Bienvenida a tu nuevo hogar

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Entre más pasa el tiempo más me voy dando cuenta lo mucho que dependemos el uno del otro. No hay noche que no tengamos esos encuentros tan apasionados y tiernos desde que aquella noche en la que nos confesamos más que un gusto y un deseo sin necesidad de mencionarlo con palabras. Cuando hay sentimientos de por medio todo tiende a ser más complicado y emocional, por eso mismo es que ahora mismo siento por dentro que todo se derrumba. Me había jurado no enamorarme, pero heme aquí, perdida en lo que ese hombre es capaz de ofrecerme sin necesidad de promesas.

—Dime qué es lo que está pasando para entender mejor por qué debo irme con un sujeto que ni siquiera conozco.

—No puedo explicártelo ahora, solo haz lo que te digo, Santiago.

—¿Dónde estás? ¿Estás bien? Hace meses no sabemos nada de ti. Pablo viene todos los días para saber si ya has regresado. Estamos muy preocupados. Desapareciste de un momento para el otro sin darnos mayor explicación de nada.

—Estoy bien, Santi. En su momento te diré lo que sucede. Ahora no tengo mucho tiempo para hablar, así que no hagas las cosas más difíciles.

—¿Estás en problemas? ¿Es eso?

—Debo colgar. Confía en mí, por favor.

—Está bien. Cuídate mucho, mi reina.

Tami cortó la llamada en el tiempo indicado. No puedo creer que Royce esté obsesionado con dar a como dé lugar con mi paradero, pero tomar a Santiago para hacerme volver a la ciudad es una estrategia muy sucia. Wesley le ha dado largas al asunto usando como excusas que no es fácil dar con una mujer que se borró del mapa de un momento para el otro; sin embargo, no podemos tapar el sol con un dedo para siempre. Tarde que temprano Royce se enterará de quién soy en realidad.

—Confía en Wes, él sabe perfectamente lo que hace.

—Confío en él. En quien no confío es en Royce. Santiago es la única familia que me queda en la vida. No sería capaz de continuar si algo malo le llegase a pasar por mi culpa.

—Todo estará bien, confía en que será así. Por otro lado, ofendes palomita — tomó mi mano suavemente y me sonrió—. Creí que éramos parte de algo puro y hermoso.

Reí, golpeando su hombro con ligereza. Tami tiene el poder de hacerme sentir bien en momentos llenos de tensión.

—Si el virginal tóxico y obsesionado me llegase a escuchar, soy mujer muerta — bromeó—. Todo me imaginé en la vida, menos que Wesley fuera a ser un hombre tan celoso con su chica.

—No soy su chica.

—Ah, ¿no?

—No, y será mejor que dejemos este tema hasta aquí.

—Como sea — sonrió de aquella manera en la que tanto detesto antes de marcharse de la oficina de Wesley.

Me senté en la silla giratoria de Wesley y me perdí en las tantas veces que me ha hecho tocar el cielo estando a mis pies mientras sus besos se encargan de arrancarme la piel suavemente. Hace una semana no nos vemos, y por más que hablemos por video llamadas, no es lo mismo que tenerlo de frente y poder ver esos ojos tan brillantes y claros que me gustan tanto.

El celular vibró entre mis piernas y sonreí. Esperaba su llamada, más no sabía que no se trataba de él cuando contesté la llamada sin siquiera mirar la pantalla.

—Ya me estaba haciendo falta hablar contigo — susurré, jugando con el borde de mi vestido.

—Vaya, vaya, la pequeña fierita está caliente, ¿eh? — la sonrisa se esfumó de mis labios tan pronto escuché su voz—. Me gustaría saber qué estás haciendo ahora mismo.

—Pensé que era otra persona. ¿A qué debo tu llamada, Ford?

—Trae tu precioso culo aquí. Tus chicas ya están a disposición.

—Eres bastante eficaz.

—Me gusta mantener contentos a mis socios, ya sabes, hay que ser un hombre de negocios honesto y responsable — soltó una risita sumamente irritante.

—Bien, estaré en tu casino en la noche.

—¡Perfecto! No sabes las ganas que tengo de verte, muñeca.

—Los perros con su dueño, Ford — colgué la llamada y suspiré.

No tenía gota de ganas de verle la cara, pero no podía seguir evadiendo lo que tanto está buscando de mí y no ha encontrado. Al final de cuentas Wesley tenía razón, entre más rechazo le brinde, más sigue buscándome la vuelta. Ahora que no tengo cómo evadirlo, porque una de mis prioridades es sacar al tercer grupo de chicas sanas y salvas de su poder, sé que no desaprovechará la oportunidad de meterse entre mis piernas.

Tami y Ernesto se encargarán de llevar a las chicas hasta dejarlas bajo protección de nuestros hombres, por lo que mi trabajo es mantener bien entretenido a Royce para que no sospeche nada. Tener que usar mi cuerpo para obtener un buen resultado en nuestros planes es algo tan humillante y asqueroso. Las mujeres no somos objetos sexuales, pero no hace falta la mente enferma que asegura que sí lo somos y de ahí nace todo este problema de trata de blancas en el mundo entero. 

Me aseguré de que la chicas estuviesen completas y mi falso padre se las llevó a su nuevo mundo, soltando ese tipo de comentarios morbosos para demostrar que él es uno de ellos. Royce no tiene ni la menor idea de la identidad de él, y por el bien de todos, espero que siga siendo de esa forma. No podemos caer a tan solo días de reventar todo en su cara y desmoronar su mundo de porquería.

—Hasta el último segundo pensé que te irías con tu papi — sirvió dos copas de whiskey, y me pasó una de ellas.

—Pero aquí estoy — tomé un largo sorbo a la fuerza, quemándome hasta las entrañas con ese trago—. Debo darte crédito; haces siempre un impecable trabajo. Cada día te vas superando más, tienes una mercancía bastante gustosa.

—La calidad está por encima de cualquier cosa, muñequita. Siento un poco de curiosidad, ¿estrenas a tus chicas tú o tu padre? — esbozó una sonrisa sumamente perversa.

—Lo que hagamos con nuestras chicas es cuestión nuestra. La curiosidad mató al gato, Ford.

—Era simple curiosidad, además, hay que hacer sacrificios para saciar dicha curiosidad. ¿No crees?

—Puede que sí, pero depende. ¿Estarías dispuesto a morir por llenar esa curiosidad?

Terminó por tomarse el trago de un solo golpe, y se relamió los labios perversamente. Sé que estoy jugando con fuego, pero debo darle luz verde para que crea que al igual que él, mi deseo por consumirlo es existente.

—¿Quién entiende a las mujeres? Te niegas, pero te sigues insinuando tan descaradamente. Gatita, si sigues provocándome de esa manera en que lo haces, no tendré compasión alguna contigo. Y que sepas que te quiero a mis pies; suplicándome para que te haga una de las mías.

—Tienes el ego bastante subido — bebí el resto de whiskey de un solo golpe y me senté en su escritorio, subiendo mi pierna derecha sobre las suyas y frote el tacón en su erección—. Pero no soy una de tantas. Pruébame, y verás que nunca te podrás olvidar de mí.

De un solo movimiento me dejó presa sobre su escritorio, cerrando su mano alrededor de mi cuello y devorando mi cuerpo con una mirada lenta y cargada de malicia. No pude liberarme de su agarre, pues el mareo que me dominó en ese preciso instante, no me lo permitió.

—¿Qué sientes, gatita? — sonrió malicioso, observando mi rostro con suma atención—. Sabía que no ibas a desistir hasta llegar a mí. Espero haya valido la pena todo el tiempo que perdiste tratando de seducir a Wesley — sacudí la cabeza, con el corazón a mil y la respiración cada vez más entrecortada por la misma presión que su mano ejercía en mi cuello—. Él jamás le pagaría a su familia con traición, tenemos la misma sangre corriendo por las venas. Tu error fue haberte confiado de más, pero no te culpo; eres un angelito queriendo volar en el infierno. Me ahorraste tiempo y energía al venir a mí por tu propia cuenta. ¿Realmente pensaste que podrías engañarme, Natalie? Tu mayor maldición es ser una copia exacta de mi princesa. Bienvenida a tu nuevo hogar, cariño...

La oscuridad me sumergió en su mundo en solo cuestión de segundos.

Venganza[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora