Tres en lugar de dos...

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Wesley

Desperté con mucho dolor en el cuerpo, sobre todo, en mi espalda y mi abdomen; ya no sé qué lugar duele más. Me he estado acostumbrando al dolor físico y mental, pero no deja de ser agotador sentir que las energías se van de a poco de mi cuerpo. Si sigo luchando, es porque hice una promesa que cada vez veo más lejana,.pero que, por nada del mundo, pienso incumplir.

Aunque ya estaba despierto, no quise abrir los ojos para seguir viendo ese infierno en el que han estado sometiendo desde hace largos días. No quiero recibir un golpe más por el simple hecho de pedir un cara a cara de Royce. Ese infeliz siempre se lava las manos y no es capaz de venir en persona a terminar lo que sus perros empezaron.

Anoche soñé una vez más con Natalie. Su linda sonrisa, su tierna y fuerte mirada más el sabor dulce de sus besos es lo que me ha mantenido con vida. Le prometí tantas cosas que, verme en esta situación tan humillante, me deja como un charlatán más. Debe odiarme, y no la culpo; yo mismo me odio por no haber hecho algo antes que todo se saliera de control.

Soñé con sus abrazos, con sus suspiros, con el dulce tono de su voz y la magnífica mirada con la que me devoró por completo. Esa mujer se ha colado en lo más profundo de mí, y duele como un maldito infierno haberla dejado sola, aún sabiendo que Royce no conoce de límites.

También soñé con ese dolor que vivió en manos de un bastardo. Ese dolor que lo sentí tan mío cuando fui obligado a apreciar la destrucción de mi bella flor. Nunca podré arrancar de mi mente el agudo clamor de su mirada y la desesperación que me gobernó por estar en su lugar en ese momento. Me odio tanto, nunca me podré perdonar, pues ella ha vivido en el mismo infierno que muchas otras por mi culpa.

—¿Wesley? — incluso su voz en mi cabeza sigue sonando igual de dulce y suave—. Despierta cuánto antes, Wes...

Abrí los ojos, estrellándome con un par de ojos llenos de cansancio, pero con un brillo hermoso y único. Su rostro a la altura del mío, una sonrisa escasa y su tibio aliento me estremeció. No es raro que tenga alucinaciones con ella, de hecho, no hay día que no la vea atada a mí, siendo la principal testigo de la agonía que me tiene preso y a la misma vez con vida.

—Despertaste.

Desvié la mirada, dándome cuenta que no estoy en ese sucio cuarto, ni mucho menos encadenado y desnudo. Me encuentro en una suave cama y en una habitación que huele a limpio y a ella.

¿Qué demonios ha pasado? Desde hace mucho dejé de tener noción del tiempo. No sé qué pasó, no sé ni el día en el que me encuentro, no sé cómo salí de ese lugar al que Royce me llevó luego de enterarse de mi traición, y mucho menos sé cómo es que Natalie está frente a mí, luciendo la sonrisa más bella que me haya podido dar en todo el tiempo que nos conocemos.

—Estoy soñando otra vez — murmuré apenas en un hilo de voz, cerrando los ojos y tragando la amarga sensación que se instaló en mi pecho.

—No, no estás soñando. Realmente logramos encontrarte y rescatarte de donde ese cerdo te tenía — se acercó tanto a mi rostro, que, por unos instantes, quedé abrumado por su dulce olor—. ¿Cómo te sientes?

—Me duele todo, pero, sabiendo que estás bien, todo deja de importar a mi alrededor, incluso el dolor se vuelve insignificante — no lo soporté más y la estreché entre mis brazos, queriendo morir y volver a nacer para conocerla en otras circunstancias—. Perdóname por no haber estado contigo para salvarte y...

Mis palabras fueron silenciadas por un beso que me sacó del infierno y me subió directo al cielo. Nuestro beso no fue violento; su más bien suave y pausado, a penas una caricia de nuestras bocas, confesando lo mucho que nos hicimos falta. Es curioso como funciona el amor; no sé en qué momento mi corazón se fijó en ella, lo único que sé, es que lo daría todo por dar la vuelta a la hoja y brindarle la felicidad y el mundo entero; porque ella más que nadie merece ser feliz, vivir en calma y siendo amada por un hombre que la lleve tomada de la mano hasta el fin del sendero.

—No hables de eso, no es necesario que recordemos momentos asquerosos e insignificantes — susurró sobre mis labios, y más la apreté contra mi cuerpo—. En lo único que demos pensar es en lo que vamos a hacer de ahora en adelante con nuestras vidas, pues, de la forma más inesperada, seremos tres en lugar de dos...

—¿A qué te refieres con esas palabras? No te estoy entiendo, Nat.

—Que estoy embarazada y, no hay nada que me haga más feliz, que saber que tu eres el padre de mi bebé...

Venganza[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora