Inhumano

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Advertencia: contenido violento y sensible.

Natalie

Llevaba diez días encerrada en ese cuarto, solo siendo visitada por la chica que me trae las comidas, cuando Wesley apareció. Verlo en buen estado y saber que ese desgraciado no le ha hecho nada me tranquilizó mucho. No había dejado de pensar ni un solo segundo en él, pues contaba los días para verlo.

Así como me lo prometió, me trajo medicinas y me ayudó a bañar y a cambiar de ropas. Ese olor tan desagradable que estaba desprendiendo se fue de encima de mí. El agua tiene el poder de darme fuerzas, aún cuando cada instante las siento perdidas. Necesitaba una ducha con gran urgencia.

Que Royce no haya hecho aún acto de presencia me pone a pensar. No sé si sea el encierro lo que me pone a echar a volar la imaginación, o en efecto se trataba de la fiebre que había presentado que todo me parecía que estaba en mi contra, pero que ese hombre esté tan tranquilo, no me da buena espina.

Conté tres días luego de ese baño y, para mi sorpresa, Royce se apareció junto a Wesley en el cuarto. No tenía previsto que fueran a venir los dos, por eso me sorprendí mucho al verlo. Aunque Wesley muestre desinterés al mundo que lo rodea, sé lo mucho que ese infierno lo consume cada vez más.

—Tuviste mucho para pensar, preciosura. En realidad espero que hayas tomado una decisión sabia — se agachó a mi altura y me tomó de la barbilla—. Cuéntame, ¿qué has decidido?

—Vete a la mierda, hijo de puta — le escupí en el rostro, y mostró una sonrisa torcida.

—Tú te lo buscaste — tomó mi cabello con una sola mano y me acribilló contra el suelo con suma facilidad, presionando mi mejilla en la frialdad y humedad del suelo—. No entiendo por qué te niegas a lo que tanto deseas, muñequita.

Mis ojos cayeron sobre ese hombre que tanto estaba ardiendo de furia, y le supliqué con una sola mirada para que no fuera a intervenir. No me cabe duda de que Royce mataría a Wesley si se llegase a enterar de la verdad.

—Ya no estás tan fiera, ¿eh? — me escupió de vuelta, sacudiendo mi cabeza contra el suelo sin aflojar esa fuerza bruta—. ¿Dónde está la chiquilla orgullosa y rabiosa que me mostraste hace unos días atrás?

—Sueltame y nos entendemos solo tú y yo a mano, pedazo de mierda.

—Como me pone que seas tan desagradable. Recuerdo que tu hermanita era una palomita muy obediente — era inútil forcejear, pues los agarres en mis pies y mis muñecas no me permitían mayor movilidad, y que me tuviera presionada contra el suelo lo hacía todo más difícil.

—Disfruta todo mientras puedas, maldito desgraciado — logré decir entre fatiga.

—Creo que no estás en posición de amenazarme — me elevó de un solo tirón, dejando su rostro muy cerca al mío—. Vete acostumbrando a la única vida que tendrás hasta que los gusanos vengan a comerse toda esa deliciosa carne —miró por encima de su hombro—. Sal de aquí.

—¿Qué vas a hacer con ella? — preguntó estoico.

—¿Quieres quedarte para ver a tu hermano comerse este buen plato de carne?

—Me vale mierda lo que hagas con ella — duele, pero sé que hace parte de su papel—. Sabes bien a lo que me refiero. Tao la quiere nueva.

Venganza[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora