Observé mi nueva imagen en el espejo, esperando encontrar algún detalle que me haga parecer a Abigail, pero a mí parecer, el cambio en el color y lo largo dele cabello, el de los ojos y aplicándome un maquillaje de tonalidades suaves, pero sensuales me hizo ver muy diferente a lo que éramos las dos. Recordar las tantas veces que nos hicimos pasar por la otra, me sacó una sonrisa triste. Solo nuestros padres nos habían logrado diferenciar la una de la otra, así lleváramos puesta la misma ropa y nos dejáramos el cabello igual.
Mi plan de escabullirme en ese club no puede fallar. Si mi hermana concurría el lugar con frecuencia, estaría en graves problemas si llegaran a descubrir mi parecido con ella.
Salí de la habitación y me dirigí a la sala a mostrar el resultado a Santiago y al Sr. Avellaneda. Luego de lo que ocurrió la otra noche, las cosas entre los dos se han puesto un poco raras. Mantenemos una agradable relación, pero es súper incómodo cada que las palabras se acaban y nos quedamos en la espera de que el otro rompa el silencio. Recordar ese beso tan ardiente me pone la piel chinita.
Me niego rotundamente a gustarme un hombre que ama con todas las fuerzas de su ser a mi hermana.
—Quedaste preciosa — Santiago fue el primero en hablar una vez llegué con ellos—. No te pareces nada a Abi, ¿no es así, abogado?
—Sí, sí — carraspeó, ajustándose los lentes de sol en los ojos—. Debo admitir que te ves muy diferente.
—Esa era la idea, ¿no?
—Sigo pensando que es muy peligroso que te expongas de esa manera. No sabemos qué clase de loco sea ese tal Royce Ford.
—Nada malo va a pasar, Santi. Seré una chica más en busca de diversión por una noche.
—No te confíes, preciosura mía. Incluso mantén el ojo del ojete bien abierto y a la preventiva. Nunca se sabe cuándo nos tomen desprevenidos por la retaguardia.
—Santiago — sonreí.
—Estoy de acuerdo con Santiago. Ten mucho cuidado, Naty — sonrío para no mostrar lo incómodo que se siente que me llame de esa forma—. ¿Tienes el micrófono en su lugar?
—Sí.
—¿En dónde te pusiste ese arete?
—Eso es secreto — sonreí grandemente antes de colgar el pequeño bolso en mi hombro—. Estén alertas por si llega a ocurrir algo.
—Espera — el Sr. Avellaneda me tomó del brazo y me llevó a un rincón.
—¿Qué pasa, Sr. Avellaneda?
—Pablo, Naty, mi nombre es Pablo. Si te ves en peligro no dudes en llamarme. Por lo menos no intentes nada esta noche.
—Lo tengo claro. Iré solo para tantear terreno, no para meterme en la cama de ese hombre. No tiene que preocuparse tanto, Sr. Avellaneda. Adiós.
—Natalie... — me solté de su agarre y salí del apartamento, dejándolo con la palabra en la boca.
Llegué a un club de aspecto normal. Llamativo y música de moda. Guardias en la entrada y una larga fila de personas esperando para poder entrar. Parece un club como cualquier otro, sin nada oscuro de fondo. Las mujeres y los hombres se ven que tienen mucho dinero por la manera tan costosa y extravagante en la que visten, nada comparado a lo que suelo usar. Además de que mi trabajo como agente bancaria no me permite costear algo tan caro.
Acomodé mi falda negra y saqué un poco más el pecho antes de dirigirme a las enormes y brillantes puertas rojas del club. En la entrada un guardia robusto y muy atractivo me detuvo.
—¿Algún problema?
El hombre no respondió nada, solo me examinó de pies a cabeza, observando detalladamente cada centímetro de mi cuerpo. No me pasó desapercibido la forma tan asquerosa en la que mordió sus labios al ver mi trasero y mis tetas. Una diferencia bastante notoria entre mi hermana y yo, era que ella era más delgada de cintura, aunque con los atributos igual de grandes a los míos.
—No, ninguno — me tomo la mano y puso en mi muñeca una manilla negra—. Diviértete a mi nombre, belleza.
—Gracias — sonreí.
La música retumbaba mientras las personas bailaban en el medio de la pista. Tenía dos pisos, en la segunda planta solo se veía un enorme ventanal que abarca de pared a pared de color negro. Tres hombres se encontraban custodiando la puerta roja. Eso será mucho más difícil
de lo que pensé.Llegué a la barra y pedí un trago. Todo se ve normal. Las personas disfrutan cada uno en su mundo, mientras yo me encuentro en la búsqueda de algún indicio de lo que le pasó a mi hermana. La posibilidad de que Royce Ford sea el culpable va cobrando más fuerza en mi mente, como si esa parte que solo compartíamos ella y yo me lo dijera que así es. Necesito por lo menos ver el rostro de ese hombre y comparar las fotografías que mi hermana se tomó con él. Necesito que me mire a los ojos y me diga lo que le pasó a mí hermana.
—¿Dónde está? — preguntó tosco, un hombre que alcanzó a golpear mi hombro en cuanto llegó a la barra.
—¿Qué...
—El señor está en su oficina, Sr. Ford — tras escuchar decir ese apellido al barman, giré la cabeza y me quedé viendo al hombre a mi lado, pero debido a la oscuridad del club era imposible verlo detalladamente.
—Bien — me miró de reojo y ladeó la cabeza—. ¿Te conozco?
—No, pero una disculpa no estaría demás — busqué algún parecido al hombre de la fotografía, pero no lograba verlo bien.
—Lo siento mucho, no te vi — acercó su rostro un poco más y frunció el ceño—. Siento que te he visto antes.
—Es la primera vez que vengo a este lugar. Me pasa mucho últimamente que me confunden con otras mujeres — sonreí, escondiendo la amargura y el dolor en mi interior—. Amaranta, un gusto.
—Wesley — el apretón que me dio fue firme y cargado de electricidad—. Espero que cuando salga de la reunión que tengo ahora mismo, aún estés aquí para invitarte una copa y con ello descubrir si te conozco o no —sonrió condenadamente mortal.
—Tal vez sí, o tal vez no. Tendrás que darte cuenta cuando regreses — le tiré un guiño y sonreí, antes de darle la espalda y pedir una copa más al barman.
¿Wesley Ford? ¿Un familiar? ¿Hermanos? ¿Primos? Sea la relación que tenga con Royce Ford, él será mi pase directo a ese hombre. Tendré que usar eso que tanto me ha costado en la vida, pero que no es trabajo grande para una mujer cuando así se lo propone. Por algo nos hicieron bellas y cautivadoras por naturaleza, ¿no?
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Venganza[✓]
AcciónTras la desaparición y repentina muerte de su hermana gemela, Natalie pierde lo que tanto ha brindado al mundo; la humanidad. Con el deseo latente de encontrar al culpable y hacerle pagar el cruel asesinato de su alma gemela, inicia su propia invest...