Broche de oro

520 95 5
                                    

Natalie

En las últimas cuatro semanas no me he despegado ni un solo segundo de Wesley, tal vez porque estando a su lado y envuelta entre sus brazos es de la única forma en la que me siento segura y sin temor a nada. Aunque no hemos hablado del tema más importante entre los dos, sus muestras de cariño me hacen hacerme muchas ilusiones de un «nosotros».

No hay necesidad de intimar sexualmente para recibir una tierna caricia o un largo beso de su parte. Y con el embarazo he estado el doble de sensible, por lo que, cada roce de sus manos o de sus labios, me lleva a conocer el punto más alto de la luna.

El doctor que me atendió, que es un amigo muy cercano de Tomás, me programó una ecografía con él en su consultorio, pero la verdad no quiero conocer a mi bebé sabiendo que la basura aún está por ahí. El día que lo veamos, quiero tener la plena seguridad de que todo va a estar bien tanto para él como para nosotros. No quiero tener que enfermarme a miedos más adelante. Y Wesley comparte el mismo pensamiento que yo, aunque no ha dicho a grandes palabras lo que significa para él la llegada de un hijo en este momento.

—¿Cómo te sientes? — le pregunté tan pronto lo vi abrir los ojos.

—Muy bien — sonrió, acercándome un poco más a su cuerpo por la cintura—. Me asusta cuando despierto y te encuentro viéndome de esa manera tan profunda.

—Me gusta verte dormir— confesé—. ¿Tienes miedo? No creí que pudieras sentir temor.

—Toda la vida llevo sintiéndolo, pero me he transformado en un gran actor — acarició mi mejilla, depositando un suave beso en mis labios—. Tomemos una ducha juntos, ¿sí?

—Está bien.

Nos dirigimos al baño y tomamos una ducha larga, llena de caricias y besos que subieron de intensidad en solo cuestión de segundos, pero Wesley no se atrevió a ir más allá de lo que, una gran parte de mí, sí quería. Quizás me esté haciendo suposiciones que no son, pero entiendo que no quiera estar conmigo, pues esa suciedad aún se encuentra latente en mi piel y en mi alma.

Y pensar en todo lo que perdí por Royce, hace que la ansiedad de acabarlo me consuma a niveles insospechados. Cada día me abrumo con el hecho de que ese maldito infeliz aún sigue respirando de mismo aire. Aunque Tao lo ha mantenido bajo cortas torturas, sabemos de sobra que ese tipo se merece algo mucho peor. 

—¿Pasa algo? Te veo muy callada y pensativa — Wesley me tomó de la mano y me hizo sentar en la cama antes de que saliéramos de la habitación—. ¿Te sientes mal?

—Necesito saber en qué términos vamos a quedar tú y yo luego de que todo esto acabe — ataqué directamente.

—Explícate mejor porque no te entiendo.

—Tenemos un pequeño ser que nos va a unir de por vida, pero es relativa esa unión. No sé lo que somos, Wes, y dormir a tu lado, besarnos y hasta tomar duchas juntos me confunde y me hace pensar cosas, pero luego llego a ese mismo punto de no saber a dónde vamos a llegar.

—Siempre voy a estar contigo y con mi hijo, Nat. Sé que no lo hemos hablado, pero créeme cuando te digo que soy feliz con tenerte a mi lado y ahora más al saber de la existencia de un angelito que nos traerá cosas buenas en la vida. Si me has visto tan lejano en estos días, es porque no hago otra cosa que pensar en nuestro futuro juntos.

—Define juntos — mordí mi labio inferior para disimular mis nervios.

—¿Para ti «Despertar cada mañana en la misma cama y abrazados» define esa palabra tan compleja»? Sin embargo, si necesitas saber algo en concreto te lo diré. Me gustaría pasar muchos años, si es posible toda una eternidad, junto a ti y nuestros hijos — me besó suave y apasionado sin dejar a acariciar mi vientre—. Eres mi mujer, la única a la que voy a querer y, muy posiblemente, si es que ya no lo estoy, a amar lo que reste de vida.

—¡Buenos días, bellas palomitas! Sé que no me lo están preguntando, pero hoy está haciendo un hermoso día para matar, quebrar huesos y llevar a los demonios de vuelta al infierno — Tami entró como torbellino en la habitación, y nos separamos de inmediato—. No puedo creer que desde tan temprano estén tan activos.

—¿A qué has venido? ¿Y por qué no tocas antes de entrar a nuestra habitación? — resopló Wesley, tratando de esconder esa sonrisa que bailaba en sus labios.

—¿No fui clara con mi explicación según entré y describí haciendo sus cositas? Las estás agarrando lento, Wes, cuando deberías ser más rudo y firme.

Su comentario me hizo explotar en risas. Tami es el alma de esta casa, siempre busca la manera de hacernos reír con sus comentarios, pero es mejor tenerla así que de enemiga, porque el diablo le queda corto a la maldad que posee en su interior.

—Royce quiere verlos — cortó el buen humor como solo ella sabe hacerlo—. Y yo solo estoy haciendo de alma caritativa y voy a darle lo que quiere antes que reciba el infierno con broche de oro. Así que, levanten esos preciosos culos, que tenemos mucho trabajo que hacer el día de hoy.

Venganza[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora