putas" no nos bajó en las palabras que mencionó sobre esas pobres chicas que están en sus garras. Pensar que mi Abi era tratada de esa forma tan despectiva terminaba por enfurecerme. Mi hermana merecía un amor bonito y buen hombre, no un bastardo por completo.

Me libré por el momento de ese hombre, aunque no había mucho qué pensar; él sabía a lo que supuestamente iba y no quise aflojar en una acto de "orgullo", pero que pronto me tendría en su cama gritando su nombre. Eso para él iba a ser una realidad a la que yo no estaba dispuesta a vivir. Tener sexo con Royce es lo más repugnante que pueda existir en esta maldita tierra.

El hecho que Wesley tenga una segunda cara como una moneda que no me agrada para nada y que no conozco del todo me pone a pensar y a dudar de él. Finge en cada una de sus caretas muy bien, por lo que no sé cuándo está de su lado o del mío. Ese hombre se está volviendo un verdadero fastidio incluso cuando planeo descansar y olvidarme de todo.

La noche fue larga, quizás porque habían ruidos muy extraños haciendo eco por la casa, pero pronto comprendí que solo se trataba de una chica gimiendo y gritando por más. Escuchar esos gritos y golpes constantes terminó por amargarme la noche. No puedo creer que luego de un par de noches de haber tenido sexo conmigo, Wesley se involucre con otra mujer. En primer lugar, ¿a mí qué me importa con quién coja ese imbécil? ¿Por qué tiene que molestarme tanto la falsedad que ahora me está demostrando? La confianza que deposité en su palabra está siendo fragmentada con gran velocidad.

Me sentí ahogada en la casa, así que salí de ella y caminé por los alrededores del bosque. Los hombres de seguridad de Wesley me tenían muy bien vigilada, no me quitaron los ojos de encima hasta que llegué a un pequeño arrollo.

—Por fin paz — murmuré, sentándome en un piedra y dejándome llevar por el sonido de la naturaleza.

La luna se encontraba en la cúspide del cielo, siendo la única testigo de las lágrimas que derramé y no sabía que estaba conteniendo. Mi vida cambió de un día para el otro, no estaba preparada para vivir algo como esto. Pero llorar significa fragilidad, y ser frágil en una jauría de lobos no es una opción viable. Sin embargo, estando en completa soledad podría arrancar de mi pecho ese amargo sentimiento que me estaba quemando por dentro.

¿Por qué todo tiene que ser de esta forma? ¿Por qué la vida se empeñó en jugar con nuestros caminos? ¿Por qué el destino me arrebató a las personas que más amaba en el mundo? No hay día que mis padres y mi hermana no me hagan falta. No sé cómo es que aun sigo de pie, si hace mucho perdí la esperanza de vivir.

—Te hacia llorando en las sábanas de Royce y no aquí — su comentario me enojó de sobremanera.

—Si estoy aquí o si estoy allá, ¿eso a ti qué te importa? — gruñí, secando mis lágrimas con brusquedad.

—A mí me da igual lo que hagas, pero escuchando tu firme odio por mi hermano, esperaba un poco más de ti.

Lo miré por encima de mi hombro y con el corazón bombeando cada vez más fuerte dentro de mi pecho. Ver esa expresión tan fría y oscura me aseguró que no estaba bromeando. ¿Escuché bien o en realidad esas palabras salieron de su boca?

—¿Qué dijiste? — lo encaré—. Dime en la cara lo que acabas de decir.

—Tal vez no te querías quedar con las ganas. Digo, la otra noche quedaste hambrienta...

Golpeé su rostro con toda la rabia del mundo. La sangre hizo su acto de presencia en el segundo golpe que le brindé y que no evitó. De alguna manera se siente bien liberar la frustración y la rabia mediante los golpes, es como sentir que tienes el poder en las situaciones.

—Si tuve sexo o no con Royce es muy problema mío — escupí, lista para golpearlo una vez más, pero me detuvo con gran facilidad y me sometió en un rápido movimiento—. No puedo creer que seas tan hijo de puta, Wesley. ¡Ahora es cuando tu verdadera cara hace acto de presencia! Después de todo, no eres tan diferente a ese bastardo...

—No soy como Royce — presionó mis brazos contra el pasto, viéndome con el mayor de los odios—. ¡No tienes ni puta idea de quién soy yo!

—¡Y mejor no saberlo! ¿Sabes por qué? Porque es mejor no creer en la falsedad que por encima muestras ser. ¿Te arde ser comparado con ese bastardo? ¡Pues te digo que no eres muy diferente a él! 

—Siempre he sido uno solo, ¡en cambio tú me mostraste esta noche lo fácil que se te da entregarte a cualquiera!

Me removí debajo de su cuerpo, furiosa y con ganas de acabarlo a golpes. Por más que le tiré patadas, no pude liberarme. Wesley posee gran fuerza. Mientras yo luchaba por soltarme de su agarre, él no parecía tener mayor esfuerzo en sostenerme como lo estaba haciendo.

Nada más humillante que soltar esas lágrimas llenas de rabia frente a sus ojos y que sea testigo una vez más de mis debilidades. Nada más doloroso darme cuenta que sigo siendo de cristal.

—Yo... mierda, no quise decirte esas cosas, Nat — susurró, suavizando su agarre en mis muñecas y acercándose muy lentamente a mi rostro—. Perdóname.

No puedo ser de piedra y no sentir nada como Wesley. Las palabras y los actos de los demás hieren mi corazón, y es tan simple porque no soy una hija de puta sin sentimientos. Siento como cualquier persona que posee un alma sensible y que no está acostumbrada a recibir veneno y dolor de otros.

—Quítate, de ahora en adelante haz de cuenta que no existo. Seguiré con el plan, pero olvida que alguna una vez hubo una amistad entre tú y yo, o lo que sea que haya sido ese corto lapso en el que me demostraste ser alguien diferente — o ese algo más que hace que duela como un infierno, pensé para mí misma, pero no me atreví a decirlo.

—Soy un completo idiota. Perdóname, Nat, lo menos que quiero es lastimarte con mis estúpidos reproches que no tienen ningún sentido... — acarició mi mejilla suavemente y, acto seguido, me besó.

Sus besos tienen la facilidad de nublar mi mente y hacerme olvidar por un momento la realidad de mi vida. Al igual que la otra noche que me perdí en sus brazos, ahora mismo mientras saboreo el sabor de su sangre y lo adictivo de su saliva, es que me doy cuenta que Wesley tiene un gran poder sobre mí. Que el me gusta más que un simple deseo y eso termina por hundirme en un sentimiento que está naciendo con gran rapidez y que no soy capaz de evitar.

Venganza[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora