Desconfianza

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Wesley

—¿Qué está pasando? ¿Por qué me has mandado a llamar con suma urgencia? — le pregunté a Royce tan pronto llegué al club. 

—¿Cómo te ha ido con el marica? 

—Es difícil llegar a él, su pareja es un militar de alto rango. Lo dejé vigilado y con la orden de que, se encuentre solo, lo traigan. 

—Bien, de igual forma, ya no hay necesidad de usarlo — me ofreció un trago, y lo recibí sin comprender, hay algo en su mirar que me está alertando de que algo no está para nada bien—. Los Dupont no resultaron ser lo que esperábamos.

—¿A qué te refieres? Explícate porque no estoy comprendiendo nada. 

—Ernesto Macías; agente encubierto de la DEA y Natalie Valencia; nuestra queridísima gatita fiera son sus verdaderas identidades. El mundo es pañuelo, ¿verdad? — sonrió ladeado, pero sé de sobra lo que esa sonrisa y esa expresión en su rostro significa. 

—¿Estás seguro de lo que me estás diciendo, Royce? — mi corazón latía a mil por segundo, pero debía mantener mi postura neutra y fría. 

—Desde luego. Me di cuenta en la última entrega de mercancía que esos dos se traían algo raro entre manos, aunque en un principio creí que solo se trataba de mi paranoia. Ella no era tan afectiva con su supuesto padre, y él parecía enardecerla cada que tenía oportunidad. Además, el hecho de que cada semana le apareciera un hijo diferente, me hizo dudar y entre otras cosas. Encontré información muy valiosa del Agt. Macías. El muy hijo de puta se llevaba a mis chicas a una casa refugio que muy pronto tendré el gusto de conocer.

Mierda, ¿en qué momento investigó todo eso? Sé que Ernesto podrá con lo que sea que se ponga en frente suyo, pero ¿y Natalie? Sabíamos cuan riesgoso era que ella se involucrara, pero, aun así, decidimos seguir con los planes, pues todo estaba saliendo perfectamente bien. Mi hermano no me sorprende, él todo lo ve y todo lo sabe. No sé cómo logró dar con esa información, si a mi parecer, habíamos actuado muy por debajo de la cuerda. 

—¿Qué vas a hacer con ellos?

—No tienes ni puta idea de lo mucho que tú y yo nos vamos a divertir con esos dos. 

Que no me haya dicho nada ni mucho menos me haya volado la cabeza, quiere decir que aún no sabe que hago parte de ellos. No le di mayor importancia al asunto, ya que no puedo levantar sospechas o todo terminaría de irse a la mierda. Por ahora lo mejor es que me mantenga a su lado, como siempre lo he hecho. Sin embargo, Natalie es la que más preocupa. Le había prometido que la protegería de todo, que no permitiría que nada malo le pasara, y hoy de nuevo he fallado a mi palabra.

—Necesito que te hagas cargo de la gatita — me pidió de repente—. No le quites los ojos de encima, estoy seguro que está trabajando con alguien que hace parte de nosotros. 

—No entiendo cómo una mujer que no tiene dónde caerse muerta terminó aliándose con uno de nuestros hombres. 

—Hay mujeres que saben con quién y para qué usarla — mencionó, refiriéndose a la parte intima de una mujer—. Por el hueso baila el perro, Wes. La chica es bonita, sabe usar sus encantos para seducir y convencer al que sea. No tiene mayor ciencia.

—¿Tengo que vigilarla? — le pregunté como si fuese el mayor de los fastidios.

—Día y noche — me miró fijamente—. Y no la cagues, Wesley. Detesto tener que hacer doble trabajo por tu culpa. Recuerda que las perritas como ellas, solo sirven para una sola cosa. Ahora bien, den hacerme cargo del agente encubierto de la DEA, ese pajarito tiene mucho que cantar —salió de la oficina, y le envié un corto mensaje a Tami que nunca me devolvió. 

Me apresuré a ir con Natalie, siguiendo las ordenes de Royce. Estaba encerrada en el mismo cuarto en el que estuvo Abigail cuando él la mató, así que la ansiedad me terminó de comer por dentro. No puedo permitir que ella pase por lo mismo que su hermana pasó; no puedo permitir que ese bastardo le haga algún daño a la mujer que he empezado a querer. 

—Den una vuelta por ahí — les ordené a los guardaespaldas que se encontraban en la puerta, y ellos se fueron sin objetar nada.

Tras verla; tan frágil y temblante como una hoja, toda la impotencia y la rabia del mundo se apoderó de mi ser. Estaba hecha un ovillo en el suelo, con la piel hirviendo y húmeda. Me apresuré a tomarla entre mis brazos y pegarla a mi pecho, sin importarme lo sucia que se encontraba. El nudo que se formó en mi garganta me impedía hablar. Al tratarse de ella, la fuerza y la coraza de metal que he forjado a base de dolor y sufrimiento por tantos años, se desmorona cada segundo hasta dejarme en nada. 

—¿Wesley? — musitó en un hilo de voz, aferrándose de mi cuello y abriendo los ojos tan solo un poco para mirarme—. Wesley, vete de aquí, por favor. Vete antes de que sea muy tarde.

—Tranquila, nada va a pasar. 

—No entiendes — negó repetidas veces con la cabeza—. Lo sabe, él sabe que eres tú quien está con nosotros. Vete... 

—Estás ardiendo en fiebre — toqué su frente, sintiéndome de lo peor por hacerla vivir algo como esto—. Te voy a sacar de aquí. Confía en mí — besé su mejilla, y se estremeció.

—No quiero que nada malo te ocurra por mi culpa — sus lágrimas estaban al borde de sus ojos—. Es mejor que te vayas. Yo confío en ti, sé qué harás todo lo que esté en tus manos para sacarme de este lugar. 

La puerta fue abierta en el mismo instante en el que Natalie se alejó de mí. Pamela entró con una bandeja en sus manos, y sonrió a penas visible antes de dejar la comida a los pies de ella y volver a salir en completo silencio. 

—¿No vas a comer? — le pregunté al ver los restos de comida podrida que había a un lado de nosotros. 

—No confío en esa mujer. Algo se trae, no te fíes de ella. Es mejor que te vayas — me dio un leve apretón en la mano—. ¿Cómo está Santiago?

—A salvo. 

—¿Y Tami y Ernesto?

—No lo sé, apenas llegué hoy del viaje. No sabía nada de esto hasta que Royce me lo dijo hace poco — besé sus nudillos, con una opresión horrible en el pecho—. Te traeré medicinas y comida. Debes estar fuerte para que puedas escapar. 

—Sr. Ford — me tensé al escuchar la voz de Pamela a mi espalda—. El club está por abrir, así que, me preguntaba si se hará cargo ya que el su hermano no se encuentra.

—En un momento estaré allá — me aseguré que se fuera para dejarle una pequeña cuchilla a Natalie escondida entre su sostén—. Sabrás cuando usarla — dejé un último beso en su frente antes de salir y hacer de este mundo una farsa más. 



Venganza[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora