Despreciable

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El infierno no es un lugar oscuro, ardiente y sin rastro de humanidad, donde somos absueltos de los pecados con castigos y sufrimientos por lo que nos reste de eternidad; el verdadero infierno es el que se vive en la tierra, ya sea pagando los pecados y nuestro mal proceder o viviendo de la injusticia y la crueldad de un ser que se denomina diablo por naturaleza. La maldad está siempre al asecho de los más inocentes, los más frágiles, llevándolos al borde de la locura con extremas torturas que van poco a poco acabando con el alma: y, desafortunadamente, yo entro en ese rango de personas marginadas por la misma vida y justicia, para ser servidas en bandeja de plata al diablo. 

Hace un mes no sé lo que significa el derecho de vivir en paz y feliz, no sé lo que es ver el sol iluminar mis días sin sentirme más miserable y perdida. Hace un mes perdí lo poco que me quedaba de humanidad. Quizás sea que me he resignado a seguir en mi destino; después de todo, eso fue lo que se me deparó desde un principio. Cada día me siento peor que el anterior, quisiera morir y que este círculo vicioso se detenga de una vez y para siempre. De pequeña soñé con vivir en un mágico cuento de hadas, pero la realidad es dolorosa y cruel.

No sé nada de Wesley ni de Tami, por ende, he perdido el sentido de la orientación y las ganas de vivir. No sé a dónde dirigirme ni por qué camino seguir; simplemente me estoy dejando llevar por la muerte. Si no me mata ese infeliz con sus abusos y sus golpes, la misma vida lo hará cuando se compadezca de mí.

—Espero mucho de ti, gatita — me susurró Royce sin dejar de apretarme contra su cuerpo—. Quiero que esta noche hagas valer el papel de mi vida como mi mujer... 

No le respondí nada, solo me quedé contemplando el atardecer que se extiende a través del enorme ventanal de su habitación mientras espero ansiosamente que termine de vaciarse en mi interior. Quería gritar, llorar, dejar de sentir eso que quema el pecho y no quiero salir de ahí por más que lo haga cada noche. Entre más pasan los días, más me siento sucia y humillada, pero no tengo más opción que seguir con mis planes. Así sea lo último que haga en vida, pero este maldito bastardo debe morir en mis manos. 

Una vez hubo acabado, me arrastró con él al baño y terminó por fundirse una segunda vez en mí. Ni teniéndolo vulnerable y bajo la bruma del sexo, puedo dar un paso adelante y salir de este inferno, pues el muy perro siempre anda a la defensiva y con los sentidos alertas. 

—Te amo — me miró fijamente a los ojos, acariciando cada rincón de mi cuerpo con la yema de sus dedos a la vez que el agua quitaba la suciedad de mi piel—. Sé que cuando lo sientas me amarás incluso más de lo que yo lo hago. Aguardaré por ti y tu amor, de igual modo tenemos una vida muy larga para amarnos.

—¿Qué debo usar en tu cena de negocios? — cambié de tema, y sonrió. 

—Acabaré el mundo entero el día que me digas que me amas; no obstante, seré un hombre paciente — el estomagó se me revolvió con el sabor de sus besos—. Te ayudaré a escoger un vestido que haga juega con mi traje. 

Aunque es un hijo de puta, sabe qué palabras decirle a una mujer. Pero no tiene ni idea de que conmigo pierde todo su tiempo, pues no creo en él ni tan solo un poco. Por más que me diga que me ama y que soy la única mujer de su vida, para mí no deja de ser el maldito asesino de mi hermana y el causante de todo mi dolor. En lugar de sentir un ápice de amor por ese ser tan despreciable, cada segundo que corre en el tiempo, lo detesto y lo odio más. 

Escogió un vestido para mí de color vino muy elegante de escote pronunciado y ceñido a la cintura, pero suelto de la cadera hacia abajo con un corte profundo de muslo en la pierna izquierda que hacía juego con su costoso traje. Ni siquiera todo el dinero sucio que posee puede hacer que olvide quien es verdaderamente Royce Ford. 

Salimos en su auto en dirección a la supuesta cena de negocios y en completo silencio, cada día mi voz se pierde en mi interior. Detesto tener que ser parte de su descaro y desvergüenza junto a todos esos hombres que son iguales de alimañas que él. Odio tener que escucharlos hablar de las mujeres como si de una mugre en el hombro nos tratáramos. No pensé que en este mundo pudiera existir seres capaces de tratar a otras personas como un objeto, pero esta realidad lo supera todo. 

A medida que avanzábamos por la carretera, Wesley se atravesó en mi mente como un rayo y su recuerdo se instaló en mi pecho como una lacerante daga. Me preocupa no saber nada de él, de cómo está, si está vivo o muerto. A lo largo de todo este mes, no he podido recolectar información de su paradero, porque algo dentro de mí cree que él está con vida, pero sufriendo mucho. Y ese hecho duele como un demonio. ¿Como Royce no puede sentir un poco de empatía con su hermano, su familia, alguien que tiene su misma sangre y que, a pesar de la maldad de su corazón, ha estado a su lado por mucho tiempo?

Contuve las lágrimas para no despertar sospechas, pues no puedo entrever la sensibilidad que Wes me causa con solo tenerlo en mente. Fueron contadas las veces que pude disfrutar de su cálido aliento y su reconfortante calor, más no he podido arrancar de mis pensamientos lo bien que me sentí estando protegida entre sus brazos. Ese amor, gusto o lo que sea que siento por él, no hay quien pueda arrancarlo de mi pecho tan fácilmente. No descansaré hasta encontrarlo y acabar juntos la rata asquerosa y despreciable que nos ha hundido en muerte lenta y agonizante. Lo único que pido es que no sea muy tarde...  


Venganza[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora