Capítulo 27

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Cinco años después

Diego.

En éstos cinco años me he desempeñado más en mi carrera y me dí cuenta de que Héctor siempre tuvo razón, realmente yo no podía ofrecerle mucho a su hija pero ahora sí ya que decidí cambiar a Médico cirujano y aunque me ha costado un poco más eso lo vale porque es algo que si me gusta y a Natalia más, soy parte de su mafia así que me pide ayuda para curar a algunos de sus hombres cuando salen heridos. Aún no tengo mi título y faltan años para eso pero yo me siento listo y con ganas de continuar.

A Celeste se le ocurrió la idea de prestarnos su vientre para que Katheryn y yo podamos tener un hijo pero ella se niega, no quiere que Celeste haga tal cosa por nosotros y en especial porque no quiere molestarla.

A mí me parece buena idea pero no soy quien toma las decisiones siempre en la relación y eso está mas que claro.

Invité a Katheryn por una malteada pero llevo media hora esperándola y no llega, ni siquiera responde mis mensajes.

No sé qué le pasa, ha estado rara conmigo y ya no hemos pasado mucho tiempo juntos desde que tuvimos relaciones hace como dos  meses. Ella no aguanta tanto estar así y yo menos, ya la necesito así que hoy voy a hablar con ella sobre eso porque la relación no puede ir hacia abajo, no quiero.

—Llegué, perdón, perdón —Me dijo dándome un beso en la mejilla antes de sentarse enfrente de mí.

—¿Pasó algo?

—No, bueno sí... He... Debo irme, Natalia me pidió ayuda con una ropa y...

—¿Te hice algo? —La interrumpí agarrando sus manos.

—No...

—¿Entonces? Me evitas casi todo el tiempo, busco la manera de que estemos bien pero siempre te vas y no sé si estoy perdiéndote.

—Eso nunca —Estiró su brazo para acariciar mi mejilla—, estoy apurada con ésto de mis chicas, acuérdate que modelarán la próxima semana

—Puedo estar contigo mientras...

Su celular sonó y ella atendió rápido.

—Voy en seguida, estoy cerca.

Colgó y se levantó para besar mi mejilla

—¿Lo ves? No hemos estado juntos y ya te vas.

—Te lo compensaré, me tengo que ir.

Se fué aún sabiendo cuánto me dolía

Bufé pasando las manos por mi cabello y después llamé a Jessy.

—¿Otra vez te dejó Katheryn? —Se burló.

—Sí... ¿Nos podemos ver?

—Lo siento, tengo una reunión de chicas, te veo mañana.

Me colgó la muy cabrona.

Le llamé a Matías deseando que no estuviera ocupado.

—Dime.

—¿Nos podemos ver?

—Si, ¿En dónde estás?

—Te mando mi ubicación y no tardes.

Le colgué y al enviarle la ubicación pedí una malteada de chocolate con chispas de chocolate y un poco de queso derretido.

Este tiempo he sentido uno que otro antojo raro y ya me preocupé, he pensado en ir al médico.

Matías llegó cuando yo me terminé la malteada pero abrió más los ojos al sentarse y ver pasteles de chocolate, de fresa y bebidas preparadas con alcohol.

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