Ganas

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Luego de largos minutos en los que no me decidía qué ponerme, porque paradójicamente Tami solo empacó ropa demasiado reveladora para mi gusto, salí en un pantalón corto ajustado a mis muslos y mi trasero y una blusa de tirantes para tener el dichoso entrenamiento. Esa mujer hace todo a propósito para verme siempre con poca ropa, o de plano para ponerme en posiciones incómodas frente a Wesley. Es un grano en el culo, siempre fastidioso y poco agradable.

El entrenamiento comenzó con un calentamiento rutinario para estirar los músculos. Nunca había entrenado con Wesley, por lo que ver su torso desnudo y lleno de tatuajes estaba siendo una de las mejores torturas de mi vida. Sus definidos músculos son una gran delicia de contemplar. No creí que fuese tan atractivo.

—Nunca lo dudé — me dije para mí misma, estirando los brazos hacia abajo hasta tocar la punta de mis zapatos con la yema de mis dedos.

—Maldición, eso es mucho poder — lo escuché decir y lo miré por encima de mí hombro confundida—. Las rodillas rectas. Tócate los pies.

—Eso es lo que estoy haciendo.

—Lo estás haciendo mal... — puso ambas manos en mi espalda y me inclinó hacia bajo, provocando un palpitar violento en el centro de mi corazón—. Perfecta.

—¿Qué diablos haces, Wesley? — mi voz apenas salió, pero tampoco me moví de mi sitio, esa parte de mí quería volver a sentirlo—. Estás peor que Tami.

—¿A qué te refieres? Sigue bajando — así lo hice y apretó mi carne entre sus manos—. Un poco más.

Lo sentí, percibí la dureza en mi trasero y más vibración sentí en el medio de mis piernas. Está aprovechando el momento el muy sinvergüenza, más a mí no me molesta ni me incómoda ni en lo más mínimo. Llevo largos meses sin llegar a nada con un hombre; o se queda en un toqueteo a medias o a deseos que no son para mí. Pero Wesley está demostrando que ahora mismo siente esas mismas ganas que yo siento por él.

—¿Esto hace parte del entrenamiento?

—Claro, hay que calentar el cuerpo.

Reí, mordiéndome el labio inferior y moviendo la cadera contra él de forma circular y rozando con malicia viva su erección con mis nalgas. No se supone que estemos haciendo este tipo de cosas, pero ahí está el gusto y el deseo tomando el control de nuestros cuerpos y dejando entrever lo que tanto nos hemos venido callando.

—No me provoques de esa manera, Nat — me presionó contra si, ahora sí agarrando a gusto mi trasero y soltando un suspiro sonoro.

—¿Cómo? ¿De esta manera? — quise enderezarme y tentarlo, pero fue mucho más rápido y su ataque directo no me lo esperaba.

Entrelazando su mano en mi pelo, me pegó a su cuerpo y me besó sin reparos. Brusco, con ganas, violento, incluyendo su lengua en un juego que acaba de empezar y estoy dispuesta a participar para ganar. Sus labios son tan suaves, cálidos y excitantes. Me provocan a morderlos, lamerlos y succionarlos con todas las ganas que me carcomen y que he retenido por largos meses.

El fuego se apoderó de mí en cuestión de segundos, más al ser besada y acariciada de esa forma tan salvaje y exquisita. Sus besos me ahogan hasta el punto de dejarmen sin gota de aliento. Y para ser honesta, en mis pocas experiencias sexuales, un hombre jamás me había besado con tanta hambre como ahora mismo él lo está haciendo. Culminó el beso con una mordida en mi labio inferior y apretándome contra su erección, aumentando el sofoco entre mis piernas y esas vibraciones involuntarias de mi sistema. Ese calor me está pareciendo desesperante. No creo tener más fuerza de voluntad para no saciar los deseos que son necesarios para el ser humano. Mi cordura pende de un hilo.

—Lamento tanto interrumpir ese beso tan candente, pero varias de las chicas del club aparecieron muertas esta mañana — la voz de Tami nos hizo separar y la miramos aún estando envueltos entre el deseo.

—¿Cómo es eso? — carraspeando, Wesley se separó un poco de mí, más no dejó de apretarme contra su cadera.

—El hijo de puta de tu hermano descubrió que varias de ellas se iban a escapar, y ya sabes que para él solo existe una salida.

—Mierda...

—Sí, mierda. Tienes trabajo, Wes — enfatizó por último y me miró con una sonrisa—. Yo me quedaré con la palomita reforzando ese duro entrenamiento.

—Ni creas que esto acaba aquí. No pienso quedar con las ganas de probar todo de ti— susurró en mi oído, y sonreí inconscientemente—. Cuídate, nos vemos en un rato.

—Sí...

Me hice la tonta una vez Wesley se fue, usando como pretexto que ya estaba lo suficientemente preparada para soltar los puños contra ella. Hubiera sido mejor si no hubiese aparecido de la nada a dañar este momento, pues yo también quedé con las terribles ganas de devorarlo como tanto lo he tenido en la mente.

Venganza[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora