•Final•

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Natalie


Quisiera decir que me arrepiento, que siento dolor o culpa por haberme dejado corromper por la venganza, el odio y el rencor, pero, cuando un ser tan despreciable como ese hombre hace tanto daño al mundo sin importar qué, no existe arrepentimiento alguno de mis actos. Todo lo contrario, en el alma se siente un fresco y un alivio incomparable, muy difícil de explicar con palabras. Mi mente y mi corazón ahora sí están a paz y a salvo de ese tipo que parecía ser una sombra de mi infelicidad y mi desdicha.

Mi hermana y cientos de mujeres, a pesar del sufrimiento que vivieron en sus manos, ahora han encontrado una luz y una guia para estar en tranquilidad. Y, aunque haberlo matado no devolverá a la vida a esas mujeres, ninguna otra volverá a caer en esa red tan infernal.

En el ahora me siento en paz tanto con mi hermana como conmigo misma. Me da alegría haber cumplido a mi promesa y conseguir justicia por su muerte, porque de ser por las autoridades, aún estuviera rogando en un tribunal para que ese sujeto pagara por su muerte. Tengo claro que pagar con la misma moneda no es lo más correcto; no obstante, no hay justicia suficiente para condenar a un hombre que le sobraba dinero y poder en esta vida. Estando muerto, es como único puedo estar en calma con la vida, aunque aún sigo creyendo que no era justo con mi hermana; ella merecía vivir, cumplir sus sueños, ser feliz.

Con la ayuda de Tao y sus contactos del ejército, lograron capturar a los demás socios de Royce y darle baja a muchos de los establecimientos dónde cientos de mujeres y niñas fueron protegidas de inmediato. La cárcel no es lo que merecen esos seres tan repugnantes, pero es suficiente por el ahora para frenar esa ola de maldad y destrucción que estaban ocasionando en las vidas de estas mujeres.

Volví a su tumba luego de dos meses de ayudar a Tami y a Wesley a darle un lugar seguro y digno a todas las chicas que estaban presas. En el estado en el que se encontraban, afirmé lo mucho que gocé cobrando una a una a ese maldito infeliz y su muerte. Ellas ahora son tan libres como el viento.

—Hola, hermanita — dejé la rosa blanca sobre la lápida, sintiendo que el dolor de su partida era un poco menos, pero aún con la necesidad loca de tenerla frente a frente para abrazarla por largas horas—. Perdóname por haber tardado tanto en venir, pero no quería llegar sin cumplir con mi palabra. No importa lo que haya pasado, por fin ese hombre que tanto daño te hizo está pagando en el infierno cada una de sus malas acciones. Ahora puedes descansar en paz —suspiré, disipando ese nudo que se formó en mi garganta—. Te quiero contar que serás tía muy pronto. Aún no sé cuál es su sexo, pero es un bebé muy sano y grande. De hecho, dice la doctora que para su edad gestacional está enorme. Me encantaría que estuvieras aquí con nosotros, compartiendo la llegada de este hermoso ángel a nuestras vidas. ¿Sabes? Sé que Wesley es hermano de ese bastardo y, no voy a negarte nada a ti, al principio me molestaba mucho ese hecho, pero con el pasar de los días fui descubriendo cuan diferentes son. No sé si sea casualidad o tú tuviste mucho que ver con qué él se cruzara en mi camino, pues tuve que perderte para encontrar el verdadero amor — solté una risita entre lágrimas—. Estoy muy enamorada de Wesley, Abi, te lo digo en serio. Ese hombre está muy adentro en mi corazón y en mi pensamiento. Es un hombre muy cariñoso, que me trata muy bien y se preocupa mucho por mí y nuestro hijo; porque sí, él es el padre de mi bebé. Espero no te molestes conmigo, más no pude evitar caer en la red de sus brazos. Te digo que es un hombre maravilloso, aunque sé muy bien que eso tú ya debes saberlo.

Me sumergí en un triste recuerdo, añorando volver a nacer y compartir mi vida y mi camino con ella. Ir tomadas de la mano a dónde sea incluso si nos obligaran a separarnos . Extraño ese «Juntas hasta el final» como un demonio. La natural era que, así como abrimos los ojos ante el mundo estando juntas, los cerraramos de la misma forma. Extraño mucho ver mi rostro, el mismo color de mis ojos y la misma sonrisa frente a mí sin necesidad de verme en el espejo. Extraño la plenitud y la felicidad que solo compartía con ella; porque Dios nos hizo para complementarnos, no para caminar por distintos caminos. Extraño a mi alma gemela, sus abrazos e incluso sus tontas peleas para obligarme a salir de las cuatro paredes de nuestro apartamento por un rato. Extraño a mi amiga, a mi única y gran confidente, a la chica alegre y buena que hacía de mis días los más felices; extraño a mi hermana con todas las fuerzas de mi ser.

—No tienes idea de la falta que me haces, Abi — rompí en llanto, volviendo a recordar ese oscuro día en el que supe su muerte—. Cada día te extraño un poco más...

—Mi amor, sé que duele haberla perdido y sé que la extrañas muchísimo, y daría mi vida por hacerla volver, pero no llores de esa forma, que tu llanto y tu tristeza le hice daño al bebé. Vamos a casa, necesitas descansar...

—Quiero estar un poco más con ella — pedí.

—Está bien, mi amor.

Esa forma de engullirme entre sus brazos, apretarme contra su cuerpo y besarme con suavidad mientras me susurra lo mucho que nos ama, es todo lo que necesito ahora y siempre para estar a salvo.

—Te había prometido cuidarla de Royce, pero ahora te prometo que les daré toda la felicidad que ellos merecen hasta que deje algún día de respirar — acarició mi vientre con dulzura, esbozando una sonrisa muy bonita—. Puedes descansar en paz, tu hermana y tu sobrino están en buenas manos. Recuerda nunca dejar de sonreírnos e iluminarnos en los pasos que demos en nuestro nuevo camino como la familia que estamos empezando a forjar.

—Amor, ¿te gustaría ser Wesley de Valencia? — le propuse con lágrimas en los ojos y el corazón latiendo desaforado.

Llevo días queriendo proponerle que se una a mí bajo mi apellido, pues sé lo mucho que le mortifica llevar ese apellido maldito de su familia, pero no me atrevía por temor a que no estuviera de acuerdo. Ajeno a eso, debe ser extraño para él y los demás lo que le estoy pidiendo, más cuando no tenemos culpa del lugar y las personas que procedemos.

—Claro que quiero ser para siempre tuyo, Sra. Valencia — dejó un corto beso en mis labios antes de volver a abrazarme y quedarse ahí, hablando con la única testigo de una proposición de matrimonio tan básica, pero significativa para nosotros, sobre todos los planes que tiene de ahora en adelante para nosotros.

Los dos hemos pasado por mucho sufrimiento y dolor, hemos perdido las esperanzas de salir victoriosos y con la cabeza en lo alto de cada uno de los vejámenes que hemos sido sometidos, pero trabajando juntos y formando un equipo sólido, logramos salir adelante; con huellas, dolor, lágrimas y recuerdos que no se podrán borrar de nuestras mentes tan fácilmente, pero muy seguro de que estando unidos de corazón, alma y cuerpo, vamos a poder con el mal recuerdo y todo aquello que se nos vaya a cruzar en el camino.

Porque ahora es que comprendo que, el amor mientras sea fuerte y verdadero, puede contra todo mal.

Venganza[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora