Perdón

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Natalie

Al despertar me sentí más tranquila y descansada. También siento que dormí más de lo habitual, pero aún siento agotamiento físico, tal vez se deba a todo lo que pasó en la mansión de Royce. Al mirar a mi alrededor, me encontré con la maliciosa y juguetona mirada de Tami. No ha sido un sueño, en realidad ella me sacó de ese infierno.

—Espero hayas dormido de maravilla, palomita. ¿Cómo te sientes?

—Bien.

—Me alegro, porque hay muchas cosas de las que tenemos que hablar.

—¿Sobre qué quieres hablar? ¿Sucedió algo malo?

—No que yo sepa. Primero que todo, encontramos el lugar donde Royce tiene a Wesley...

Me levanté de golpe, pero un fuerte mareo me atacó de momento.

—Tranquila, bebé, no te apresures — me acostó y me arropó con suavidad.

—Debemos ir por él, no podemos perder tiempo, Tami.

—Lo sé, pero tú no puedes ir así como estás. No puedo permitir que nada malo te ocurra en ese estado.

—¿Qué estado? — no lo quería escuchar, pues me niego a ser madre de un hijo de ese bastardo.

Sé que un bebé no tiene la culpa de nada, pero no soy capaz de amar a un ser que tenga un vínculo tan fuerte como ese con ese hombre. Suficiente me carcome la cabeza el hecho de haberme enamorado de Wesley, como para aceptar un hijo que no es deseado ni amado.

—Estás embarazada. Tomás se encargó de encontrar un ginecólogo para que pueda revisarlos a los dos. Lo que menos quiero es que algo malo le haya sucedido al bebé — sonrió a medias—. Palomita, sé que no es tiempo de traer un hijo al mundo, pero...

—No lo quiero, sácamelo cuánto antes.

—¿Qué dices?

—¡No quiero un hijo de ese maldito demonio! ¡No quiero nada de ese bastardo!

—Tranquila, si no quieres ser madre, nadie te va a obligar, pero debes calmarte, ¿quieres?

—No entiendes, ese infeliz me violó cada día. No lo quiero, Tami.

Suspiró profundamente.

—Hablaré con Tomás a ver qué se puede hacer. No estoy a favor del aborto, pero tampoco puedo condenarte a algo que nunca elegiste por voluntad.

—Gracias por entenderme. En cuanto a Wesley, no importa nada más que no sea salvarlo.

Dejó un beso en mi frente antes de marcharse y dejarme sola con esa opresión en mi pecho. Si Dios me dejó sola cuando más necesitaba de su manto protector, no puede ser injusto al juzgarme por algo que nunca voy a poder llegar a querer.

Al cabo de un rato, Tomás entró con un doctor y varias cosas que no sé qué sean. Se movieron a mi alrededor y conectaron esos aparatos a un lado de mi cuerpo mientras Tami me tomaba de la mano y me daba todo su apoyo con un firme apretón.

—Me han comentado que estás embarazada, ¿no es así? 

—Sí, pero no quiero tener este hijo. Usted puede sacarlo, ¿verdad, doctor?

—Depende, hay un límite de tiempo para practicar un aborto. El estipulado en este país está hasta las doce semanas, si pasa de esa fecha, es muy arriesgado realizarse una interrupción.

—Debo tener como mínimo un mes, supongo yo, así que no veo nada riesgoso que lo saque de aquí adentro.

—Le voy a realizar una ecografía, solo para saber con exactitud cuántas semanas de gestación tiene. ¿De acuerdo?

—Está bien.

El doctor echó un gel azul en mi vientre y lo esparció con una maquinita por toda mi piel, presionando con algo de fuerza mi estómago. A pesar de que sabía que en una pantalla pequeña estaba mostrando lo que,  evidentemente es mi embarazo, no fui capaz de mirarlo en ningún instante. Las emociones las tenía a flor de piel, más por el hecho que había soñado con este día muy diferente. ¿Cómo pudo la vida ser tan injusta y cruel conmigo? ¿Por qué dejó que ese hombre me hiciera tanto daño?

—¿Cuándo fue tu última menstruación? — me preguntó.

—No lo sé, no recuerdo — traté de hacer memoria, pero con todo lo que ha pasado, ni cuenta me había dado que llevo tiempo sin que llegue mi periodo.

—Según el tamaño del embrión y por la ya formación de algunos de sus órganos, estoy casi seguro que tienes entre siete u ocho semanas de concepción...

Dejé de escuchar las palabras del doctor para pensar en lo que acababa de decir. ¿Siete u ocho semanas? Mi mente trabajó a mil por segundo, trayendo en mente el claro recuerdo de la mejor noche que pasé junto a Wesley. Si antes la opresión en mi pecho era fuerte, ahora se hizo mucho mayor, pero con una diferencia muy grande, que mi corazón no dejaba de palpitar entre emocionada, triste y arrepentida. ¿Cómo no me di cuenta antes que estaba embarazada? Si lo hubiera sabido, no me hubiese arriesgado tanto aquella vez en la caí en las garras de Royce.

—Entonces, aquí tenemos un pequeño Wesley y no un bastardo — Tami me sacó de mis pensamientos al hacer una confirmación de hechos, y no dude ni un instante para lanzarme a sus brazos a llorar—. Llora si es lo que quieres, después de todo, mereces sacar todo ese dolor de algún modo.

Lloré como niña pequeña, pidiéndole un perdón sincero al bebé que llevo por dentro y al hombre que, aunque ahora se encuentra lejos de nosotros, me ha traído muchas alegrías a mi vida. A pesar de estar rodeados de crueldad y sufrimiento, logramos cautivarnos y querernos sin saber que el amor siempre será la más fuerte de las bases para continuar y vivir, pero, sobretodo, luchar contra todo y todos.

Venganza[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora